Reencuentro con los gigantes de Pirandello
Despu¨¦s de 18 a?os, el franc¨¦s Georges Lavaudant retoma uno de sus grandes ¨¦xitos, 'I giganti della montagna', en catal¨¢n, en el Teatre Nacional
Georges Lavaudant, actual director del Th¨¦?tre Od¨¦on-Th¨¦?tre de l"Europe de Par¨ªs, emprende el pr¨®ximo 15 de abril una extra?a aventura en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC) en Barcelona. Una aventura de la que ¨¦l asegura que tiene algo de incestuoso: "Es como haber conocido primero a la madre y ahora a la hija". I giganti della montagna (Los gigantes de la monta?a), pieza que Luigi Pirandello dej¨® inacabada a su muerte en 1936, obtuvo un gran ¨¦xito en el montaje que Lavaudant realiz¨® en 1981. Dieciocho a?os m¨¢s tarde, el director franc¨¦s retoma este mito pirandelliano con traducci¨®n al catal¨¢n de Narc¨ªs Comadira (Els gegants de la muntanya), escenograf¨ªa y vestuario de Jean Pierre Vergier y m¨²sica de Gerard Maimone. "Es una obra", afirma Lavaudant, "de una poes¨ªa en realidad muy simple, muy sensual. Yo la llamar¨ªa pieza popular, si es que puede utilizarse esta palabra".Es el primer d¨ªa que la compa?¨ªa ensaya al completo en la sala grande del TNC, todav¨ªa sin iluminaci¨®n. Un puente tendido hacia ninguna parte y, tal vez, sobre el abismo de la realidad, es todo el decorado y est¨¢ a¨²n por asfaltar. El vestuario, advierten, no es el definitivo: predomina el negro, los abrigos remiten a un pasado difuso, tal vez los a?os veinte, mientras el fascismo asentaba su brutalidad en el mundo y Pirandello conceb¨ªa este mito en defensa de la poes¨ªa. Llu¨ªs Homar (el mago Cotrone), rodeado de su corte de fantasmas, atiende a la llegada de Carme Elias (Ilse, la actriz), precedida de sus c¨®micos, que llega desde la lejan¨ªa del puente musitando una canci¨®n en italiano, acompa?ada de un acorde¨®n y un viol¨ªn. Georges Lavaudant deja que vayan haciendo, se limita a observar. Se trata de poner en escena el complejo trenzado de movimientos esc¨¦nicos del nutrido grupo de actores, que desgranan sus frases con el justo ¨¦nfasis, pendientes m¨¢s que nada de la coreograf¨ªa.
Cuando interrumpe la escena, Lavaudant se acerca a los actores. Da indicaciones breves, acompa?ado de Ariel Garc¨ªa Vald¨¦s, que traduce e interpreta sus palabras, y vuelta a empezar. "S¨®lo puse dos condiciones para dirigir en el TNC", afirma Lavaudant. "La primera, encontrar una obra muy abierta, barroca. La segunda, tener a mi lado a Ariel Garc¨ªa Vald¨¦s, que conoce bien mi trabajo y sabe qu¨¦ les pido a los actores. Para mi primer trabajo en catal¨¢n, nunca me hubiera atrevido a montar un Ibsen, un Strindberg o un Ch¨¦jov, porque te obligan a profundizar en la psicolog¨ªa y la lengua".
Lavaudant prefiri¨®, en efecto, retomar un trabajo que ya hab¨ªa realizado 18 a?os atr¨¢s. "La idea", explica Lavaudant, "es recuperar numerosos elementos de la primera puesta en escena. Reinventarla a partir de lo que ya exist¨ªa. Es cierto que la obra de Pirandello es muy abierta, pero ya la cerramos en 1981. Ahora reinventamos con los actores lo que ya hicimos. Trabajas con recuerdos, fantasmas. Tienes la impresi¨®n de redescubrir las preguntas. Encuentras las motivaciones intactas, como un tesoro que hubiese permanecido oculto. Y, al mismo tiempo, todo es diferente: no es la misma lengua, han pasado 20 a?os, el trabajo es enorme. Pero tengo un sentimiento sorprendente: si en 1981 pensaba que era actual, ahora pienso que todav¨ªa lo es m¨¢s".
?Es necesaria la actualidad en teatro? "Desconf¨ªo de ella, porque lo bonito del teatro es que se aleja de la actualidad. Son tiempos distintos. Lo que importa de Els gegants de la muntanya es que discute la necesidad de la poes¨ªa en una ¨¦poca violenta. ?Puede existir una obra de poes¨ªa pura en un tiempo as¨ª?, se pregunta Cotrone, que ha huido de ese mundo dominado por los gigantes, constructores megal¨®manos, insensibles, brutales. Pirandello da pistas de que, para ¨¦l, los gigantes son los fascistas, pero todo es metaf¨®rico. En el subt¨ªtulo no habla de drama, comedia o farsa, sino de mito. La palabra fascista no aparece escrita por ninguna parte. El hecho de que Pirandello nunca lograra acabar el tercer acto, que es cuando hubieran debido aparecer los gigantes, no es un azar. Es como si Pirandello hubiese sido incapaz de definir a sus gigantes".
"Yo dir¨ªa", contin¨²a Lavaudant, "que la pieza est¨¢ concebida desde una actitud muy siciliana, presocr¨¢tica. Cotrone insiste en que la poes¨ªa est¨¢ en las cosas m¨¢s simples: el agua, el aire, el fuego, la tierra, como quer¨ªa Emp¨¦docles. Y va m¨¢s all¨¢. S¨®lo con creer en ellas, las cosas ya existen. En un momento alguien viene a decir que somos ni?os y que, aun envejeciendo, si queremos ser ni?os podemos seguir si¨¦ndolo".
Els gegants de la muntanya es un texto extremadamente abierto, que obliga al director a liberar su creatividad pl¨¢stica. ?Es ¨¦se el mayor placer de este montaje? "Lo que me interesa", responde Lavaudant casi tajante, "es el trabajo fuerte con los actores porque un decorado no es m¨¢s que un decorado. Strehler, por ejemplo, hizo diferentes versiones de su Arlecchino, y lo apasionante era precisamente que los actores eran nuevos. Donde s¨ª hay placer es en el hecho de que esta pieza contiene todas las formas teatrales posibles: drama, pantomima, sue?o, marionetas... Lo dif¨ªcil es, como ocurre en Fellini, el equilibrio entre lo grotesco y lo po¨¦tico, el paso muy r¨¢pido de un extremo a otro. Otra parte del trabajo del director est¨¢ tambi¨¦n en comprender de d¨®nde procede la obra. Devolverla a Sicilia. Quiz¨¢ por eso asoci¨¦ enseguida las marionetas que pide Pirandello con las momias que se exhiben en un convento cerca de Palermo".
Georges Lavaudant regresa a los actores. Sube a escena y, si es necesario, se tumba en el suelo para mostrar el gesto preciso que requiere de alguno de ellos. A ¨²ltima hora repasan, sin interrupciones, todo lo ensayado por la tarde. Todo vuelve a empezar.
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