Crecer sin complejos
Ante la mirada limpia, optimista y posibilista de nuestros hijos, all¨ª est¨¢bamos los carrozas, los que tuvimos como h¨¦roe al gran y peque?o a la vez Mariano Haro
Cuartos de final de la Eurocopa futbolera. 2008. Lo estoy viendo junto a unos amigos y nuestros hijos. Partido y pr¨®rroga terminan en tablas. Toca penaltis. Enfrente, Italia. Casi nada. Me levanto y verbalizo algo que seguramente est¨¢ en la cabeza de todos los mayores. Perdemos seguro. Los m¨¢s j¨®venes nos miran. ?A qu¨¦ viene ese pesimismo? ?Por qu¨¦ no vamos a ganarles? 2024. Fallece el gran Mariano Haro. Con estos dos momentos, aparentemente inconexos, se puede explicar una de las claves de la evoluci¨®n del deporte espa?ol. Empecemos por Mariano.
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Cuartos de final de la Eurocopa futbolera. 2008. Lo estoy viendo junto a unos amigos y nuestros hijos. Partido y pr¨®rroga terminan en tablas. Toca penaltis. Enfrente, Italia. Casi nada. Me levanto y verbalizo algo que seguramente est¨¢ en la cabeza de todos los mayores. Perdemos seguro. Los m¨¢s j¨®venes nos miran. ?A qu¨¦ viene ese pesimismo? ?Por qu¨¦ no vamos a ganarles? 2024. Fallece el gran Mariano Haro. Con estos dos momentos, aparentemente inconexos, se puede explicar una de las claves de la evoluci¨®n del deporte espa?ol. Empecemos por Mariano.
Apodado el ¡°Lazarillo de Tormes del atletismo espa?ol¡±, como nos explica Carlos Arribas en su excelente art¨ªculo, Haro representa como ninguno el momento social y deportivo de un pa¨ªs que por entonces iba ya por su cuarta d¨¦cada de dictadura. Sin estructuras ni recursos que pudiesen ayudar significativamente a la planificaci¨®n y desarrollo deportivo, Haro, como Bahamontes o Paquito Fern¨¢ndez Ochoa, surg¨ªan por generaci¨®n espont¨¢nea y se ten¨ªan que buscar la vida para entrenarse y competir en unas m¨ªnimas condiciones. Estas desventajas las supl¨ªa con inteligencia innata, capacidad de sufrimiento y unas dosis de picaresca. Todo muy espa?ol de entonces.
Llegada la competici¨®n, la imagen que ha quedado grabada es verle correr rodeado de competidores n¨®rdicos que eran m¨¢s altos, m¨¢s fuertes y de zancada m¨¢s grande. Tambi¨¦n hab¨ªa atletas africanos, con todo lo que eso supone cuando estamos hablando de recorrer largas distancias. Mariano peleaba, Mariano parec¨ªa siempre que podr¨ªa ganar, pero Mariano nunca llegaba el primero. Tuvo tambi¨¦n opciones de medalla ol¨ªmpica en M¨²nich 72, hasta la ¨²ltima recta pareci¨® que la iba a conseguir, pero se repiti¨® la historia acabando en el peor lugar ol¨ªmpico posible, el cuarto.
?Por qu¨¦ pens¨¢bamos los mayores que nos iban a eliminar en los penaltis? Pues porque nuestra educaci¨®n deportiva estaba influenciada m¨¢s en fracasos que en ¨¦xitos, m¨¢s en complejos de inferioridad que en seguridad competitiva, m¨¢s en objetivos que cre¨ªamos fuera de nuestro alcance que en metas estimulantes. Crecimos viendo perder, no llegando a las finales, consiguiendo medallas con cuentagotas. Los 60 ¨® 70 fueron un erial deportivo, que correspond¨ªa fielmente a lo que era Espa?a en aquellos tiempos de Nodo y blanco y negro.
Llegaron los 80, la democracia y el despertar a una nueva era con la aparici¨®n de algunos ejemplos individuales y colectivos que nos quitaron bastante caspa. Perico, Seve, Fernando Mart¨ªn o la selecci¨®n de baloncesto, fueron poco a poco rompiendo moldes y barreras, hasta los Juegos de Barcelona 92, los primeros donde desde las instituciones p¨²blicas y privadas se dio el impulso necesario para que nuestros atletas encontrasen el h¨¢bitat necesario para entrenarse y competir. El resultado fue espectacular.
Lo que hemos visto y disfrutado desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas ha sido protagonizado por los herederos de aquellos triunfadores de los 90. Chavalas y chavales que en su proceso de formaci¨®n y maduraci¨®n no tuvieron que enfrentarse a ninguna limitaci¨®n a la hora de so?ar con objetivos que anteriormente parec¨ªan inalcanzables. Del imposible se pas¨® al ?por qu¨¦ no? De ah¨ª el desconcierto de nuestros hijos. Ante su mirada limpia, optimista y posibilista, all¨ª est¨¢bamos los carrozas, los que tuvimos como h¨¦roe al gran y peque?o a la vez Mariano Haro.
Hablando de gente que no cree en lo imposible (probablemente inspirada por ejemplos como el de la inquebrantable Amaya Valdemoro) me descubro una vez m¨¢s ante la selecci¨®n femenina de baloncesto. Lo de este domingo ante China ha sido una demostraci¨®n m¨¢s de fe, car¨¢cter, confianza y control emocional. Dec¨ªa ayer Scariolo que les cuesta competir ante tanto f¨ªsico NBA. La Espa?a femenina ha tenido que lidiar con una ostensible desventaja sobre todo debajo del aro y ha logrado sobrevivir. Lo han tenido todo perdido y aun as¨ª han seguido porfiando hasta lograr una victoria de esas que se adjetiva milagrosa y que tienen poco de milagro y mucho de talento y capacidad competitiva.
Por ¨²ltimo Nadal, que creci¨® viendo ganar torneos de Grand Slam y Copa Davis a Corretja, Ferrero o Moy¨¢, ha aceptado la cita con Nole Djokovic. Lo marco en rojo en mi calendario. Ya s¨¦ que no hay muchos motivos para el optimismo, pero ?por qu¨¦ no?
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