Fatiga en la deuda soberana
La extensi¨®n del brazo monetario tiene l¨ªmites econ¨®micos, conceptuales y hasta intergeneracionales
Que la acci¨®n de los bancos centrales est¨¢ anestesiando gran parte de las primas de riesgo soberano no es nuevo. El rescate de las autoridades monetarias, sin ser una soluci¨®n ¨®ptima a largo plazo, es lo mejor que se ha tenido a mano. En tiempos de pandemia lo sigue siendo. No obstante, es apreciable que la miop¨ªa temporal que puede generar el apoyo monetario en la sensaci¨®n de riesgo de los inversores puede convertirse en vista algo fatigada para la qu...
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Que la acci¨®n de los bancos centrales est¨¢ anestesiando gran parte de las primas de riesgo soberano no es nuevo. El rescate de las autoridades monetarias, sin ser una soluci¨®n ¨®ptima a largo plazo, es lo mejor que se ha tenido a mano. En tiempos de pandemia lo sigue siendo. No obstante, es apreciable que la miop¨ªa temporal que puede generar el apoyo monetario en la sensaci¨®n de riesgo de los inversores puede convertirse en vista algo fatigada para la que no se tienen (o no se quieren usar) las gafas oportunas. Hasta tal punto que solo tomamos la parte de los proverbios y de la sabidur¨ªa hist¨®rica que m¨¢s nos conviene, olvidando el resto. De aquello de ¡°espera lo mejor, prep¨¢rate para lo peor y acepta lo que venga¡± queda solamente la parte de la esperanza. As¨ª son los mercados en el 2020 pand¨¦mico.
Los bancos centrales son r¨¢pidos francotiradores ante cualquier movimiento en caliente de la deuda p¨²blica. Sin embargo, hay motivos para la preocupaci¨®n y para no perder de vista las primas de riesgo. Existe escasa diferencia entre la rentabilidad de un bono americano a tres meses o a tres a?os. Lo mismo ocurre con los bonos europeos. El mercado tiene la misma (poca) habilidad para estimar lo que va a pasar en noviembre de este a?o que en agosto de 2023. Al mismo tiempo, los Gobiernos no tienen m¨¢s remedio que seguir endeud¨¢ndose para combatir la pandemia. Encuentran demanda en sus colocaciones. Eso s¨ª, gran parte de los compradores son las entidades financieras nacionales de cada jurisdicci¨®n y, en mucha menor medida, los inversores internacionales, ya muy retra¨ªdos.
Aunque muchos lectores no lo puedan creer ¡ªno se les puede culpar¡ª en los mercados hay cierto optimismo. Radica en la esperanza de que la vacuna para la covid-19 llegue pronto, la interpretaci¨®n de que hay controles suficientes para estabilizar el virus en EE UU y otros pa¨ªses avanzados y la apreciaci¨®n de ciertas mejoras en el consumo y producci¨®n industrial. Tal vez la trampa interpretativa es que venimos de tan abajo (confinamientos) que entusiasma cualquier indicador cada mes muestre mejoras.
Incluso si esos escenarios positivos acontecen, hay importantes riesgos soberanos por efectos distributivos. El control de la pandemia en los emergentes es dispar. Afortunada paradoja que Argentina haya salido del default en un momento como el actual, pero existen expectativas mucho menos favorables para Brasil o, en general, cualquier pa¨ªs que haya gestionado mal la pandemia o se sit¨²e demasiado atr¨¢s en la carrera para acceder a una vacuna. Aunque medidas como el cr¨¦dito oficial internacional puedan actuar como potentes paliativos en el futuro para asistir a los rezagados, no existe ning¨²n seguro o sistema de ayuda que cubra una pandemia desigual a largo plazo. Muchos pa¨ªses afrontan ya, de hecho, problemas de movilidad de personas, de bienes y de capital. La extensi¨®n del brazo monetario tiene l¨ªmites econ¨®micos, conceptuales y hasta intergeneracionales. La anestesia del riesgo soberano no es eterna.