El sexo pospand¨¦mico es para los inmunizados
Nunca antes nos hab¨ªamos sentido tan atra¨ªdos por los datos cient¨ªficos como desde que vivimos en pandemia. Lo que diga Fernando Sim¨®n despierta el mismo inter¨¦s en nosotros que las intervenciones de Ibai Llanos en nuestros hijos. No te puedes presentar en una cena (al aire libre) sin saber, como poco, cu¨¢ntos vacunados llevamos. Eso si tienes la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de ligar. Porque los contactos sexuales con desconocidos dependen de la incidencia del ...
Nunca antes nos hab¨ªamos sentido tan atra¨ªdos por los datos cient¨ªficos como desde que vivimos en pandemia. Lo que diga Fernando Sim¨®n despierta el mismo inter¨¦s en nosotros que las intervenciones de Ibai Llanos en nuestros hijos. No te puedes presentar en una cena (al aire libre) sin saber, como poco, cu¨¢ntos vacunados llevamos. Eso si tienes la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de ligar. Porque los contactos sexuales con desconocidos dependen de la incidencia del virus, de si este consigue mutar en alg¨²n momento resisti¨¦ndose a la efectividad de las vacunas y, por supuesto, de qui¨¦nes estemos vacunados.
El coronavirus hizo que aprendi¨¦ramos a tener sexo online. Nos bast¨® tener un smartphone y todas esas ganas. Hemos hecho de todo apunt¨¢ndonos con nuestros propios m¨®viles mientras otra persona nos ve¨ªa desde el suyo. En pandemia, recurrimos a los portales de contactos espor¨¢dicos como alternativa real al ligoteo. Se supon¨ªa que no pod¨ªamos vernos, pero, encerrados, nos buscamos por las redes hasta encontrarnos. Los datos son abrumadores: Gleeden, un portal especializado en relaciones extraconyugales ideado por y para mujeres, subi¨® en un 90% el n¨²mero de socias durante los meses de confinamiento. Se?oras con esposo buscando amantes. El KitKat, uno de los clubes nocturnos fetichistas de Berl¨ªn, dej¨® de ofrecer sexo no convencional para hacer test de ant¨ªgenos, y el portal alem¨¢n Joyclub, reci¨¦n llegado a Espa?a, se dedic¨® a explicar los secretos del BDSM (siglas para definir pr¨¢cticas sexuales alternativas que abarcan bondage, disciplina, dominaci¨®n, sumisi¨®n, sadismo y masoquismo) por medio de videoconferencias. De repente, el sexo pas¨® a ser una situaci¨®n en la que no se compart¨ªa carne. Sexo basado en im¨¢genes, inoloro y as¨¦ptico, en la palma de la mano.
Y cuando estamos m¨¢s calientes que el asfalto de Georgia, tras m¨¢s de un a?o sin catarnos, nos quitan la mascarilla. Volver a vernos la cara, aunque sea en espacios abiertos. A comprobar qui¨¦nes se muerden el labio, nerviosos, al vernos. Otra vez a pintarnos la boca del rojo m¨¢s sensual del mercado. Nos morimos por que nos manden el consabido mensaje con la fotito del pinchazo. Si existe un pasaporte covid para que entren los turistas al pa¨ªs, esa imagen sosteni¨¦ndonos el ap¨®sito sobre el brazo y una inmensa sonrisa que hemos enviado por WhatsApp se convierte en el carnet de baile de esta fiesta de graduaci¨®n. La vacuna nos sit¨²a en un espectro amatorio concreto. No podemos considerar que hay nueva normalidad como tal hasta que no podamos ser secuestradas por un comando chi¨ª que nos devuelva a casa por la ma?ana en perfecto estado, como en Mujeres al borde de un ataque de nervios. Y esto suceder¨¢ conforme nos vacunemos, despu¨¦s de a?o y medio de imaginarlo pero no perpetrarlo. Seguir las condiciones sanitarias exigidas por la pandemia ha hecho m¨¢s por la fidelidad de todos nosotros que cualquier serm¨®n moralista. Para hacernos una idea de lo importantes que son las vacunas para que volvamos a tener sexo: corremos menos riesgo de infectarnos besando a una persona estando vacunados ambos que bailando con nuestros colegas, desaforadamente, en un local nocturno sin estarlo. ?Qu¨¦ quiere decir esto? Que sin vacuna, ni me toques.
Ha sido el peor a?o de nuestra existencia. La vida, literalmente, nos explot¨®. Las tasas de enfermedades mentales se disparan y las consultas de los psic¨®logos se reproducen por esporas. Estos profesionales tienen grandes esperanzas de que este verano ayude a nuestras cabecitas destrozadas. Queremos fiestas. Queremos vernos, tocarnos y abrazarnos. Tirar de agenda y follamigos. Si el confinamiento supuso que, por primera vez, tuvieran m¨¢s sexo las personas con pareja que las que viv¨ªan solas, el sexo pospand¨¦mico posiblemente ser¨¢ el que suceda, ¨²nica y exclusivamente, despu¨¦s de pasar por el pinchazo. Una app de citas ha incluido en su oferta para el ligoteo los datos de vacunaci¨®n de sus socios. Ese es el caramelito de CoffeeMeetsBagel. Despu¨¦s de conocerse y coquetear mediante mensajes y videollamadas, el d¨ªa que deciden verse las caras basta con que consulten la ficha de esa persona para saber si es factible adem¨¢s como amante de carne y hueso. Porque solo si est¨¢ vacunado y han pasado las semanas pertinentes (datos que tambi¨¦n se muestran) podr¨¢ tener sexo con desconocidos. Una cuenta en esta app cuesta 15 euros al mes; es de las m¨¢s caras. Pero ha tenido mucho ¨¦xito pospand¨¦mico: 400.000 nuevos usuarios mensuales. Todos queriendo flirtear con vacunados. No s¨¦ bien qu¨¦ dir¨¢ la Ley de Protecci¨®n de Datos de todo esto, pero ah¨ª est¨¢n, de moda, acumulando diariamente nuevos ingresos.
La ciencia nos salvar¨¢ y sobre ella sustentaremos nuestra capacidad amatoria. Antes se triunfaba en la cama por un compendio de virtudes de sesera, delicadeza y entendimiento. Pero ni la verborrea, ni la m¨²sica, ni las rosas son suficiente en pandemia. Dime que te has vacunado y hazme tuya.