El placer cambia de horario: ¡®capuccinos¡¯ en lugar de gin tonics
Sin ocio noct¨¢mbulo, el desayuno se ha convertido en el acontecimiento m¨¢s esperado del d¨ªa. Con este nuevo modo de relacionarse nace la primera generaci¨®n de parejas que compartieron primero un caf¨¦ y no una copa.
De alguna forma nos regimos ahora por un reloj m¨¢s que nunca. Todo ha pasado a tener una alarma, un recordatorio en el m¨®vil, una hora de inicio. Creo que debi¨® de empezar con los aplausos, que pusimos a las nueve de la noche, pero acordamos (cuando era f¨¢cil construir consensos) adelantarlo a las ocho de la tarde por los ni?os, para que pudiesen dormir sin estruendo durante el confinamiento duro.
Y desde entonces (con m¨¢s o menos acuerdos) hemos ido a?adiendo muescas: las horas fijas de paseo por franjas de edad, los toques de queda, los horarios reservados en los comercios, las restri...
De alguna forma nos regimos ahora por un reloj m¨¢s que nunca. Todo ha pasado a tener una alarma, un recordatorio en el m¨®vil, una hora de inicio. Creo que debi¨® de empezar con los aplausos, que pusimos a las nueve de la noche, pero acordamos (cuando era f¨¢cil construir consensos) adelantarlo a las ocho de la tarde por los ni?os, para que pudiesen dormir sin estruendo durante el confinamiento duro.
Y desde entonces (con m¨¢s o menos acuerdos) hemos ido a?adiendo muescas: las horas fijas de paseo por franjas de edad, los toques de queda, los horarios reservados en los comercios, las restricciones de la hosteler¨ªa. Una mir¨ªada de normas que var¨ªan casi cada semana, casi en cada calle, seguro que en cada ciudad o provincia. Hemos pasado a vivir todos bajo el mismo reloj ahora, y este reloj que nos ordena tambi¨¦n nos ha cambiado.
Esta colecci¨®n de cinchas horarias nos ha movido tambi¨¦n el escenario del deseo. Cuando ¨¦ramos libres de vernos en cualquier momento y en cualquier sitio, sol¨ªamos elegir la noche para conocernos, y la noche era tambi¨¦n la franja del d¨ªa escogida para reconocernos, para estar cerca cuando pod¨ªamos estar pegados. Pero todo esto tiene ya h¨¢bitos distintos y la hora del descubrimiento ha pasado a ser la ma?ana: estamos saludando a la primera generaci¨®n de parejas que se encontr¨® despu¨¦s del amanecer y no antes, que comparti¨® primero un caf¨¦ y no una copa.
Porque al final se trata de gestionar el deseo de compa?¨ªa y encontrar las grietas de la norma, y la falla m¨¢s luminosa son ahora los desayunos. Quiz¨¢ por eso, no hay ciudad en la que no proliferen los caf¨¦s de especialidad, los obradores de pan de masa madre y el hojaldre ligero. Y quiz¨¢ el corolario es que todo lo que sab¨ªamos de aderezos extravagantes para el gin-tonic, lo sabemos ahora de lattes, flat whites o cold brew.
Durante los ¨²ltimos meses ha sido f¨¢cil hacer el primer recuento de la crisis: todos los cierres de negocios que bajaron en marzo y todav¨ªa no han vuelto a subir. Pero tambi¨¦n es verdad que est¨¢ asomando un fen¨®meno nuevo, un s¨ªntoma de una realidad distinta: la hosteler¨ªa que madruga para dar cabida al desayuno.
De repente hay que reservar mesa para tomar una granola a las 9.45 y crecen (fin de semana tras fin de semana desde el oto?o) las colas de parejas o grupos min¨²sculos que esperan en las calles para entrar a tomar un pain au chocolat (napolitana de chocolate) en un obrador de moda. Ojo a esto, ?eh? Despachos de pan y boller¨ªa que se ponen de moda: a 2021 no lo vimos venir por el camino de la fermentaci¨®n salvaje y el chocolate bean to bar (literalmente del grano a la barra, expresi¨®n que hace referencia a una forma artesanal y refinada de hacer el chocolate en barras).
Instagram, que estaba ya exhausto de tantas croquetas con sombrero, burratas y baos con aroma de trufa, ahora reverdece con aguacates en rodajas, pan de centeno y huevos Benedict. Pero conste: lo que se ha mantenido tras la sacudida horaria es la coqueter¨ªa: estos grupos entran en los caf¨¦s de especialidad a comerse una galleta (o un donut vegano) maquillados bajo la mascarilla, con lo mejor de su armario y relucientes. La imagen, a plena luz de la ma?ana dominical, es una extravagancia m¨¢s a sumar a la lista de cosas que no esper¨¢bamos, como lo de llevar una pala en el coche por si nieva o ponerse guapo para ir al gimnasio.
La vertiente loca del deporte al aire libre tambi¨¦n tiene ya un reflejo estad¨ªstico rotundo. Strava (una de las aplicaciones de medici¨®n atl¨¦tica m¨¢s usadas) nos confirma que durante el ¨²ltimo a?o hemos sudado m¨¢s que nunca: dos millones de deportistas nuevos cada mes se han bajado la app y el incremento global de actividades es de m¨¢s de un 33%. Pero hay un dato demoledor: el 76% de los maratones los hemos corrido solos. Sin nadie con quien compartirlos. Es 10 veces m¨¢s que en 2019.
Tardaremos a?os en saber qu¨¦ ser¨¢ distinto para esta generaci¨®n de j¨®venes que han descubierto (en su momento de mejor forma f¨ªsica) las ma?anas del s¨¢bado y el domingo: un espacio tradicionalmente reservado al sue?o o la resaca y que ahora es el marco de mayor libertad para el placer.
La pandemia les ha descubierto un horario nuevo, pero tambi¨¦n les ha acortado la mirada social al fulminar el disfrute asociado a las multitudes. Quiz¨¢ por esto Emmanuel Macron ha incluido siempre en sus comparecencias unas disculpas espec¨ªficas para los j¨®venes y Francia se plantea dulcificar las medidas de control social solo para ellos: reequilibrar en favor de los j¨®venes una estrategia que desde el comienzo, y por razones obvias, ha privilegiado la protecci¨®n de los m¨¢s mayores.
Sin noche, se les ha impuesto un modelo nuevo de relaci¨®n. De ligar a oscuras y a gritos en un s¨®tano a dar los primeros pasos del amor con un zumo en una terraza balizada. De convivir en cuadrilla durante d¨ªas a tener que elegir con precisi¨®n con qui¨¦nes apuran el toque de queda en grupos humanos que apenas dan para jugar un parch¨ªs. En 2021 hay que elegir mejor que nunca con qui¨¦n completamos el aforo estrecho de la amistad.