?El siglo XX fue una aberraci¨®n?
El acceso al n¨²mero 10 de Downing St. no tiene ya la deslumbrante sencillez de anta?o, cuando hasta el lechero pod¨ªa llegar hasta la puerta de la casa donde vive el primer pol¨ªtico del Reino Unido. Desde hace algunas d¨¦cadas hay una verja en la salida de la calle a Whitehall , y s¨®lo se franquean los ¨²ltimos 50 metros por rigurosa invitaci¨®n. Pero por la morada parece que no pasa el tiempo: recibidor georgiano propio de cualquier burgues¨ªa, pasillos, jarrones, cuadros y gran surtido de relojes que incluso marcan una hora bastante parecida.Un grupo de periodistas europeos, entre los que se hallaba un enviado de EL PA?S, convers¨® esta semana con Tony Blair, primer ministro de Su Majestad, y l¨ªder de lo que se presenta como una nueva tercera fuerza , el neolaborismo, en una austera sala tipo biblioteca del m¨¢s famoso n¨²mero 10 de la historia.
Tony Blair ha cumplido su primer annus mirabilis en el poder con el desparpajo del ¨¦xito en mangas de camisa, desde el que despliega tanto la elocuencia del m¨ªtin como el maniobreo de la corta distancia. Sentado ante sus interlocutores parece sentirse abarrotado de contagiosas certezas. ?Estamos en Europa donde debemos estar, ahora que ha quedado claro que el federalismo no es la receta porque nadie quiere perder su identidad nacional?.
Pero, eso no significa menor cuota de europe¨ªsmo pr¨¢ctico. ?Es verdad que aunque no hace falta ninguna supranacionalidad para dirigir un mercado ¨²nico, s¨ª se precisa una pol¨ªtica com¨²n, una visi¨®n com¨²n e instituciones para hacerla realidad. ?sa es la asignatura pendiente de la Uni¨®n Europea: definir la relaci¨®n entre la Naci¨®n-Estado y la propia UE. Establecer d¨®nde es aplicable la subsidiariedad y d¨®nde, no?.
Por todo ello, se equivocar¨¢ quien crea que haya sido una derrota para Gran Breta?a -algunos preferimos denominarla as¨ª- no estar entre los 11 pa¨ªses del euro, a pesar de que Blair hab¨ªa asegurado que Londres aspiraba a ser una potencia l¨ªder en la Comunidad. ?No hemos entrado a¨²n, porque nos hallamos en una fase diferente del ciclo econ¨®mico a la de los pa¨ªses del euro, acabamos de pasar el punto de mayor expansi¨®n y la moneda ¨²nica no nos ser¨ªa ahora ¨²til, como a Espa?a que ha hecho enormes progresos en los ¨²ltimos a?os?. Pero, con una gran capacidad de mediatriz verbal en ning¨²n caso se deja arrastrar a certidumbres ni calendarios. ?Hemos dicho en principio que s¨ª al euro, y mantenemos en revisi¨®n el momento oportuno para tomar una decisi¨®n?.
Tampoco es cierto, como se ha dicho, que Londres, que preside este semestre la UE, no hiciera los deberes ante la reciente cumbre en la que el alem¨¢n Kohl y el franc¨¦s Chirac montaron la parodia de compartir entre sus respectivos pupilos la presidencia del Banco Central Europeo. ?Nos criticaron por no haber logrado un acuerdo previo a la cumbre, y eso no es justo, porque habr¨ªamos podido aplazarla dos semanas, por ejemplo, para dar tiempo a que se llegara a un compromiso franco-alem¨¢n, pero habr¨ªa sido peor porque los mercados se habr¨ªan convertido en un pandem¨®nium. Preferimos asumir la cr¨ªtica por sentido de la responsabilidad? .
La izquierda en los valores
Ni mucho menos admite que su neolaborismo no sea la izquierda. ?Soy un socialista de valores, pero no de organizaci¨®n econ¨®mica, porque el destino de la izquierda no puede ser el de estar vocacionalmente fuera del poder. Hoy, el neolaborismo es verdad que confunde a muchos, pero en unos a?os se entender¨¢ todo?.Vastamente se asegura que el blairismo es s¨®lo un avatar del thatcherismo , que su pol¨ªtica es la de la dama de hierro con el rostro pl¨¢stico y juvenil de un nuevo l¨ªder. ? Mire , el siglo XX fue una aberraci¨®n, el de dos grandes guerras ideol¨®gicas, un mundo que quer¨ªa tener una respuesta para todo. Y eso es una locura. Ahora todo ha cambiado y la izquierda que se aferra a ese mundo es conservadora, mientras que mi posici¨®n es la de aceptar el cambio para reconstruir y salvar lo existente?. Y, aunque jam¨¢s pronuncia el nombre de aquella primera dama del toryismo, s¨ª reconoce con el empaque exacto con que se trata a un ep¨ªgono extraviado que ?en los a?os 80 hubo cosas buenas como un nuevo sentido de la empresa, la reforma de los sindicatos (traducir por la eliminaci¨®n de su poder pol¨ªtico), las privatizaciones. Pero, mire, el neolaborismo es otra cosa, porque hoy tenemos el mayor programa para el empleo que haya conocido este pa¨ªs, hay m¨¢s dinero para educaci¨®n que nunca, hemos establecido el salario m¨ªnimo. Lo que pasa es que ahora al gasto le exigimos responsabilidad; los padres han de garantizar que sus hijos vayan a la escuela; y quien cobra el desempleo ha de querer trabajar cuando haya oferta o acogerse a los planes de reciclaje profesional?. Sigo mirando . ?La izquierda cl¨¢sica odia la reforma y la reforma es la ¨²nica v¨ªa para mantener los servicios actuales. Nosotros acabamos con la exclusi¨®n social propia de los conservadores, estamos reformando la Seguridad Social, iniciamos una nueva era para la educaci¨®n, hemos roto el aislamiento del pa¨ªs en el mundo (leer Europa). Nosotros somos la izquierda.
?Esto es una revoluci¨®n?
Blair mira a los ojos de su interlocutor cuando habla, pero lo hace desde unas pupilas blancas y acuosas en la que el iris apenas se distingue; casi mira m¨¢s con la sonrisa y el gesto, que salta atl¨¦ticamente por encima de la mesa que nos separa. El aparente triunfador del problema del Ulster, cuyo acuerdo de paz deber¨¢ ser ratificado en sendos referendos, Eire y Ulster, el d¨ªa 22, niega con el m¨ªnimo imprescindible de modestia que sea un icono europeo. ?Al rev¨¦s, lo que soy es un iconoclasta. Porque esto es una revoluci¨®n?.Una Europa reservona, quiz¨¢ afrancesada, no acaba de comprar , sin embargo, el made in Blair . ?Acaso el caballo de Troya de los norteamericanos no es hoy m¨¢s que nunca Gran Breta?a? ?Mire (y ya van cuatro) hay mucho en com¨²n entre la social democracia europea y el Partido Dem¨®crata de Bill Clinton. Yo no he dicho, como se ha afirmado, que haya que admitir al Partido Dem¨®crata en la Internacional Socialista, ni que haya que liquidar la IS. S¨®lo que hemos de dialogar con Washington, como, por ejemplo, tambi¨¦n con el presidente Cardoso en Brasil, que si queremos dirigir la batalla de las ideas s¨®lo lo lograremos dialogando?. Y en ese s¨ªmil de caminos, canales y puertos que tan bien se conoce en Espa?a, a?ade: ?Estamos en la posici¨®n ideal para ser el puente entre Estados Unidos y Europa?. Bueno, pero la autopista a Am¨¦rica Latina que no nos la toquen .
Blair, nueva estrella europea que dice s¨ª a Europa, pero con cursiva, es el gran ¨¦xito medi¨¢tico del a?o, la mejor encarnaci¨®n del futuro que se representa en los escenarios europeos, un supremo profesional del empaquetado, es posible que algo de lo que sus detractores de lengua inglesa llaman m¨¢s sombra que sustancia , pero que, en cualquier caso, est¨¢ amueblando con genial juego de mu?eca el final del milenio.
En un a?o, y templando, ha puesto las bases de un viraje constitucional decisivo en su pa¨ªs, con reparto de autonom¨ªas regionales y amagos contra el vitalicio de los Lores. Pero, su gran obra, ¨¦l mismo reconoce, est¨¢ a¨²n casi por comenzar: pagar menos por la cobertura social y que ¨¦sta mejore; anticipar el siglo XXI en las escuelas brit¨¢nicas; acabar con la marginaci¨®n social que se derive de la globalizaci¨®n econ¨®mica. A¨²n es pronto por ello para saber si Tony Blair es s¨®lo el autor de una pol¨ªtica de dise?o o alberga el dise?o de una nueva pol¨ªtica.
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