Armstrong, milmillonario por la gracia del bitcoin
El cofundador de Coinbase, monedero de criptodivisas, pretende sacar la firma a Bolsa en pleno auge del negocio
Brian Armstrong, cofundador y director ejecutivo de Coinbase, una billetera digital para almacenar bitcoins, no es solo el ¨²ltimo reci¨¦n llegado al club de los milmillonarios: tambi¨¦n es la estrella emergente de las tecnol¨®gicas. Armstrong (38 a?os) se da un aire a Marck Zuckerberg: esa imagen barbilampi?a y visionaria de j¨®venes prodigios con una misi¨®n que va m¨¢s all¨¢ del negocio y se adentra en la revoluci¨®n de las costumbres. Como el primer ejecutivo de Coinbase, tambi¨¦n est¨¢ dispu...
Brian Armstrong, cofundador y director ejecutivo de Coinbase, una billetera digital para almacenar bitcoins, no es solo el ¨²ltimo reci¨¦n llegado al club de los milmillonarios: tambi¨¦n es la estrella emergente de las tecnol¨®gicas. Armstrong (38 a?os) se da un aire a Marck Zuckerberg: esa imagen barbilampi?a y visionaria de j¨®venes prodigios con una misi¨®n que va m¨¢s all¨¢ del negocio y se adentra en la revoluci¨®n de las costumbres. Como el primer ejecutivo de Coinbase, tambi¨¦n est¨¢ dispuesto a transformar radicalmente un h¨¢bito inveterado, en su caso el del uso del dinero, d¨¢ndole una dimensi¨®n a¨²n insondable.
Coinbase, la mayor plataforma de comercio de criptomonedas con sede en San Francisco, va a salir a Bolsa, y Armstrong ser¨¢ uno de los mayores beneficiarios: el valor de su participaci¨®n se estima entre 7.000 y 15.000 millones de d¨®lares (entre 5.800 y 12.450 millones de euros), seg¨²n el nivel de ventas de la divisa virtual, en racha alcista.
Una carrera mete¨®rica para la compa?¨ªa, creada en 2012, y para su cofundador, un licenciado en Econ¨®micas por la exclusiva Universidad Rice que protagoniza una revoluci¨®n en un sector, el de las criptomonedas, contemplado a¨²n con recelo por muchos, pero al que se adscriben cada vez m¨¢s personas, desde congresistas estadounidenses hasta grandes compa?¨ªas, como Tesla.
Sin datos sobre su vida
Armstrong ha desarrollado en tiempo r¨¦cord un liderazgo poderoso. Poco se sabe de su vida, salvo su paso previo por Airbnb; ni siquiera su lugar de nacimiento o sus opiniones sobre el mundo que le rodea. Porque fuera del bitcoin y, sobre todo, de su empresa, nada parece llamar su atenci¨®n. No extra?a por tanto que una arenga suya a los empleados inst¨¢ndoles a centrarse en el trabajo ¡ªes decir, en los objetivos de la compa?¨ªa¡ª y a aparcar cualquier inquietud social haya causado estr¨¦pito en las redes. ?D¨®nde va a desarrollarse su apostolado, si no en ellas?
En septiembre pasado, en un receso de un a?o excepcionalmente intenso en t¨¦rminos pol¨ªticos ¡ªcuando las manifestaciones contra la injusticia racial apenas s¨ª hab¨ªan amainado, y en v¨ªsperas de unas elecciones presidenciales decisivas¡ª, Armstrong public¨® un post que era a la vez un manifiesto mesi¨¢nico y una hoja de ruta para sus 1.420 empleados.
La consigna era inapelable: nada de secundar causas pol¨ªticas o sociales; el que no est¨¦ de acuerdo, mejor que abandone el barco. Unos 60 trabajadores aceptaron el incentivo, una paga equivalente al sueldo de entre cuatro y seis meses, seg¨²n la antig¨¹edad, y firmaron el finiquito. ¡°La vida es demasiado corta para trabajar en una empresa en la que no te sientes a gusto¡±, les anim¨® personalmente por correo electr¨®nico.
En la publicaci¨®n que arm¨® el revuelo y en el mensaje que luego dirigi¨® a la plantilla, Armstrong alud¨ªa a la efervescencia activista en las grandes empresas de Silicon Valley, constituidas casi en referentes progresistas contra los abusos sexuales (Google), la discriminaci¨®n racial (Facebook) u otras causas pujantes.
Contra la participaci¨®n social
As¨ª que, al rev¨¦s que otras muchas compa?¨ªas, que incentivan e incluso invitan a sus trabajadores a una participaci¨®n activa ¡ªpor ejemplo, grandes l¨ªderes empresariales de Nueva York, que han animado a cerca de 100.000 empleados a votar en las pr¨®ximas elecciones a la alcald¨ªa¡ª, Armstrong ha anatemizado toda inquietud social al considerar que cualquier inter¨¦s ajeno al negocio detrae esfuerzos para el triunfo. ¡°Aunque creo que estos esfuerzos [el apoyo a causas sociales] son bienintencionados¡±, escrib¨ªa para curarse en salud, ¡°tienen el potencial de destruir mucho valor en la mayor¨ªa de las empresas, tanto por ser una distracci¨®n como por su car¨¢cter divisivo¡±.
El resquemor social de Armstrong parece tener su origen en un incidente embarazoso ocurrido en junio, durante una convenci¨®n de la empresa, cuando el jefe ejecutivo de Coinbase habr¨ªa rechazado pronunciarse p¨²blicamente a favor del movimiento Black Lives Matter, seg¨²n empleados citados, an¨®nimamente, por el portal The Business of Business (otras fuentes, sin embargo, se?alan su apoyo expl¨ªcito en Twitter a las movilizaciones).
En octubre pasado, seg¨²n el citado portal, la tenista e inversora Serena Williams borr¨® toda menci¨®n acerca de Coinbase de la p¨¢gina web de su firma de capital riesgo, Serena Ventures.
As¨ª que, mientras para algunos Armstrong suma a su olfato para las finanzas un modelo de gesti¨®n destinado a sentar precedentes, para Silicon Valley ¡ªejemplo de mayor liberalidad, al menos ideol¨®gica¡ª es un l¨ªder mojigato, adem¨¢s de torpe y miope en su empe?o de deso¨ªr las innumerables reivindicaciones en curso. Pero que Armstrong har¨¢ escuela, tanto en la gesti¨®n como en la doctrina, no hay que dudarlo. Que algunos de sus empleados se planteen volver a las catacumbas, tampoco.
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