Merlier, primer l¨ªder de la Par¨ªs-Niza tras una c¨®moda victoria al sprint
El corredor belga se impuso en la llegada masiva, en una jornada en la que el favorito, Jonas Vingegaard no se dej¨® ver
Se despereza el ciclismo con las carreras que empiezan a darle empaque a la temporada. Todav¨ªa son rutas de forro polar y manguitos, porque las temperaturas siguen bajas por el centro de Francia, y en Le-Perray-en-Ivelynes, cerca de Par¨ªs, la ciudad de la que se abastec¨ªan de agua los estanques del majestuoso palacio de Versalles, hac¨ªa fr¨ªo por la ma?ana, aunque suavizara despu¨¦s, pero sin que nunca apareciera el sol sobre el pelot¨®n.
De reojo, desde v¨ªas que transcurren paralelas, se escudri?an, en estos primeros d¨ªas de carrera, los gigantes de la ruta. Corri¨® y gan¨® Tadej Pogacar la Strade Bianche, m¨¢s centrado en pruebas de un d¨ªa; corre y espera su oportunidad Jonas Vingegaard en la Par¨ªs-Niza por etapas, de domingo a domingo, parte de su plan de preparaci¨®n. Si al esloveno le distingue su jersey arco¨ªris, el dan¨¦s llevar¨¢ todo el a?o un casco rojiblanco, una estrategia comercial disfrazada, como todas, por una explicaci¨®n, a veces m¨¢s trabajada que su dise?o. Esta vez, el casco es, ¡°s¨ªmbolo de nuestros valores y herencia compartidos¡±. Al menos, permitir¨¢ otear su presencia en los pelotones, como un GPS visual. Ser¨¢ f¨¢cil encontrarlos, aunque no juntos, all¨¢ donde corran.
Despu¨¦s de otra exuberante demostraci¨®n de Pogacar en la v¨ªspera, su rival de los ¨²ltimos tiempos se mostr¨® m¨¢s discreto, como correspond¨ªa al lugar y las circunstancias. Unos d¨ªas antes habl¨® de su temporada anterior, de esa ca¨ªda cerca de Vitoria que le tuvo, seg¨²n ¨¦l, al borde de la muerte: ¡°Los primeros diez segundos no pod¨ªa respirar. Cuando lo logr¨¦, tos¨ªa sangre. Me dol¨ªa pensar que mi mujer tendr¨ªa que vivir sin m¨ª¡±, confesaba. ¡°Fue mucho peor de lo que la mayor¨ªa de la gente cree, las lesiones fueron muy graves¡±. No lo olvida. No se dej¨® ver Vingegaard m¨¢s all¨¢ de las tomas a¨¦reas, en la primera etapa, una de esas jornadas que los cl¨¢sicos llaman de transici¨®n. No era el lugar ni el momento. De hecho, casi nadie se dej¨® ver, salvo el belga Tim Merlier, como hace cada vez que una carrera se decide al sprint. El campe¨®n de Europa gan¨® su quinta prueba de la temporada y ya suma 55 en su palmar¨¦s, y es, desde luego, el llegador de moda. No tuvo ning¨²n problema en esperar paciente, si se puede definir as¨ª una carrera desbocada a 70 kil¨®metros por hora, a que sus compa?eros le colocaran en buena posici¨®n, para despu¨¦s rematar la faena por la izquierda del grupo, y con una insultante superioridad sobre quienes hicieron el amago de disputarle la victoria.
Antes, en el recorrido con salida y meta en el mismo lugar, se hab¨ªan producido algunas ca¨ªdas sin consecuencias, una escaramuza en la que particip¨® el ciclista del Caja Rural Samuel Fern¨¢ndez; el ataque del inquieto Alaphillippe en una tachuela a pocos kil¨®metros del final, y el ¨²ltimo intento de un tr¨ªo de entusiastas que los tiburones del pelot¨®n neutralizaron para mayor gloria de Merlier, primer l¨ªder de una Par¨ªs-Niza que tendr¨¢ mucha miga, aunque todav¨ªa solo se haya comido la corteza.