Educaci¨®n, burocracia y espect¨¢culo
El centro docente que funciona, hoy d¨ªa, seg¨²n los par¨¢metros oficiales y ortodoxos, es el que ha construido una buena web y aporta im¨¢genes de entusiasmo, higiene y creatividad
Publicado en 1967, La sociedad del espect¨¢culo de Guy Debord puede aportarnos muchas pistas sobre lo que est¨¢ ocurriendo en el mundo de la educaci¨®n actualmente. Por ejemplo, cuando Debord escribe que ¡°lo que se representa como la vida real se revela simplemente como la vida m¨¢s realmente espectacular¡±, lo que podemos deducir es que la educaci¨®n ¡°buena¡± o ¡°aceptable¡± de hoy es la m¨¢s espectacular, no la m¨¢s pedag¨®gica. El sistema educativo...
Publicado en 1967, La sociedad del espect¨¢culo de Guy Debord puede aportarnos muchas pistas sobre lo que est¨¢ ocurriendo en el mundo de la educaci¨®n actualmente. Por ejemplo, cuando Debord escribe que ¡°lo que se representa como la vida real se revela simplemente como la vida m¨¢s realmente espectacular¡±, lo que podemos deducir es que la educaci¨®n ¡°buena¡± o ¡°aceptable¡± de hoy es la m¨¢s espectacular, no la m¨¢s pedag¨®gica. El sistema educativo ha olvidado que debe servir para que los j¨®venes aprendan sobre idiomas, literaturas y ciencias, para que puedan controlar sus vidas y constru¨ªrselas con un grado suficiente de autonom¨ªa. Ha optado por el camino ortodoxo de controlar c¨®mo ha de sentirse, qu¨¦ ha de comprar, qu¨¦ ha de pensar y sentir y c¨®mo ha de nutrir a las grandes compa?¨ªas tecnol¨®gicas de su materia prima principal, que son sus propios datos. Debord nos ense?¨® a entender de qu¨¦ forma vendiendo su cuerpo y su ¡°tiempo consumible¡± se hab¨ªa constituido la sociedad del espect¨¢culo: por lo tanto, puede ense?arnos a entender la revoluci¨®n digital como la conversi¨®n absoluta de todo el tiempo, incluido el lectivo, en pura mercanc¨ªa.
Nuestro sistema p¨²blico est¨¢ en transformaci¨®n: de ser un espacio de promoci¨®n social y adquisici¨®n de saber, se va volviendo progresivamente, y merced a presiones exteriores, en una f¨¢brica de datos, im¨¢genes y programaciones comercializables. Debord escrib¨ªa, en 1967: ¡°La integraci¨®n en el sistema debe recomponer a los mismos individuos a quienes a¨ªsla en cuanto individuos, debe mantenerles aislados y juntos: tanto las f¨¢bricas como los centros culturales, tanto los lugares de vacaciones como las ¡°grandes superficies¡± se organizan espacialmente de cara a los fines de esta seudocolectividad que acompa?a tambi¨¦n al individuo aislado en su c¨¦lula familiar; el uso generalizado de receptores del mensaje espectacular hace que su aislamiento est¨¦ habituado por im¨¢genes dominantes, im¨¢genes que s¨®lo adquieren su pleno poder gracias a ese aislamiento.¡± No nos resulta muy dif¨ªcil entender a los centros docentes como un nuevo campo abandonado al consumo global. Ese alumno retenido en un redil p¨²blico, pero atomizado a trav¨¦s de su tel¨¦fono, es hoy la imagen m¨¢s habitual, contra la cual estamos muy lejos de saber o poder reaccionar. La multiplicaci¨®n de pantallas, operada a trav¨¦s de argumentos did¨¢cticos falsos, no es m¨¢s que la implementaci¨®n de estudios de mercado empresariales. Las compa?¨ªas se quedan con el dinero de la instrucci¨®n p¨²blica, y lo que sale de las pizarras digitales, ordenadores de aula y gamificaciones es pura espectacularidad: can¨®nica, vigilante, seductora, necesitada de espectadores pasivos y de individuos inconscientes de s¨ª mismos.
El centro docente que funciona, hoy en d¨ªa, seg¨²n los par¨¢metros oficiales y ortodoxos, es el centro docente que ha construido una buena web, y que aporta im¨¢genes de entusiasmo, higiene y creatividad. Tanto da que, en realidad, ese centro arrastre problemas grav¨ªsimos de convivencia o que ya pr¨¢cticamente nadie aprenda nada en ¨¦l: s¨®lo se valora a los centros por la autocomplacencia que son capaces de producir.
Los centros docentes son centros de irradiaci¨®n de espect¨¢culo p¨²blico. No estamos educando, estamos deshumanizando, burocratizando y objetivando a nuestra juventud, cuando vendi¨¦ndolo. Si los centros aportan im¨¢genes de diversidad, felicidad y belleza can¨®nica, reciben bendiciones y subvenciones del Estado. El aguafiestas que se atreva a se?alar la realidad, es un hereje. Por ese motivo, entre otros, nos encontramos ante una dictadura pseudoeducativa. No hemos de caer en el abuso de hablar de totalitarismo actual, pero s¨ª cabe hablar de dictadura cuando cualquier alternativa, cuando el instinto democr¨¢tico m¨¢s b¨¢sico deber¨ªa hacernos comprender que el ¨²nico camino liberador en una democracia es la creaci¨®n y la extensi¨®n de conocimiento poderoso, en lugar de la creaci¨®n y la expansi¨®n de las im¨¢genes autocomplacientes totalmente falsas. Cabe hablar de dictadura cuando se silencia cualquier tipo de diversificaci¨®n did¨¢ctica, objeci¨®n ilustrada o democratizante; la trasformaci¨®n draconiana no puede detenerse: es el nuevo ?ngel de la Historia de Walter Benjamin.
Ning¨²n pol¨ªtico se atreve a ser impopular y empezar a pensar c¨®mo dignifica e informa a su ciudadan¨ªa. Resulta mucho m¨¢s c¨®modo y r¨¢pido continuar con el tsunami uniformizador, continuar utilizando el rodillo burocr¨¢tico para ponerse medallas y maquillar las estad¨ªsticas. A falta de una red social moderna y din¨¢mica, se crea un para¨ªso artificial y virtual de completa felicidad pedag¨®gica, olvidando a las personas en su absoluta intemperie y menesterosidad intelectual. Una menesterosidad decretada por nosotros mismos, una clase adulta que ha perdido completamente el respeto a los valores de un sistema m¨ªnimamente liberal.
?C¨®mo hemos podido permitir que se instalara este extremismo mercantil en nuestro sector p¨²blico? Cuesta de creer que nuestra deserci¨®n haya alcanzado un estado tan avanzado de inercia y servilismo.
Las ¨²ltimas leyes educativas aprobadas por nuestras Cortes no son m¨¢s que eso: implementaciones de control social a trav¨¦s de las nuevas tecnolog¨ªas, cuando no la escenificaci¨®n de un conflicto pol¨ªtico que no existe, porque ning¨²n partido propone otra cosa que o sea el transhumanismo tecnol¨®gico y la generalizaci¨®n de la imaginer¨ªa espectacular. No importa cu¨¢nto sufrimiento produzcan estas pol¨ªticas liquidacionistas. La nueva pedagog¨ªa es una fake new. La cuesti¨®n es ser feliz abandon¨¢ndonos a las nuevas religiones emotivistas. Los llamados ¡°expertos¡± o gur¨²s no son m¨¢s que responsables de relaciones p¨²blicas de las compa?¨ªas que desean moldear el ocio de nuestra juventud a su completa conveniencia. Nuestra clase pol¨ªtica, en lugar de salvaguardar la libertad de nuestros futuros ciudadanos aportando una alternativa cultural e informada, human¨ªstica y cr¨ªtica, entrega a nuestros menores al gran fest¨ªn de las experimentaciones sociol¨®gicas, en nombre de un Progreso que, como en los a?os 40, toma el aspecto de una Naturaleza arrolladora.
Escrib¨ªa Debord, en 1967: ¡°La condici¨®n previa para elevar a los trabajadores al estatuto de productores y consumidores ¡°libres¡± del tiempo-mercanc¨ªa fue la expropiaci¨®n violenta de su tiempo¡±. Nuestro sistema educativo est¨¢ convirtiendo a nuestros j¨®venes en ciberproletariado a la fuerza, en una clase subalterna de vendedores de s¨ª mismos a trav¨¦s de redes sociales virtuales, de cuyo control mental ser¨¢ casi imposible escapar. Debord se enfrentaba a los fen¨®menos de la televisi¨®n y las vacaciones banalizadas, al cambio del tiempo de calidad por los suced¨¢neos industriales de consumo. Nuestro enemigo es a¨²n m¨¢s dif¨ªcil de localizar: lo llevamos en el bolsillo, tiene un poder de captaci¨®n espectacular mucho m¨¢s sofisticado que una programaci¨®n idiotizante de televisi¨®n o la producci¨®n en masa de paisajes impuestos. El enemigo ni siquiera tiene mucho que ver con el aparatito que vehicula todo este crecimiento de la dimensi¨®n espectacular de la vida humana subalterna: lo m¨¢s preocupante es la docilidad con la que los adultos nos hemos sometido a los nuevos dioses, la hipocres¨ªa con la que hemos asegurado y garantizado qu¨¦ clase de angustioso futuro espera a nuestra juventud.
Las clases burocr¨¢ticas robaban su tiempo vital a los trabajadores en los a?os sesenta; nosotros hemos hecho algo mucho m¨¢s grave cuarenta a?os despu¨¦s: robar a nuestros menores su infancia, encauzar su juventud, sus sue?os y aspiraciones, imponerles gustos, indumentarias y capacidades intelectuales, pensando que aceptar¨¢n nuestras tutelas de buen grado, sin hacernos preguntas. Pero no contaban con que a¨²n existen los profesores, y las expresiones libres y aut¨®nomas. A¨²n no nos han sustituido. Lo que hace falta es que se organice la ¨²nica alternativa democr¨¢tica posible: la que tiene al conocimiento poderoso como eje, y como divisa el dif¨ªcil camino de la autonom¨ªa de criterio, la informaci¨®n veraz y el pensamiento ilustrado.
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