Beatriz Monta?ez, estrella ermita?a
Alcanz¨® la fama en televisi¨®n, pero acab¨® harta y rompi¨® con todo. Aislada hace a?os en una casa de campo, publica su primer libro, ¡®Niadela¡¯, una catarsis en fusi¨®n con la naturaleza.
En la pel¨ªcula Dersu Uzala, el viejo cazador n¨®mada abronca a un soldado ruso por tirar un trozo de carne a la hoguera. ¡°?No hagas eso! ?El fuego se comer¨¢ toda la carne, y si llega otra gente y la ve, podr¨¢ comer!¡±.
¡ªQui¨¦n va a venir por aqu¨ª¡
¡ª?Mucha gente! ¡ªinsiste Dersu.
¡ª?Qui¨¦n?
¡ª?Viene el tej¨®n, y el cuervo tambi¨¦n, y los ratones! ?Mucha gente! ?En la taiga no estamos solos! ?Nunca!
Beatriz Monta?ez vive con mucha gente. Vive con el ciempi¨¦s y con la ara?a toro, con el lagarto ocelado, con el sapo de espuelas, con los grillos, el jabal¨ª y el murc...
En la pel¨ªcula Dersu Uzala, el viejo cazador n¨®mada abronca a un soldado ruso por tirar un trozo de carne a la hoguera. ¡°?No hagas eso! ?El fuego se comer¨¢ toda la carne, y si llega otra gente y la ve, podr¨¢ comer!¡±.
¡ªQui¨¦n va a venir por aqu¨ª¡
¡ª?Mucha gente! ¡ªinsiste Dersu.
¡ª?Qui¨¦n?
¡ª?Viene el tej¨®n, y el cuervo tambi¨¦n, y los ratones! ?Mucha gente! ?En la taiga no estamos solos! ?Nunca!
Beatriz Monta?ez vive con mucha gente. Vive con el ciempi¨¦s y con la ara?a toro, con el lagarto ocelado, con el sapo de espuelas, con los grillos, el jabal¨ª y el murci¨¦lago hortelano. Tambi¨¦n vive con la culebra de herradura, con la lagartija colirroja y con el escarabajo de cementerio. Y con decenas de aves: la abubilla, el reyezuelo sencillo, el p¨¢jaro carpintero, la orop¨¦ndola europea, la bisbita pratense, el avi¨®n roquero¡, entre muchas otras a las que da las gracias en el glosario zool¨®gico que cierra su primera novela, Niadela, publicada por el sello Errata Naturae.
Antes, Beatriz Monta?ez viv¨ªa en Madrid y cientos de miles de personas la ve¨ªan en televisi¨®n con el Gran Wyoming. Tuvo ¨¦xito con ese programa, El Intermedio, pero lleg¨® un punto en que no se sent¨ªa bien. ¡°Empec¨¦ a escuchar el tictac de una bomba que podr¨ªa explotar en cualquier momento¡±, dice. Se fue. En 2014 fich¨® por Telecinco e hizo un programa con otras cuatro presentadoras que le acab¨® de quemar los fusibles. Explica que pidi¨® mantenerse al margen de temas del coraz¨®n y de entretenimiento banal. ¡°Ellos se comprometieron, pero despu¨¦s de unas semanas de emisi¨®n me di cuenta de que aquello iba derivando en algo de lo que no quer¨ªa formar parte¡±. Lo dej¨® y dice que fue entonces cuando la bomba de relojer¨ªa estall¨®. ¡°Pero no fue lo ¨²nico que motiv¨® la detonaci¨®n, pues una bomba est¨¢ compuesta de muchos materiales conectados entre s¨ª¡±.
Naci¨® en Ciudad Real (1977) y vivi¨® en el pueblo manchego de Almad¨¦n hasta que era adolescente. Su padre muri¨® en un accidente de tr¨¢fico cuando ten¨ªa cuatro a?os. Nadie se lo explic¨®. Su madre no le dijo que su padre hab¨ªa muerto y que nunca m¨¢s lo ver¨ªa. Dice que creci¨® casi muda. En el instituto la llamaban rara. ¡°Me daban pescozones en la cabeza¡±.
El fantasma del padre, la infancia dif¨ªcil, la tele, la fama, la frustraci¨®n. Los elementos de la bomba.
Cuando explot¨®, se fue de viaje por Asia. Estuvo en templos budistas. Se acuerda del nombre de uno, Wat Ram Poeng, en Tailandia, no del de los dem¨¢s. Dice que arrastra un problema de memoria y que un psic¨®logo le diagnostic¨® ¡°amnesia retr¨®grada¡± por un trauma de su adolescencia. Al volver de Asia, trabaj¨® de guionista de Muchos hijos, un mono y un castillo, documental dirigido por su expareja Gustavo Salmer¨®n. Luego se recluy¨® en una casita aislada del Levante. ¡°Hab¨ªa telara?as por todas partes, colchones llenos de pulgas y alfombras llenas de vida. No ten¨ªa agua caliente ni luz. La chimenea no tiraba. La primera noche dorm¨ª vestida. Pas¨¦ fr¨ªo y o¨ªa ruidos extra?os. Acab¨¦ durmiendo por puro cansancio, pero me qued¨¦ dormida con una sonrisa. Esa primera noche fui muy feliz. Estaba en paz. Era una sensaci¨®n que nunca hab¨ªa experimentado, como si un l¨ªquido templado naciera en la boca del est¨®mago y se derramase por todo el cuerpo¡±. All¨ª ha estado cinco a?os y ha escrito Niadela, un libro en la tradici¨®n anglosajona del nature writing o escritura de la naturaleza. Ahora la casa es acogedora. Sencilla, decorada con gusto y esmero, atiborrada de piezas de ganchillo y con una fila de postit en la chimenea con ideas suyas apuntadas a boli como ¡°el medio m¨¢s seguro de deshacerse de la carencia es desviarse del camino¡± o ¡°no poseer nada es una de las facetas de la libertad¡±. Ya de ni?a le gustaba la escritura ¡ªsu madre la present¨® al concurso de poes¨ªa de Almad¨¦n; perdi¨®¡ª, pero en esta casa la ha vivido con una pasi¨®n nueva. ¡°Me he dado cuenta de que puedo pasar meses en silencio, pero no puedo pasar d¨ªas sin escribir¡±. Por las ma?anas medita frente a un acantilado con su collar de cuentas nepal¨ª en la mano, luego hace la casa, pasea, cocina y la tarde la dedica a la literatura. Cuando sale a hacer la compra al pueblo m¨¢s cercano, en un cascado jeep que conduce a cierta velocidad por la pista sin asfaltar, se embute en los o¨ªdos unos tapones de espuma.
En Niadela vuelca en palabras sus observaciones. Usa un vocabulario exuberante y realiza unas representaciones milim¨¦tricas. ¡°Describo el sol m¨¢s de 40 veces y nunca desde el mismo punto de vista. El sol es diferente cada d¨ªa, como lo son el cielo y las nubes, como lo son las ramas de los ¨¢rboles y los arbustos. Solo hay que pararse a mirar con profundidad para darse cuenta¡±. El libro describe su primer a?o en este lugar y se compone de fragmentos donde hay memoria, ensayo, realidad, delirio, lirismo, un ritmo corto y veloz. ¡°Quise que fuese po¨¦tico, pero que estuviese confeccionado a golpe de hacha¡±.
Beatriz Monta?ez parece una persona fr¨¢gil y feroz. Herida pero con una voluntad animal. De adolescente se fue de casa a Ciudad Real, despu¨¦s a Madrid, y con 21 a?os trabaj¨® un a?o en Tokio de modelo. All¨ª viv¨ªa en un edificio con otras colegas de oficio. Un d¨ªa a una le apareci¨® una rata en el retrete. Ella la mat¨® a golpes con una esp¨¢tula de hierro. M¨¢s tarde se fue a Los ?ngeles y estudi¨® Comunicaci¨®n en la Universidad de California mientras curraba en varios sitios a la vez y tiraba de efedrina para poder estar activa sin descanso.
En ocasiones, leemos en Niadela, le gusta salir a caminar desnuda.
Lo narra as¨ª Monta?ez: ¡°Cuanto m¨¢s enmara?ado el sotobosque, m¨¢s acompa?ada me siento. Es una sensaci¨®n antigua, gloriosa. No siento ni fr¨ªo ni calor. No siento el cuerpo. Las zarzas me rayan con sus afiladas u?as buscando las cuerdas del arpa. No suena nada. Soy piel hueca sobre hueso bru?ido. Por eso vagabundeo entre la maleza. Busco mis tripas, despertar la sangre que duerme, avivar el alma descuidada. Quiero perder la cabeza para sentirme extra?a, quiero caminar por los l¨ªmites del orbe, cambiar de color en oto?o, beber n¨¦ctar de escarcha, mezclarme con la tierra y renacer purificada¡±.