El enga?o del Flaco Menotti
El mayor tesoro que dej¨® fue su capacidad para hablar de f¨²tbol, para pensar sobre el juego sentado en un bal¨®n y con un cigarrillo en la boca
Hubo un tiempo en que los aficionados del Bar?a acud¨ªan al Camp Nou con margen suficiente para ver el calentamiento de Maradona mientras los periodistas no se mov¨ªan de la sala de prensa para escuchar a Menotti. Nadie hab¨ªa explicado mejor el f¨²tbol antes que el Flaco ni jugaba como El Pelusa. El partido y el resultado ya eran una historia diferente que depend¨ªa del contrario, y entonces, en 1983 y 1984, el ant¨ªdoto azulgra...
Hubo un tiempo en que los aficionados del Bar?a acud¨ªan al Camp Nou con margen suficiente para ver el calentamiento de Maradona mientras los periodistas no se mov¨ªan de la sala de prensa para escuchar a Menotti. Nadie hab¨ªa explicado mejor el f¨²tbol antes que el Flaco ni jugaba como El Pelusa. El partido y el resultado ya eran una historia diferente que depend¨ªa del contrario, y entonces, en 1983 y 1984, el ant¨ªdoto azulgrana era el Athletic del Clemente. Ambos eran la noche y el d¨ªa y acabaron de mala manera en una vergonzosa final de Copa del Rey que supuso el adi¨®s de Maradona y de Menotti y el triunfo de los rojiblancos, campeones tambi¨¦n de Liga.
Aunque notables ¨Cconquist¨® tambi¨¦n la Copa, una Copa de la Liga y una Supercopa de Espa?a¨C, los trofeos no fueron el legado m¨¢s importante del Flaco, por m¨¢s que para la memoria cul¨¦ quedar¨¢n siempre los goles que el Pich¨®n Marcos ¨Ccon una butifarra de Schuster incluida¨C y Maradona ¨Caquel en el que Juan Jos¨¦ se dej¨® la entrepierna en el poste derecho del arco de Agust¨ªn¨C le marcaron al Madrid. El mayor tesoro que dej¨® el Flaco fue su capacidad para hablar de f¨²tbol, para pensar sobre el juego sentado en un bal¨®n y con un cigarrillo en la boca, convencido de que el f¨²tbol era tiempo, espacio y enga?o, como le cont¨® a Lu Mart¨ªn.
Aseguraba tambi¨¦n en aquella c¨¦lebre entrevista que el primer t¨¦cnico que intent¨® jugar como Guardiola en el Barcelona fue el propio Menotti. No era arrogancia, sino admiraci¨®n hacia el t¨¦cnico que hoy dirige al Manchester City. El Flaco nos ense?¨® a conversar, a seducir y tambi¨¦n a fumar a todos cuantos desde hac¨ªa tiempo est¨¢bamos pendientes de la llegada a los quioscos de la Rambla de aquella revista argentina llamada El Gr¨¢fico. Todav¨ªa recuerdo que llen¨¦ seis folios con sus declaraciones en la rueda de prensa de presentaci¨®n en el Camp Nou. ¡°Tenemos a jugadores repetidos¡±, precis¨® para explicar c¨®mo ve¨ªa a la plantilla del Bar?a.
¡°Me siento como un m¨²sico ante el mejor de los escenarios¡±, agreg¨® en el momento de pisar el estadio, siempre tan ocurrente que convenci¨® a los directivos, preocupados por las salidas nocturnas de jugadores como Maradona, de que si los partidos se jugaban por la tarde hab¨ªa que entrenar por la tarde y no por la ma?ana, como siempre hab¨ªa sido costumbre en el Camp Nou. No era f¨¢cil mezclar el f¨²tbol de regates de Maradona con los pases largos de Schuster. La cuesti¨®n es que descart¨® continuar en un club al que le pueden las urgencias hist¨®ricas pese a la renovaci¨®n ofrecida por N¨²?ez.
Nos dej¨® con la palabra en la boca y una ¨²ltima sentencia: ¡°El f¨²tbol es el ¨²nico lugar donde me gusta que me enga?en¡±. Habr¨ªa que montar un diccionario con las frases de Menotti. El buen gusto por el juego y su discurso culto y hasta po¨¦tico para hablar de la vida, y por supuesto de la cultura y la pol¨ªtica, provocaron la habitual divisi¨®n de opiniones: unos le adoraban mientras que tambi¨¦n los hubo que le bautizaron despectivamente como ¡°el fil¨®sofo¡±; varios se quedaron con el apodo del Flaco. Si el f¨²tbol se mira con los ojos de Cruyff, se puede explicar con la palabra de Menotti.
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