Carta a Pat O¡¯Kane, miembro del IRA
Creas en lo que creas, debe de ser duro disparar a tres chicos en la nuca mientras mean al borde de la carretera. Pero t¨² lo hiciste, Pat, ?verdad?
Querido Pat:
T¨² puedes esperar. Hablemos primero de los chicos. Ellos son lo importante.
Dondequiera que est¨¦is los tres, espero que se¨¢is felices. Quiz¨¢ el cielo sea la repetici¨®n, una y otra vez, de lo mejor de vuestra vida. Un lugar donde siempre es viernes por la noche y hab¨¦is salido a tomar algo con vuestros compa?eros. Llev¨¢is ropa nueva comprada ese mismo d¨ªa: calcetines rojos, zapatos brillantes. La noche se abre ante vosotros, llena de buenos presagios. A lo mejor conoc¨¦is a una chica, a lo mejor la acompa?¨¢is a casa, a lo mejor la bes¨¢is, y a lo mejor ella os deja mete...
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Querido Pat:
T¨² puedes esperar. Hablemos primero de los chicos. Ellos son lo importante.
Dondequiera que est¨¦is los tres, espero que se¨¢is felices. Quiz¨¢ el cielo sea la repetici¨®n, una y otra vez, de lo mejor de vuestra vida. Un lugar donde siempre es viernes por la noche y hab¨¦is salido a tomar algo con vuestros compa?eros. Llev¨¢is ropa nueva comprada ese mismo d¨ªa: calcetines rojos, zapatos brillantes. La noche se abre ante vosotros, llena de buenos presagios. A lo mejor conoc¨¦is a una chica, a lo mejor la acompa?¨¢is a casa, a lo mejor la bes¨¢is, y a lo mejor ella os deja meter la mano debajo de su falda.
Tres chicos: John, Joseph, Dougald. Muertos junto a la carretera a pocos kil¨®metros de Belfast. Es mi¨¦rcoles por la noche, 10 de marzo de 1971. ?Cu¨¢nto tiempo estuvisteis all¨ª tendidos mientras el viento soplaba en los ¨¢rboles y una ligera llovizna empezaba a caer? Pero me parece que ya no estabais all¨ª. Ya hab¨ªais partido hacia la gran noche de viernes en el cielo.
Pues s¨ª, Pat. Seas quien seas, creas en lo que creas, debe de ser duro disparar a tres chicos en la nuca mientras mean al borde de la carretera. Pero t¨² lo hiciste, Pat, ?verdad? T¨² mismo eras paracaidista, tienes que haber conservado alg¨²n recuerdo de ti cuando eras un joven soldado lleno de ideas sobre el porvenir, lleno de emoci¨®n, lleno de todo.
?Qu¨¦ hiciste despu¨¦s? ?Pusiste los cuerpos uno encima de otro? ?Te sentaste junto a la carretera a fumar mientras mirabas las luces de Belfast encenderse abajo, en el valle? En alg¨²n momento subiste al coche, arrancaste y te alejaste de all¨ª rumbo al resto de tu vida. ?Miraste por el retrovisor? ?Te volviste a mirar lo que hab¨ªas hecho, en qu¨¦ te hab¨ªas convertido?
Deb¨ªa de haber algo en ti, Pat. Una manera de ser que inspiraba confianza a la gente. A lo mejor eras divertido y les contaste chistes aquella noche en Mooney¡¯s. Les explicaste historias de tu ¨¦poca de servicio, hiciste que sintiesen que erais compa?eros, todos hechos de la misma pasta. Tuvieron que confiar en ti lo suficiente para montarse en el coche contigo. ?Cu¨¢l fue el se?uelo? ?M¨¢s copas en otro pub? ?Tal vez en tu casa? ?Unas conocidas tuyas a las que les gustaba pasar un buen rato?
Fuera lo que fuese, funcion¨®. Metiste a tres chicos borrachos en tu coche, los llevaste a las colinas y les dijiste ¡°s¨ª, claro¡± cuanto te preguntaron si pod¨ªas parar el coche para hacer pis. Eras un hombre, Pat. Todo un hombre.
Pero bueno, Pat, no voy a pensar en los chicos que quedaron en la colina. Voy a pensar en ellos, a recordarlos, en Mooney¡¯s pidiendo su primera pinta, no dejando que John se acercara a la barra porque era demasiado joven, riendo, d¨¢ndose empellones, hablando de los coches que querr¨ªan comprarse alg¨²n d¨ªa, de las chicas que les gustaban, de c¨®mo evitar la resaca a la ma?ana siguiente.
Porque eso es lo que eran esos chicos, Pat. No da?os colaterales, ni instrumentos del Estado brit¨¢nico, ni lo que t¨² quieres que sean.
Siempre ser¨¢n lo que fueron: chicos que salieron una noche de fiesta y que, por tu culpa, nunca volvieron a casa.
Alan Parks es escritor. Su ¨²ltima novela es Hijos de febrero (Tusquets).