Richard Gere: ¡°La gente vive de los t¨®picos¡±
Gal¨¢n, aut¨¦ntico pero, sobre todo, un actor comprometido. Sin ganas de jubilarse, habla de su ¨²ltimo filme ¡®Invisibles¡¯ como una de las mejores de su vida
En el cine la magia viaja por un cable, el que va de la c¨¢mara al combo, un peque?o monitor por el que el director sigue el rodaje. A un lado, los actores interpretando su secuencia. Carne. Al otro, la imagen, lo vicario, el reflejo. Miles de carreras se hunden en ese tr¨¢nsito el¨¦ctrico. Otros, en cambio, no parecen gran cosa, estrellas cuyo f¨ªsico y capacidades no llaman la atenci¨®n cara a cara, hasta que se les ve en la pantalla.
Y luego est¨¢ Richard Gere. El de Pretty Woman, Cotton club y American Gigolo. El de Chicago, D¨ªas del cielo, Oficial y caballero, La gran estafa o Fraude. El budista. Tambi¨¦n, no nos olvidemos, el de Novia a la fuga, Sommersby, Mr. Jones o El primer caballero, porque nadie posee un curr¨ªculo impoluto. En persona, sorpresa, Richard Gere es Richard Gere. Como en el cine, en las fotograf¨ªas o en la televisi¨®n. Pelo cano, sonrisa franca, ojos chispeantes, gafas impolutas. Es el Gere que idolatran las madres; el actor que empez¨® a codearse con el Dalai Lama antes de que mucha gente supiera qui¨¦n es el Dalai Lama; el cineasta que levant¨® la producci¨®n de Rapsodia en Agosto, de Akira Kurosawa, donde interpret¨® un personaje secundario. Todos ellos est¨¢n ah¨ª delante y todos ellos, a una, chocan la mano.
Se estira, y bromea sobre un posible calentamiento deportivo antes de sentarse, porque lleva un buen rato atendiendo televisiones. Ahora llega la entrevista reposada. Pide m¨¢s t¨¦ ¡ªbebida que siempre tiene cerca¡ª y empieza a lanzar requiebros sobre las preguntas cinematogr¨¢ficas. Ya ha cumplido 66 a?os. ¡°Yo no me voy a jubilar¡±. ?l lo que quiere en realidad es centrarse en la fundaci¨®n Rais. En su pr¨®ximo estreno, Invisibles, que llegar¨¢ a las salas espa?olas el pr¨®ximo viernes, encarna a George, un pobre que pasea por Manhattan buscando un techo donde dormir, comida caliente y un documento oficial que demuestre que existe. Deambula, espera, se pierde y se enfada. De ah¨ª el ritmo mortecino de la c¨¢mara, acompasado al de su protagonista, que en ese devenir intenta recomponer su relaci¨®n con su hija y, por supuesto, consigo mismo. El actor ha estado 12 a?os detr¨¢s del guion hasta que se encontr¨® preparado para hacerlo. Ahora espera servir como voz de los que no la tienen. ¡°Pocas veces trabajas en una pel¨ªcula como esta, de la que te sientes orgulloso y a la vez que pueda influir en todo el mundo. Tengo que recordar que Invisibles ha costado muy poco y desde luego no va a hacer rico a nadie. Soy el productor y cedo los derechos a iniciativas locales para que la usen para recaudar fondos¡±. Como Rais, que ayuda en Espa?a a algunas de las 33.000 personas que vagan por las calles; de ellas la mitad durmiendo al aire libre y solo un tercio cobra alguna ayuda. Esa afirmaci¨®n tan rotunda de Gere sobre lo excepcional de este rodaje sorprende en alguien con una filmograf¨ªa tan amplia. ¡°Es una de las mejores pel¨ªculas que he hecho en mi vida. Es tan extra?o encontrar a la vez una obra de arte y un filme que sea capaz de influir para bien en el mundo¡¡±.
Pregunta. ?Y a usted le ha cambiado?
Respuesta. Todo lo que hago me influye, de verdad. He hecho algunas pel¨ªculas mejores que otras, obviamente. Pero yo no me relaciono con el resultado, me relaciono, me comprometo con el proceso. En este caso, hemos estado 12 a?os puliendo el guion y preparando su producci¨®n, aunque luego rodamos solo en dos semanas en abril de 2014. Y montamos en tres d¨ªas.
Richard Gere acompa?a los preestrenos en cada ciudad estadounidense para apoyar a las ONG y fundaciones locales que ayudan a los sin techo. ¡°Desde el principio esa fue mi intenci¨®n, y veo con satisfacci¨®n que adem¨¢s proyectamos una pel¨ªcula de calidad. Y cada estreno es tambi¨¦n un acto emocionante con gente que nos cuenta sus dramas vitales¡±. En Madrid tambi¨¦n pas¨®, y el actor al d¨ªa siguiente recuerda casi palabra por palabra lo escuchado la noche anterior. ¡°Es el momento en que esos vagabundos empiezan a volver a nuestra sociedad, a no sentirse marginados sino parte de un colectivo¡±. Y Gere, como estrella de cine, ?se siente parte de un colectivo? ¡°?Claro!¡±, estalla en carcajadas. ¡°En un rodaje hay docenas de personas que tienen que trabajar juntos en pos de un bien com¨²n. No puede haber egos, debes ser eficiente, confiar unos con otros¡±.
Para filmar Invisibles, el director y guionista Oren Moverman decidi¨® poner muy lejos las c¨¢maras, que Gere se mezclara con los transe¨²ntes neoyorquinos. Tanto que una turista francesa no le reconoci¨® y le dio un pedazo de pizza cerca de la estaci¨®n Grand Central. ¡°Fue una feliz decisi¨®n art¨ªstica que me record¨® a lo que hac¨ªa Kurosawa. El maestro me explic¨® que esa era la ¨²nica manera de que los actores solo se concentraran en una cosa, ser naturales. Y es verdad. Tanto primer plano te hace, como actor y como p¨²blico, ser demasiado consciente de que en pantalla hay una interpretaci¨®n. Con la lejan¨ªa creamos una sensaci¨®n de libertad y de realidad, un aroma a documental. Y eso nos llev¨® a vivir felices accidentes cinematogr¨¢ficos¡±.
Hijo de un vendedor de seguros y de un ama de casa, Gere asegura poseer una gran disciplina laboral, que le ha llevado a rodar una o dos pel¨ªculas por a?o desde 1977. ¡°Y en los ¨²ltimos meses he enlazado cuatro. Me sorprende que a mi edad a¨²n encuentre guiones que me enganchen. Me interesan libretos bien escritos, algo m¨¢gicos, que no planteen respuestas sino preguntas. Siempre me ha interesado, y m¨¢s a esta edad, la huella que dejamos, que significa de verdad ser un humano. ?Qui¨¦n soy yo? ?Qui¨¦n eres t¨²? ?C¨®mo estamos conectados?¡±.
Richard Gere, la estrella que llev¨® el budismo a las revistas del coraz¨®n ¡ªahora con novia espa?ola, Alejandra Silva¡ª, entra en reflexiones muy alejadas del Hollywood actual. ?Es el ¨²nico con alma? ¡°No, ellos tienen alma. Yo no¡±, bromea. ¡°A ver, repasemos t¨®picos espa?oles". Flamenco, toreros, siesta... "Pues eso. En fin, la gente vive de los t¨®picos¡±.
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