Golpistas sobre la ola de una protesta popular en Mal¨ª
El coronel Assimi Goita, que combati¨® contra los yihadistas, asume el mando del pa¨ªs con una sublevaci¨®n medida al mil¨ªmetro


¡°Me presento: soy el coronel Assimi Goita, presidente del Comit¨¦ Nacional para la Salvaci¨®n del Pueblo¡±. Con estas palabras se desvelaba el misterio de qui¨¦n ser¨ªa el nuevo l¨ªder de facto en Mal¨ª tras el golpe de estado de este martes y la dimisi¨®n forzada del presidente Ibrahim Boubacar Keita, todav¨ªa retenido por los putschistas. Oficial del Ej¨¦rcito de Tierra, de unos 40 a?os, Goita era hasta ahora el m¨¢ximo responsable de las Fuerzas Especiales malienses con base en la turbulenta regi¨®n central del pa¨ªs, con amplia experiencia de combate contra los yihadistas y con buenas conexiones internacionales. Sin embargo, solo es la cabeza visible de un golpe en el que poco se ha dejado a la improvisaci¨®n.
La Comunidad Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental (Cedeao) insiste en pedir la liberaci¨®n del presidente y el primer ministro e incluso que sean repuestos en sus cargos. Pese a ello, los presidentes de la regi¨®n son conscientes de que si bien su primera demanda acabar¨¢ logr¨¢ndose, la segunda es poco menos que imposible. Una delegaci¨®n de alto nivel negocia en Bamako con los golpistas cuestiones m¨¢s realistas, como la hoja de ruta de la transici¨®n y qui¨¦n ser¨¢ el hombre que lidere un proceso a la sudanesa, con el poder en manos de un consejo nacional integrado por civiles y militares, que desembocar¨¢ en elecciones libres.
A Goita le rodea un cierto aura de h¨¦roe de guerra. Nada m¨¢s conocerse su nombre comenzaron a circular informaciones en las redes sociales sobre su participaci¨®n, en 2012, en la batalla de Tinzawatene contra los rebeldes tuaregs, en la que fue apresado por el Movimiento Nacional de Liberaci¨®n del Azawad (MNLA). ¡°S¨ª sabemos a ciencia cierta que estuvo en Boulikessi en 2019 y que combati¨® all¨ª contra los yihadistas¡±, asegura el investigador Marc Andr¨¦ Boisvert, experto en el Ej¨¦rcito de Mal¨ª. En este enfrentamiento, uno de los peores golpes sufridos por las Fuerzas Armadas de este pa¨ªs, los radicales lograron ocupar por unas horas un puesto militar y fallecieron unos 85 soldados.
Pero el presidente de la junta militar no actu¨® solo. La primera referencia de qui¨¦nes eran sus compa?eros, la foto de familia de los golpistas, fue su aparici¨®n p¨²blica en un estudio televisivo menos de 24 horas despu¨¦s del comienzo de la asonada militar. Junto a Goita se encuentran otros cuatro oficiales, todos coroneles, Malick Diaw, Sadio Camara, Modibo Kol¨¦ e Ismael Wagu¨¦. M¨¢s o menos de id¨¦ntica edad, algunos de la misma promoci¨®n, amigos entre ellos, con historial guerrero y todos en la segunda l¨ªnea de la estructura jer¨¢rquica del Ej¨¦rcito de Mal¨ª. No son los generales, pero est¨¢n muy cerca del alto mando.
A diferencia del ¨²ltimo y ca¨®tico golpe de Estado en Mal¨ª de 2012, en el que distintos cuerpos de las Fuerzas Armadas se enfrentaron entre s¨ª, en esta ocasi¨®n no hubo ning¨²n tipo de resistencia armada. No est¨¢ claro a¨²n si ello obedeci¨® a la r¨¢pida detenci¨®n de ciertos generales o si, por el contrario, la unanimidad era total y estos prefirieron dejar que fueran oficiales de menor grado quienes asumieran el riesgo de ponerse al frente de la asonada.
A juicio de Lori-Anne Theroux-Benoni, directora del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS), este ha sido un golpe ¡°bien ejecutado¡±. ¡°Deja entrever que hab¨ªa una o varias cabezas pensantes detr¨¢s. Circulan muchos rumores sobre la connivencia de generales e incluso algunos nombres sin confirmar. Pero en todo caso no estamos hablando de amateurs, sino de personas con un profundo conocimiento de c¨®mo funciona el Estado y la comunidad internacional¡±, se?ala.
Dos hechos confirman esta tesis. En primer lugar, Keita no solo se vio obligado a dimitir sino que fue forzado a firmar la disoluci¨®n del Parlamento. Esto anulaba la posibilidad de que el presidente o el vicepresidente de la Asamblea Nacional asumieran el poder en caso de vac¨ªo, tal y como est¨¢ previsto por ley. En segundo lugar, una vez que constataron la ausencia de resistencia interna y que ten¨ªan el poder en sus manos, los golpistas se apresuraron a tranquilizar a la comunidad internacional garantizando el respeto a los acuerdos y compromisos firmados y prometiendo un proceso de transici¨®n hacia la democracia mediante unas elecciones libres y transparentes.
¡°Estos golpistas no se parecen mucho a las generaciones anteriores de lobos solitarios¡±, asegura Bakary Sambe, director del Instituto Timbukt¨² y experto en el Sahel. ¡°Se trata m¨¢s bien de un grupo bien organizado que se desliza sobre la ola de una protesta popular. Queda por ver cu¨¢les son sus v¨ªnculos con el movimiento popular 5 de junio (M5) y si cuentan con apoyo internacional o de ciertas potencias para sobrevivir ante la tanda de sanciones africanas y occidentales que se avecina¡±, avanza.
La l¨®gica unanimidad de las condenas de los organismos internacionales, que no pueden mostrar fisuras, al menos formales, ante una ruptura tan flagrante del orden constitucional, contrasta con las muestras de euforia y la satisfacci¨®n general con la que la poblaci¨®n maliense ha vivido este proceso. De hecho, golpistas y l¨ªderes del movimiento popular 5 de junio mantuvieron contactos previos al putsch, lo que no significa que hubiera coordinaci¨®n. ¡°No creo que estuvieran al corriente¡±, a?ade Theroux-Benoni, ¡°de hecho el M5 tard¨® mucho en adoptar una posici¨®n oficial¡±, que result¨® ser favorable al golpe. Seg¨²n considera esta experta, la unidad de este heterog¨¦neo movimiento se pondr¨¢ a prueba a partir de ahora dada la disparidad de ideolog¨ªas y objetivos de sus miembros. ¡°Solo les un¨ªa su demanda de dimisi¨®n del presidente Keita, pero este ya no est¨¢¡±.
Parecida opini¨®n defiende Sambe. ¡°Lo m¨¢s duro de los golpes de Estado llega despu¨¦s de que sus protagonistas son aclamados como libertadores. Incluso los l¨ªderes del M5 se van a encontrar frente a la realidad de la gesti¨®n cotidiana del poder y de los problemas que ellos mismos han sacado a la luz durante los meses de manifestaciones. Ahora tendr¨¢n que encontrar soluciones sostenibles frente a una calle que tiene sus urgencias y no puede esperar m¨¢s¡±, asegura el investigador.
Un ej¨¦rcito en proceso de reforma
En 2012, el Ej¨¦rcito de Mal¨ª se parec¨ªa m¨¢s bien a una banda desorganizada de hombres armados que respond¨ªan a diferentes jefes sin demasiada coordinaci¨®n entre s¨ª. Hab¨ªa tantos uniformes distintos que la primera medida adoptada durante la intervenci¨®n militar francesa fue coser unos escudos a la ropa para poder identificarlos y que no acabaran muriendo bajo fuego amigo. Pero las cosas han cambiado. ¡°Se ha hecho un enorme trabajo de reforma de este ej¨¦rcito desde 2014 pero para que se produzca un cambio profundo hacen falta por lo menos 15 a?os, seis no es suficiente¡±, asegura Boisvert, quien acaba de presentar su tesis doctoral sobre las Fuerzas Armadas de Mal¨ª (FAMA).
El primer cambio es su n¨²mero, ha pasado de 12.000 efectivos hace ocho a?os a los casi 25.000 de la actualidad. El nivel t¨¢ctico y estrat¨¦gico tambi¨¦n ha mejorado y en ello la misi¨®n de formaci¨®n de la Uni¨®n Europea (EUTM), en la que participan unos 200 soldados espa?oles, ha jugado un rol importante. ¡°Sin embargo, hay un problema de doctrina militar, de filosof¨ªa, m¨¢s profundo. Esto se manifiesta por ejemplo en el respeto de los Derechos Humanos. En una guerra asim¨¦trica debes tener el apoyo de la poblaci¨®n¡±, a?ade Boisvert. Las FAMA han sido se?aladas, incluso en informes de Naciones Unidas, por haber cometido masacres y ejecuciones extrajudiciales. ¡°Tiene que haber una justicia militar para que estas acciones sean castigadas. Y en el caso de Mal¨ª o no existe o no es eficaz¡±, a?ade el experto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
