La melancol¨ªa de Savinho, s¨ªntoma peligroso de la crisis del Manchester City
El extremo brasile?o se apaga y amenaza con apagar a sus compa?eros de ataque en un desaf¨ªo m¨¢s para la gesti¨®n de Guardiola, que empat¨® 2-2 ante el Palace
Rachas de viento en Selhurst Park. Fr¨ªo en Croydon. La tarde es oscura como la noche cerrada en Londres. La Oficina Meteorol¨®gica del Reino Unido ha bautizado a la tormenta: Darragh. El derby de Liverpool, previsto para el s¨¢bado al mediod¨ªa, se ha suspendido, pero el Manchester City salta al campo del Crystal Palace obligado a soportar la carga. Barrido por una epidemia de lesiones, el equipo cuenta una victoria, un empate y seis derrotas en los ¨²ltimos ocho partidos. La penuria produce efectos secundarios. A menos probabilidades de ¨¦xito, m¨¢s lesiones, y m¨¢s desafecci¨®n, en una cadena causal que afecta especialmente un aspecto del juego. Se nota a simple vista cuando los defensas salen conduciendo la pelota y levantan la mirada en busca de compa?eros que se ofrezcan para recibir el pase. ?A d¨®nde est¨¢n los valientes? Bernardo Silva es el primero en aparecer, seguido de G¨¹ndogan, del doliente De Bruyne con su tobillo maltrecho, de Haaland que traslada su cuerpo gigante desde el ¨¢rea, a veces del asustadizo Nunes, que la suelta r¨¢pido, y rara vez del contemplativo Savinho, otra vez v¨ªctima de la melancol¨ªa paralizante que envuelve a un equipo que solo podr¨¢ salir del remolino con grandes dosis de rebeld¨ªa.
El City acaba empatando 2-2 despu¨¦s de quedarse con uno menos y S¨¢vio Moreira de Oliveira es el ¨²ltimo en pedirla porque ha sido el primero en sucumbir a la ola de melancol¨ªa. Fichado al Girona el verano pasado a cambio de 40 millones de euros, este zurdo de 20 a?os, el¨¢stico y veloz, que parece capaz de todo pero suele hacer poco m¨¢s que nada, se encuadra en el perfil de candidato a padecer el S¨ªndrome de Joao F¨¦lix. Lo denuncia su lenguaje gestual en Selhurst Park tres meses despu¨¦s de su irrupci¨®n en un City que comenz¨® la temporada con el empuje optimista que le brindaban sus cuatro campeonatos sucesivos en Inglaterra. En septiembre le preguntaron a Pep Guardiola que qu¨¦ le parec¨ªa el extremo reci¨¦n legado y el t¨¦cnico, en mangas de camiseta en la tarde de calor, abri¨® los ojos entusiasmado: ¡°?Buffff! ?Fue uno de los mejores jugadores de la ¨²ltima Liga espa?ola! Y a diferencia de De Bruyne, Grealish, Bobb y Bernardo, es capaz de jugar indistintamente en la banda izquierda o en la derecha!¡±.
En el magma de un Girona que crec¨ªa, Savinho buscaba la pelota con frenes¨ª, encaraba, desequilibraba, med¨ªa como pocos las distancias para cambiar de ritmo y dejaba a sus rivales atr¨¢s. As¨ª meti¨® 11 goles y dio diez asistencias. Con la camiseta celeste del City es otro. Frente al Sporting de Portugal en Champions, en la noche del 4-1, se hizo humo. Contra el Tottenham, el d¨ªa del desastre del 0-4, Guardiola esper¨® hasta el minuto 74 para quitarlo porque no ten¨ªa m¨¢s recambios. Hasta entonces le hab¨ªa empleado como titular. Entre los elogios y los minutos de acci¨®n, el brasile?o se hab¨ªa sentido importante. Siempre tuvo un concepto elevado de s¨ª mismo, cuentan sus colegas, pero el viaje a Inglaterra acab¨® por convencerlo de su estatuto de superjugador. Cuando la crisis de resultados se desat¨® sobre el equipo y sus defensas hilaron error tras error, Savinho fue de los primeros en adoptar una postura expectante. En lugar de acudir a resolver problemas, se plant¨® en el campo a la espera de que le llevaran la pelota con el drama resuelto y el tiempo y el espacio a su favor. La aspereza del f¨²tbol ingl¨¦s le persuadi¨® de que lo mejor es evitar roces. Algunos compa?eros, que le vieron, comenzaron a hacer cosas parecidas. En la guerra se llama deserci¨®n.
Guardiola detect¨® el cortocircuito y Savinho fue al banquillo contra el Feyenoord, el Liverpool y el Forest. El entrenador le quit¨® como quien cava una zanja para evitar que el incendio se propague. En Londres volvi¨® a la titularidad porque la epidemia de lesiones no permite m¨¢s margen de rotaci¨®n. Rodri, Kovacic, Stones, Bobb, Akanji, Ak¨¦ y Foden est¨¢n de baja. Doku y Grealish vienen de recuperarse de sendos infortunios y deben dosificarse. Este s¨¢bado, tras una hora de escasas intervenciones, demasiado pegado a la raya y muy intimidado por Marc Guehi y Tyrick Mitchell, fue el primero en ser sustituido. En su lugar entr¨® el bravo Doku para oxigenar a su equipo con atrevimiento. Para entonces el City hab¨ªa remontado por segunda vez, con un gol de Lewis. El definitivo 2-2 despu¨¦s de que el Palace marcara en un c¨®rner. Un empate con sabor a recompensa, dadas las circunstancias.
¡°Cogemos un punto despu¨¦s de luchar como siempre en un d¨ªa de condiciones clim¨¢ticas muy malas¡±, dijo Guardiola, taciturno al cabo de un viaje agotador. ¡°Tenemos siete potenciales titulares lesionados. Hicimos todo lo que pudimos por ganar. Estoy orgulloso de los jugadores. Por supuesto que a bal¨®n parado cualquier equipo es mejor que nosotros ahora mismo. ?Pero ah¨ª estuvimos! Ahora de lo que se trata es de sobrevivir¡±.
¡°Tenemos suerte¡±
¡°Tenemos suerte de tener a Erling [Haaland] con su sentido del gol y la amenaza¡±, concluy¨® Guardiola, como pasando lista mentalmente. ¡°Tenemos suerte de tener a Rico, a Bernardo, a Gundo, a Josko... Todos estos jugadores han estado jugando sin descanso en una ¨¦poca complicada¡±.
Guardiola agradeci¨® a los pocos futbolistas que, por no estar lesionados, han tenido que soportar la carga de la crisis jugando d¨ªa tras d¨ªa para sostener al City en el cuarto puesto de la Premier. No mencion¨® a Savinho ni a Nunes, ambos con muy buena salud f¨ªsica pero aquejados por esa melancol¨ªa contagiosa que es peor que la peste cuando los equipos entran en bucles de desconfianza.