La hemorragia del pillaje lastra a Mal¨ª
El pa¨ªs africano, inmerso en una grave crisis que desemboc¨® en el golpe de Estado del pasado 18 de agosto, es el tercer productor de oro de ?frica
El pasado 18 de agosto, un reducido grupo de soldados asaltaba la armer¨ªa de la base militar de Kati, a las afueras de Bamako, y, sin encontrar resistencia, daba inicio al cuarto golpe de Estado en la historia de Mal¨ª. Decenas de miles de personas,sobre todo j¨®venes, lo celebraron en las calles por todo lo alto. La explicaci¨®n a esta euforia hay que buscarla en la profundidad de una crisis de triple rostro: en materia de seguridad, con tres cuartas partes del pa¨ªs amenazadas por la violenci...
El pasado 18 de agosto, un reducido grupo de soldados asaltaba la armer¨ªa de la base militar de Kati, a las afueras de Bamako, y, sin encontrar resistencia, daba inicio al cuarto golpe de Estado en la historia de Mal¨ª. Decenas de miles de personas,sobre todo j¨®venes, lo celebraron en las calles por todo lo alto. La explicaci¨®n a esta euforia hay que buscarla en la profundidad de una crisis de triple rostro: en materia de seguridad, con tres cuartas partes del pa¨ªs amenazadas por la violencia yihadista; de mal gobierno, con la corrupci¨®n gangren¨¢ndolo todo; y econ¨®mica, con un pa¨ªs tan rebosante de recursos como de frustraci¨®n por ver c¨®mo sus beneficios vuelan hacia el exterior.
Pese a que buena parte del pa¨ªs est¨¢ enclavado en la dura banda saheliana, Mal¨ª, con unos 20 millones de habitantes, tiene razones para sentirse afortunado. Produce m¨¢s alimentos de los que necesita, es autosuficiente en cereales como mijo y sorgo y cubre el 93% de su demanda interna de arroz. Es el primer exportador de algod¨®n del continente y el segundo de ganado de ?frica occidental. Por su territorio atraviesan dos grandes r¨ªos, el N¨ªger y el Senegal, que aportan agua para regar los campos, pescado y electricidad gracias a dos grandes presas. En su subsuelo hay fosfatos, petr¨®leo y, sobre todo, mucho oro, del que es el tercer productor africano tras Ghana y Sud¨¢frica.
Y sin embargo, Mal¨ª ocupa el puesto 184 de 189 en la lista de pa¨ªses por su ?ndice de Desarrollo Humano, que combina indicadores como la esperanza de vida, el PIB per c¨¢pita y la alfabetizaci¨®n. El 36% de los ciudadanos vive en la pobreza extrema. ¡°El problema radica en que no hay transformaci¨®n de esos productos¡±, asegura Mamadou Goita, economista y experto en desarrollo, ¡°el sector agr¨ªcola necesita inversi¨®n y modernizarse. El Estado destina el 15% de su presupuesto anual a este cap¨ªtulo, pero casi todo se va en la compra de abonos qu¨ªmicos que se producen en el extranjero. El dinero vuela al exterior¡±.
Beneficios irrisorios
Con el oro pasa algo similar. Mal¨ª produce unas 70 toneladas anuales pero de ellas s¨®lo obtiene el 20% de los beneficios en concepto de royalties, menos de 500 millones de euros. ¡°El 80% del valor de uno de nuestros principales recursos se lo quedan las empresas extractoras y transformadoras, sobre todo canadienses y suizas. En realidad se podr¨ªa decir que Mal¨ª es quien est¨¢ sosteniendo al norte y no al rev¨¦s¡±, a?ade Goita, para quien es urgente una reforma de la ley minera, adoptada en 1992 bajo la presi¨®n de los organismos financieros internacionales.
La escasa industrializaci¨®n y la fuerte dependencia del exterior dibujan un panorama poco halag¨¹e?o, pero estos factores aliados con la corrupci¨®n forman un tr¨ªo devastador.
En marzo de 2019, Mamadou Sinsy Coulibaly, presidente de la patronal de Mal¨ª, acus¨® p¨²blicamente al presidente del Tribunal Supremo de ser ¡°el funcionario m¨¢s corrupto y peligroso del pa¨ªs¡± y amenaz¨® con publicar una lista con 1.600 trabajadores de la Administraci¨®n que extorsionan de manera sistem¨¢tica a los empresarios. Aquello fue el grito desesperado desde el coraz¨®n de un sistema en el que pagar sobornos a empleados p¨²blicos, untar a conseguidores y financiar a pol¨ªticos forma parte del paisaje.
No es casualidad que sea en Mal¨ª donde salt¨® la chispa de la violencia en el Sahel, all¨¢ por el a?o 2012. ¡°El problema de la inseguridad en el norte y de su extensi¨®n al centro del pa¨ªs no es la religi¨®n de esos supuestos grupos yihadistas, sino el desempleo. En Mopti le ofrecen a un chaval 100 d¨®lares por coger un arma e ir a la guerra y va de cabeza porque no tiene esperanza de casarse, de mantener a una familia, de tener un futuro¡±, remata Goita, ¡°lo que hay que hacer es cortar la hemorragia de todo el enorme potencial que tiene Mal¨ª que se est¨¢ desperdiciando por el pillaje y el mal gobierno¡±.
Seg¨²n la Plataforma contra la Corrupci¨®n y el Paro, un colectivo de la sociedad civil, unos 380 millones de euros p¨²blicos desaparecen cada a?o por el sumidero del despilfarro. Menos de un a?o despu¨¦s de llegar al poder, el presidente Ibrahim Boubacar Keita, que acaba de ser derrocado por el golpe de Estado, destin¨® 30 millones de euros a comprar un lujoso avi¨®n presidencial, m¨¢s o menos la misma cantidad que el pa¨ªs recib¨ªa en ayuda humanitaria. Su hijo Karim, que hab¨ªa sido elegido diputado, se convirti¨® en el centro de las iras de los malienses despu¨¦s de que se divulgara por las redes sociales un v¨ªdeo en el que aparec¨ªa de fiesta en un yate de lujo en el extranjero.
Pero los Keita ya son cosa del pasado. Una junta militar presidida por el coronel Assimi Goita rige los destinos de Mal¨ª desde el pasado 18 de agosto. A¨²n es pronto para adivinar qui¨¦n conducir¨¢ la transici¨®n hacia unas nuevas elecciones, aunque probablemente civiles y militares se repartan el poder, pero la marea humana que durante meses pidi¨® cambios desde las calles impulsada por el Movimiento 5 de junio y su l¨ªder espiritual, el imam Mahmoud Dicko, conf¨ªa en que la lucha contra la corrupci¨®n sea uno de los ejes que presida su acci¨®n de gobierno. ¡°El sistema le fall¨® a los malienses, algo as¨ª no deber¨ªa volver a ocurrir¡±, asegura Ibrahim Ma?ga, experto en Mal¨ª del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS).
Cuando el coronavirus irrumpi¨® en este pa¨ªs africano, el Gobierno anunci¨® una inversi¨®n de 760 millones de euros para ayudar a los m¨¢s vulnerables de entre el 80% de la poblaci¨®n que vive de la econom¨ªa informal. Ousmane Tounkara, joven soci¨®logo en paro, se pregunta d¨®nde est¨¢ ese dinero. ¡°En este pa¨ªs no hay estad¨ªsticas fiables, las cosas funcionan porque la gente sale cada d¨ªa a buscarse unos francos para sobrevivir. Y nada m¨¢s. Buena parte de esos millones los habr¨¢n cogido quienes estaban cerca del poder y conocen el acceso a los fondos. El resto, nada. Ahora con los militares eso se va a acabar¡±, concluye. Gestionar las expectativas de un cambio tan profundo ser¨¢ el mayor reto de los nuevos gobernantes.