As¨ª se solidariza el deporte con los afectados por la dana en Valencia: canchas de baloncesto reconvertidas en refugio y Mestalla en un banco de alimentos
El Valencia Basket y el Valencia CF se vuelcan con la ayuda a las personas que quedaron atrapadas por las inundaciones. M¨¢s de 300 personas recibieron cobijo, ropa y comida en l¡¯Alqueria del Basket
En Valencia, desgraciadamente, cuesta menos de diez minutos encontrar a alguien que ha pasado la noche en vilo. Algunos de ellos respiran aliviados a la entrada de L¡¯Alqueria del Basket, uno de los grandes viveros del baloncesto en Europa, un centro del Valencia Basket con 13 canchas reconvertido en un refugio por el que han pasado desde la tarde noche del martes hasta 320 personas y en el que se encuentran alojados 170 damnificados por la dana al caer la noche del mi¨¦rcoles. V¨ªctor Luengo, hist¨®rico capit¨¢n del club, un hombre con su camiseta con el n¨²mero 15 colgada del techo del pabell¨®n que hay al lado, sale de L¡¯Alqueria vestido con la ropa del equipo y el rostro desencajado. ¡°Muy duro, esto es muy duro¡±, murmura mientras atiende igual a un concejal que a un familiar que llega y pregunta angustiado si est¨¢ all¨ª uno de los suyos.
El deporte tambi¨¦n es solidario cuando la tragedia golpea cerca. ¡°El Valencia Basket se puso a disposici¨®n de las instituciones a primera hora de la noche, en cuanto supo que pod¨ªa haber gente sin hogar. No ha dejado de venir gente durante todo el d¨ªa y los trabajadores est¨¢n ayudando para que est¨¦n lo m¨¢s c¨®modos posible. Y aqu¨ª estaremos hasta que haga falta¡±, explica Alberto Chilet, portavoz del club.
Muy cerca, apurando las ¨²ltimas caladas de un cigarrillo, un hombre de mediana edad esboza una sonrisa de escayola para explicar su drama. Sergio Margalef sali¨® de trabajar a las siete y media de la tarde. Se fue a la Estaci¨®n del Norte a coger el tren para ir a Cullera y, al ver que no hab¨ªa servicio ferroviario, decidi¨® subirse a un taxi. ¡°A los 10 minutos son¨® la alarma en el m¨®vil y el taxista y yo nos dimos cuenta de que era algo serio. Diez minutos m¨¢s tarde nos vino esa especie de un mini tsunami por un lateral y empez¨® a subir el agua. Sal¨ª, pas¨¦ a la v¨ªa contraria y unos pocos empezamos a subir hasta un puente y nos quedamos all¨ª toda la noche. Vinieron tres guardias civiles y al final los tuvimos que rescatar tambi¨¦n y acabaron en el puente con nosotros. Lo bueno es que nos dieron mucha tranquilidad en una noche larga y fr¨ªa, hasta las cinco y media que nos rescataron otros guardias civiles¡±.
A Sergio le han dado de comer un arroz ¡°m¨¢s que decente¡± y ensaladilla rusa. Pasea con unas pantuflas, un pantal¨®n largo del Valencia Basket y un polo y una chaqueta del Medio Marat¨®n de Valencia, que se celebr¨® el domingo. Los organizadores de la carrera, tanto la Fundaci¨®n Trinidad Alfonso como la Sociedad Deportiva Correcaminos, acudieron por la ma?ana a L¡¯Alqueria para colaborar y llevar todo lo que encontraron en el almac¨¦n: camisetas, sudaderas¡ Diferentes empresas completaron lo dem¨¢s: alimentos, mantas, colchones... Y algo que era muy necesario: zapatillas y calcetines para v¨ªctimas que llevaban horas descalzas.
Sergio, aparentemente recuperado del susto, daba las gracias por c¨®mo le hab¨ªan recibido. ¡°Nos han tratado de 10. Nada m¨¢s llegar ves m¨¦dicos y te ofrecen comida, caf¨¦, ropa para cambiarse entero, productos de higiene. Esto se agradece despu¨¦s de haber visto y o¨ªdo cosas horribles. Solo me molesta que me obligan a quedarme un d¨ªa m¨¢s¡±.
El Valencia CF tambi¨¦n se solidariz¨® con los damnificados. El club se ali¨® con el Banco de Alimentos de Valencia y convirti¨® Mestalla en un punto para ir a depositar comida y productos de primera necesidad.
No para de entrar y salir gente de L¡¯Alqueria. De un taxi asoma Argimiro, un conocido joyero de la ciudad que cuenta que ha escuchado que hac¨ªan falta toallas y ha llenado un coche entero con bolsas repletas. Sentado en unas sillas altas de la cafeter¨ªa, un par de extranjeros lo observan todo con la mirada perdida. La pel¨ªcula de una noche espantosa no para de pasar en sus cabezas. Roman es polaco y cuenta que en 1995 y 1997 ya vivi¨® unas inundaciones en Polonia. La dana le sorprendi¨® en Alfafar, un pueblo que est¨¢ a siete kil¨®metros de Valencia y donde qued¨® destrozado un paso a nivel. Cuando el agua le llegaba ya por la rodilla se refugi¨® en la escalera de un edificio.
A su lado est¨¢ Berangere, una francesa que el s¨¢bado se vio en medio de otra inundaci¨®n al sur de su pa¨ªs y por este motivo tuvo que retrasar su viaje en coche hasta Lluxent, cerca de Gandia, y por eso se qued¨® atrapada en el coche cuando conduc¨ªa por la V-30. ¡°Fue un desastre porque nadie vino a socorrernos. Nadie. Nos tuvimos que jugar la vida en mitad de la noche con una corriente de agua muy fuerte. Al menos hemos tenido suerte en que aqu¨ª nos han tratado fenomenal¡±.