La palabra ojal¨¢
El azar no tiene ideas, no tiene moral, no tiene sacerdotes, no pretende decirnos qu¨¦ debemos hacer.
La pregunta va y vuelve, se repite: las preguntas que importan siempre se repiten. Y sin embargo cuando me preguntan cu¨¢l ser¨ªa la palabra m¨¢s bonita de la lengua yo no contesto ¡ªpor cobarde, supongo¡ª pero suelo pensar que ojal¨¢. La palabra ojal¨¢ es ilusi¨®n, suspiro de esperanza, ojos que se iluminan ¡ªy esos ecos. ¡°Ojal¨¢ se te acabe la mirada constante, / la palabra precisa, la sonrisa perfecta. / Ojal¨¢ pase algo que te borre de pronto¡¡±. A veces la palabra ojal¨¢ parece condenada a esa canci¨®n, un gran bolero, puro rencor enamorado, odio del bueno y del cubano. Pero est¨¢ en tantos otros...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
La pregunta va y vuelve, se repite: las preguntas que importan siempre se repiten. Y sin embargo cuando me preguntan cu¨¢l ser¨ªa la palabra m¨¢s bonita de la lengua yo no contesto ¡ªpor cobarde, supongo¡ª pero suelo pensar que ojal¨¢. La palabra ojal¨¢ es ilusi¨®n, suspiro de esperanza, ojos que se iluminan ¡ªy esos ecos. ¡°Ojal¨¢ se te acabe la mirada constante, / la palabra precisa, la sonrisa perfecta. / Ojal¨¢ pase algo que te borre de pronto¡¡±. A veces la palabra ojal¨¢ parece condenada a esa canci¨®n, un gran bolero, puro rencor enamorado, odio del bueno y del cubano. Pero est¨¢ en tantos otros rincones, y en todos es destello.
La palabra ojal¨¢ es un revuelo de castellanos varios: un aire del desierto y esa jota. La jota de ojal¨¢ puede ser tan distinta seg¨²n donde se diga, desde la g¨¢rgara rasposa de Castilla hasta la leve aspiraci¨®n del caribe?o, pasando por todas las gradaciones intermedias ¡ªy terminando, al sur del sur, en esa ojala que sale sin acento.
Ojal¨¢ es tan del sur: de esas partes donde se dice que las personas sienten m¨¢s que piensan. Los ingleses y los franceses, tan aparentemente serios, no tienen una palabra equivalente. Recurren a expresiones banales: I wish, I hope, hopefully, j¡¯esp¨¨re, donde no hay un poder extra?o que decide sino sujetos que pretenden. Los italianos y los portugueses, en cambio, tan agoreros como nosotros, s¨ª dicen magari o tomara.
Y ojal¨¢ nos define pero, sobre todo, nos recuerda que no siempre fuimos lo que somos, lo que creemos que somos, eso que nos contaron. Ojal¨¢, claro, es puro ¨¢rabe: al principio fue law ?¨¢ ll¨¢h, dice la Academia, que significaba ¡°si Dios quiere¡±. Ojal¨¢ es pedir algo a esas fuerzas oscuras, rogar a quien se pueda. Es la idea de querer algo que qui¨¦n sabe: lo contrario de creer que porque quieres algo lo vas a conseguir. Porque quieres algo puedes no conseguirlo, porque el mundo es demasiado complicado para estar seguro. Ojal¨¢ ¡ªdecir ojal¨¢¡ª es una forma de decir la peque?ez de cada quien, la imposibilidad de controlar este caos de causas y efectos en que vivimos y sufrimos.
Pero no es f¨¢cil vivir con esa idea. Durante mucho tiempo el abismo era demasiado profundo para soportarlo y muchos, de puro susto, lo llamaban dios. Entonces, cuando alguien quer¨ªa algo, se lo ped¨ªa a alguno de esos amos: quiera Al¨¢. Ahora el mundo es m¨¢s laico: la religi¨®n est¨¢ cada vez m¨¢s limitada a los m¨¢s infelices, los que tienen m¨¢s razones para esperar que el sinsentido en que viven tenga alg¨²n sentido, que un gran padre los saque del pantano. Muchos creemos que ya no le pedimos nada a un dios, y es casi cierto. Ahora nos parece que decir ojal¨¢ no es someter nuestros deseos a un padre todopoderoso sino a los azares, aun m¨¢s poderosos pero menos malignos: decimos ojal¨¢ y, al decirlo, deseamos que haya suerte y las cosas sean como querr¨ªamos. El azar no tiene ideas, no tiene moral, no tiene sacerdotes, no pretende decirnos qu¨¦ debemos hacer; solo nos lleva y trae con su desd¨¦n de siempre.
Lo curioso es que, en este mundo casi laico, al decir ojal¨¢ la lengua nos traiciona y le volvemos a rogar a un dios. Que no es, para m¨¢s inri, ese que mandone¨® a los hispanos durante los ¨²ltimos cinco siglos sino otro, su primo y enemigo, tan mand¨®n como el que s¨ª lo hizo. Es ¡°otro dios¡±, y es gracioso pensar en generaciones y generaciones de cat¨®licos f¨¦rreos rogando al dios contrario, el dios de sus infieles. La lengua tiene esas formas de burlarse de quienes creen que la manejan.
Ojal¨¢, entonces, es recochineo, y ojal¨¢ hubiera muchas palabras as¨ª: palabras que nos recuerdan que no hay pureza, que somos en la mezcla, que decimos mucho m¨¢s que lo que creemos que decimos. Que hablar es entregarse a un sistema tanto m¨¢s complejo, a sus azares; que uno nunca sabe del todo lo que dice: que hablar es, siempre, susurrar ojal¨¢ ¡ªy a ver qu¨¦ pasa.