Los gallos que gobiernan

Dec¨ªa Gore Vidal que ser perfecto para la televisi¨®n es todo lo que un presidente necesita. Se refer¨ªa a Ronald Reagan. Vidal identificaba as¨ª ese deslizamiento con el que el votante se convierte en audiencia y es quien le seduce cat¨®dicamente el que se termina llevando su papeleta. Pero los tiempos han cambiado y donde Vidal dec¨ªa televisi¨®n ahora habr¨ªa escrito Twitter. Con un matiz: la perfecci¨®n de Twitter poco tiene que ver con aquel ideal algodonoso y sonriente de los ochenta reaganianos. La perfecci¨®n en 140 caracteres tiene m¨¢s que ver con Donald Trump. El presidente de Estados Unidos es exclamativo y monosil¨¢bico. Directo. Se presenta como uno m¨¢s. Como un ciudadano indignado. Repite palabras f¨¢ciles de recordar. Entre sus favoritas, fake. Es su mantra en la era de eso que hemos llamado postverdad y que en otro tiempo se denominaba propaganda o manipulaci¨®n. Pero Rimski-K¨®rsakov demuestra que ni la mentira embozada de verdad, ni el populismo son inventos recientes. El Gallo de Oro es una f¨¢bula sobre un rey que recuerda sospechosamente al zar Nicolas II, pero que tiene resonancias y reflejos en la pol¨ªtica actual. Gobernantes que le dicen a su pueblo lo que quiere escuchar. Ciudadanos pastoreados con promesas repetidas. Consejeros que revolotean alrededor de los poderosos para saciar su propia ambici¨®n. Lo que sucede hoy siempre se puede explicar con algo que se escribi¨® ayer. En este caso, con una ¨®pera tan ¨¢cida como divertida que se puede ver en el Teatro Real de Madrid.