La nueva ley del PSOE

A menos de a?o y medio de las pr¨®ximas elecciones municipales y auton¨®micas, el PSOE propone dotarse de reglas que refuerzan a la direcci¨®n federal frente a las estructuras regionales y locales. El cambio se inscribe en una reforma m¨¢s amplia que, en l¨ªneas generales, otorga mayor poder de decisi¨®n a los militantes, que ser¨¢n los que decidan los cabezas de lista mediante primarias y los ¨²nicos que, con su voto, podr¨¢n poner y quitar al secretario general. Se resta poder as¨ª a las estructuras intermedias del partido (como las Federaciones y el Comit¨¦ Federal) y se apuesta por una mayor participaci¨®n directa en detrimento de los mecanismos de la democracia representativa. Son cambios que pueden menoscabar el dif¨ªcil equilibrio entre eficacia de acci¨®n y participaci¨®n interna; entre una estructura cerrada a sus militantes y una m¨¢s abierta a sus votantes, que son a la postre los que determinan su poder y su capacidad de financiaci¨®n.

El PSOE, como la mayor¨ªa de los partidos socialdem¨®cratas europeos, sufre una crisis existencial. Los socialistas franceses han desaparecido pr¨¢cticamente del mapa pol¨ªtico y el SPD alem¨¢n se debate entre las exitosas negociaciones de sus l¨ªderes para formar la Gran Coalici¨®n y unas bases que pueden desbaratar toda la estrategia y sumir al pa¨ªs (y a Europa) en una crisis pol¨ªtica de envergadura. Identificar m¨¢s democracia con la participaci¨®n directa de las bases, abusar, sobre todo, de las consultas, puede llevar a los partidos a una par¨¢lisis que repercuta en la gobernabilidad de un pa¨ªs. Ese es el m¨¢ximo temor que suscitan las nuevas reglas del PSOE, contradictorias, adem¨¢s, con su vocaci¨®n plurinacional y federal.

Los reglamentos internos de los partidos no son, en todo caso, lo que m¨¢s preocupa del momento del PSOE. Lo importante es que los socialistas espa?oles sean capaces de enriquecer el debate con propuestas que atraigan al electorado. Hace tiempo que la sociedad espa?ola ve en el PSOE un partido anquilosado en el pasado, encerrado en sus intereses electorales y erosionado por sus disputas internas. Pero el ¨²ltimo sondeo de Metroscopia arroja un resultado a¨²n m¨¢s alarmante: solo el 39% de los votantes socialistas cree que su partido tiene un proyecto de futuro para Espa?a. El 43% de sus votantes incluso percibe con m¨¢s claridad la visi¨®n de Ciudadanos. En resumen, el PSOE simplemente no cuenta: ni como alternativa de Gobierno ni como oposici¨®n.

La tarea del PSOE para recuperar su cr¨¦dito es tit¨¢nica. Todas sus energ¨ªas y su imaginaci¨®n deber¨ªan de estar concentradas en esa labor. Sin embargo, sus nuevas normas despiertan, inevitablemente, la sospecha de que la direcci¨®n nacional reacciona contra los l¨ªderes regionales y las estructuras que en su d¨ªa descabalgaron a su secretario general y a la parte del aparato que le apoyaba. Huir de la confrontaci¨®n interna, atraer nuevos talentos, ser m¨¢s inclusivos y revitalizar el partido deber¨ªa imponerse a revanchas internas que solo menoscaban a¨²n m¨¢s la voz de los socialistas. El objetivo supremo requiere otra forma de hacer pol¨ªtica y de generar liderazgos en torno a un proyecto socialdem¨®crata de pa¨ªs que est¨¢ por venir.