¡°Mi hijo es feliz en la escuela especial¡±
Jaime, de 15 a?os y con s¨ªndrome de Down, estuvo matriculado hasta los 14 en un centro ordinario. Sus padres decidieron sacarle por la complejidad del curr¨ªculo
Cuando Cristina P¨¦rez, madre de Jaime, dio a luz hace 15 a?os, se enter¨® de que su hijo era s¨ªndrome de Down. Su primera reacci¨®n fue el ¡°desconcierto absoluto¡±. Es el cuarto de cinco hermanos y, a diferencia de las anteriores experiencias de Cristina, el esfuerzo para conseguir que diese su primer paso, o cogiese un objeto requer¨ªa toda su implicaci¨®n. ¡°Jaime es la maternidad en estado puro, toda mi energ¨ªa ha sido para ¨¦l y no me ha costado nada pelear hasta encontrar el sistema educativo que mejor le encaja¡±, explica. Es jueves por la tarde y tres de los hermanos de Jaime merodean por el sa...
Cuando Cristina P¨¦rez, madre de Jaime, dio a luz hace 15 a?os, se enter¨® de que su hijo era s¨ªndrome de Down. Su primera reacci¨®n fue el ¡°desconcierto absoluto¡±. Es el cuarto de cinco hermanos y, a diferencia de las anteriores experiencias de Cristina, el esfuerzo para conseguir que diese su primer paso, o cogiese un objeto requer¨ªa toda su implicaci¨®n. ¡°Jaime es la maternidad en estado puro, toda mi energ¨ªa ha sido para ¨¦l y no me ha costado nada pelear hasta encontrar el sistema educativo que mejor le encaja¡±, explica. Es jueves por la tarde y tres de los hermanos de Jaime merodean por el sal¨®n de un adosado de un barrio acomodado de Madrid. El mayor, universitario, hace los deberes desde un office junto a la cocina. Una de sus hermanas, que compite en gimnasia r¨ªtmica, sale disparada a su entrenamiento, y el peque?o observa y comenta la jugada mientras el fot¨®grafo echa unos retratos a madre e hijo. ¡°Hay que ser objetiva con las necesidades de cada ni?o, yo he buscado el mejor colegio para cada uno de mis hijos y con Jaime tengo claro lo que quiero: que el d¨ªa de ma?ana pueda vivir en un piso tutelado y ser independiente¡±, cuenta Cristina.
Tanto ella como su marido se declaran defensores de la escuela inclusiva, creen que es necesario que los ni?os con discapacidad est¨¦n presentes en el d¨ªa a d¨ªa de los que no la tienen. No son partidarios de modelos segregadores y por eso desde el principio matricularon a ¡°Jaimochu¡± ¡ªcomo lo llama su madre¡ª en un colegio ordinario. Pronto se dieron cuenta de que ese centro no dispon¨ªa de los recursos ni el personal para acompa?ar a su hijo en un ritmo de aprendizaje diferente al de los dem¨¢s. Cristina busc¨® la manera de solucionar el problema sin renunciar a sus ideales y encontr¨® una fundaci¨®n privada, Talita, muy extendida en Barcelona y con pocos a?os de andadura en Madrid. ¡°Su funci¨®n es adaptar todo el material curricular para que los ni?os con discapacidad ps¨ªquica puedan hacer las mismas actividades que el resto en un aula ordinaria¡±, explica. Tras convencer al equipo directivo del centro, concertado, uno de los t¨¦cnicos de la fundaci¨®n ¡ªintegrada por psicopedagogos, psic¨®logos y logopedas¡ª ayud¨® a Jaime durante toda la primaria en el aula dos de las ocho horas de la jornada escolar. La familia asum¨ªa el coste, unos 350 euros al mes. ¡°Esa ayuda marc¨® la diferencia, y, adem¨¢s, mi hijo recib¨ªa en casa por las tardes otra hora extra con la logopeda¡±, a?ade.
Desde el punto de vista emocional, no hab¨ªa inconvenientes. ¡°Todos sus compa?eros estaban pendientes de ¨¦l, lo esperaban en las excursiones y le invitaban a los cumplea?os, lo quer¨ªan mucho¡±, relata Cristina. Pero Jaime cumpli¨® 13 a?os y el curr¨ªculo comenz¨® a complicarse. ¡°En secundaria, las Matem¨¢ticas son complejas y est¨¢n poco vinculadas con la vida cotidiana, adem¨¢s de que aparecen asignaturas como Filosof¨ªa¡ el sistema ordinario dej¨® de tener sentido para ¨¦l¡±. Una vez m¨¢s, la ordinaria le mostr¨® que carece de recursos para adaptarse a los alumnos con discapacidad. En este punto, Cristina se pronuncia sobre los cambios en la nueva ley de educaci¨®n: ¡°Creo que el Gobierno ha comprado los muebles antes de construir la casa, antes de pensar en el trasvase de ni?os de la ordinaria a la especial hay que invertir en la primera y que est¨¦ a la altura¡±.
La parte acad¨¦mica no fue el ¨²nico factor que llev¨® a los padres a cambiar a Jaime a la escuela especial; las experiencias con sus otros hijos los alertaron de la complejidad de la etapa adolescente. ¡°Pensamos con qui¨¦n saldr¨ªa Jaime los fines de semana, porque al final todos elegimos a las personas con las que tenemos mayor afinidad, y fuimos conscientes de que ¨¦l querr¨ªa estar con sus iguales¡±. A los 14 a?os, Jaime se matricul¨® en un colegio especial concertado.
Matem¨¢ticas con euros
Lejos de las ratios ¡ªantes eran 25 en clase y ahora son cinco¡ª y las asignaturas est¨¢ndar, la jornada de Jaime se centra en actividades muy pr¨¢cticas: en el centro hay una simulaci¨®n de una casa y los ense?an a utilizar los electrodom¨¦sticos o a cocinar. Adem¨¢s, practican las matem¨¢ticas con el uso de los euros en el supermercado. ¡°Jaime, ?te acuerdas de la merienda que compraste ayer?¡±, le lanza la madre. ¡°S¨ª¡±, contesta, y tras unos segundos empieza a lanzar palabras: pan, tomate, jam¨®n. ¡°Una de sus limitaciones es la psicomotricidad fina, algo tan sencillo como abrir un paquete de pan de molde le cuesta horrores¡±.
En su casa, saben que Jaime no ir¨¢ a la Universidad. Estar¨¢ matriculado en el centro de educaci¨®n especial hasta los 21 a?os. Los ¨²ltimos seis a?os seguir¨¢ el programa de Transici¨®n a la Vida Adulta, que equivaldr¨ªa a un Bachillerato, una ense?anza muy pr¨¢ctica para ¡°identificar el camino que seguir¨¢ el resto de su vida¡±. ¡°En funci¨®n de su madurez hay tres opciones: los casos m¨¢s graves son derivados a centros especiales de adultos; los que no pueden trabajar acuden a centros de terapia ocupacional y los que son m¨¢s aut¨®nomos se incorporan a puestos de trabajo¡±, detalla Cristina. Jaime todav¨ªa no sabe leer. ¡°En unos a?os sabremos cu¨¢l es su futuro, pero va encaminado: le ense?an a vivir de forma aut¨®noma¡±, zanja su madre.
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