La camiseta s¨ª se mancha
Casi la mitad de equipos Champions tienen en su zamarra la tiran¨ªa o la ludopat¨ªa. Parece que d¨¦ igual. Que ya est¨¢ descontado. Otro pelda?o hacia el abismo ¨¦tico del f¨²tbol
Este art¨ªculo va sobre una tonter¨ªa. La vida es una tonter¨ªa. Este art¨ªculo, pues, va sobre la vida.
Ten¨ªa nueve a?os cuando una t¨ªa me pregunt¨® qu¨¦ regalo quer¨ªa para la comuni¨®n. No lo dud¨¦. Estaba en el quiosco del pueblo ¡ªno hab¨ªa otro¡ª y costaba cinco mil pesetas. Mil duros. Aquella caja conten¨ªa una camiseta blaugrana con el n¨²mero 10 y un nombre enmarcado: Romario. Unos pantalones cortos y unas medias completaban el regalo. Aquel domingo de mayo fue raro. Yo tocaba la trompa en la banda de m¨²sica del pueb...
Este art¨ªculo va sobre una tonter¨ªa. La vida es una tonter¨ªa. Este art¨ªculo, pues, va sobre la vida.
Ten¨ªa nueve a?os cuando una t¨ªa me pregunt¨® qu¨¦ regalo quer¨ªa para la comuni¨®n. No lo dud¨¦. Estaba en el quiosco del pueblo ¡ªno hab¨ªa otro¡ª y costaba cinco mil pesetas. Mil duros. Aquella caja conten¨ªa una camiseta blaugrana con el n¨²mero 10 y un nombre enmarcado: Romario. Unos pantalones cortos y unas medias completaban el regalo. Aquel domingo de mayo fue raro. Yo tocaba la trompa en la banda de m¨²sica del pueblo ¡ªno hab¨ªa otra¡ª y le pregunt¨¦ al presidente si deb¨ªa ir a tocar con la banda o desfilar en mi Primera Comuni¨®n. El hombre sigue ri¨¦ndose 30 a?os despu¨¦s, imagino.
Una catequista mayor no paraba de repetir que estuvi¨¦ramos atentos y disfrut¨¢ramos al m¨¢ximo, que ese iba a ser el d¨ªa m¨¢s feliz de nuestras vidas. Yo prestaba atenci¨®n. Pero no pasaba nada. Absolutamente nada digno de recuerdo. Y pensaba en qu¨¦ sosa ser¨ªa la vida si ese era el mejor de sus d¨ªas. De verdad: no pasaba nada. Bueno, s¨ª. Una cosa. Cuando acab¨® la ceremonia y la banda de m¨²sica me dej¨® en casa con la fanfarria del pasacalle, sucedi¨® algo extraordinario. Sub¨ª a casa. El banquete era all¨ª. Nada de restaurantes: familia numerosa. Solo cruzar la puerta me quit¨¦ el traje prestado de marinerito y abr¨ª la caja con ansia desbocada. As¨ª salgo en todas las fotos del d¨ªa de la comuni¨®n: con gafas de pasta antes de que la pasta fuera cool y vestido de Romario. Camiseta, pantalones, medias.
Todo el mundo pensar¨ªa en lo feliz que era aquel ni?o con su primera camiseta de f¨²tbol en el d¨ªa de su comuni¨®n. La primera camiseta. La del Bar?a. Con el edred¨®n del Bar?a. Con las s¨¢banas del Bar?a. Con la bufanda y la bandera y el bal¨®n firmado y todo del Bar?a. Con las paredes de la habitaci¨®n empapeladas con p¨®sters del Bar?a. Y por fin la camiseta. Qu¨¦ feliz parece ese ni?o de las fotos. Pero hab¨ªa un detalle. Un peque?o detalle que engendrar¨ªa un trauma, y no hay traumas peque?os. El nombre de Romario estaba enmarcado. Y las siluetas de Kappa eran tri¨¢ngulos blancos. Aquella camiseta era falsa. Y el ni?o de las fotos ya nunca ¡ªnunca¡ª tendr¨ªa una camiseta oficial del Bar?a.
Hoy, despu¨¦s de ir acopiando camisetas hist¨®ricas (DDR 74, Argentina 86, Hungr¨ªa 54, Holanda 74, Holanda 88, Holanda 2014), sigo sin sellar aquel trauma; sigo pensando en la camiseta como fetiche y reliquia. Se me van los ojos tras todas ellas. Qu¨¦ tienen. Por qu¨¦ hipnotizan. Qu¨¦ mecanismo emocional desencadenan para que seamos legi¨®n los enfermos de camisetas. Ver una Ford del Valencia, una Feiraco del D¨¦por, una Teka del Madrid, una Marbella del Atl¨¦tico o del Sevilla, una limpia y Kappa del Bar?a o del Athletic, una Bankoa de la Real, una Pikolin del Zaragoza, una Citro?n del Celta, una Canarias del Tenerife. Ves la camiseta y los imaginas a ellos, a los fantasmas vivos: Mijatovic, Bebeto, Zamorano, Futre, Suker, Laudrup, Julen, Kodro, Esn¨¢ider, Mostov¨®i, Dertycia. Siguen ah¨ª. Tras esas telas.
Aquellas publicidades han adquirido el poso encari?ado de la nostalgia. Los anuncios de ahora, en cambio, molestan, chirr¨ªan. Indignan. Hago trabajo de campo. Me fijo en la ¨¦lite del f¨²tbol europeo, la Champions League. De los 32 equipos de esta temporada, en las camisetas de siete clubs est¨¢ el rastro viscoso de Qatar, Abu Dhabi, Dubai y Arabia Saud¨ª. La aerol¨ªnea Emirates Fly Better patrocina al Real Madrid, Arsenal, Milan y Benfica. Qatar Airways al PSG. Ryadh Air al Atl¨¦tico. Etihad Airways al Manchester City. Otros siete equipos lucen en su camiseta la verg¨¹enza de las casas de apuestas: Dafabet la verdiblanca del Celtic. El casino Moosh la del Braga. Betano la del Oporto. Unibet al FC Copenhagen. BetFirst al Royal Antwerp belga. FavBet al Shakhtar Donetsk. Y Plus 500 al BSC Young Boys suizo.
En total, casi la mitad de equipos Champions tienen en su camiseta la tiran¨ªa o la ludopat¨ªa. Parece que d¨¦ igual. Que ya est¨¢ descontado. Otro pelda?o hacia el abismo ¨¦tico del f¨²tbol: pagar casi 100 euros para ser hombre-anuncio del reino del mal. Y me pregunto: ?Suscitar¨¢n nostalgia estas camisetas dentro de 30 a?os? ?O recordaremos con verg¨¹enza hasta qu¨¦ punto lleg¨® a degradarse, por dinero, ese objeto de culto capaz de alegrar un anodino d¨ªa de comuni¨®n?
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