El Mal de dentro
Lo aterrador es pensar lo cerca que estuvieron de haber sido personas normales. Luego lo fueron, o intentaron serlo | Rosa Montero
Lo peor de las guerras es que hacen emerger el Mal de dentro. Me refiero a esa zona oscura que todos llevamos en nuestros corazones, esa nuez de odio y de furor. Y que conste que no soy una pacifista a ultranza; creo que hay situaciones en las que no hay m¨¢s remedio que defenderse. Lo que pasa es que ese recurso final y a veces inevitable a la violencia siempre pone en marcha un mecanismo aut¨®nomo que puede derivar en una cat¨¢strofe. Las guerras son monstruos que nadie controla, de la misma manera que quien arroja una piedra a una ladera nevada es incapaz de prever el volumen y destrozo del al...
Lo peor de las guerras es que hacen emerger el Mal de dentro. Me refiero a esa zona oscura que todos llevamos en nuestros corazones, esa nuez de odio y de furor. Y que conste que no soy una pacifista a ultranza; creo que hay situaciones en las que no hay m¨¢s remedio que defenderse. Lo que pasa es que ese recurso final y a veces inevitable a la violencia siempre pone en marcha un mecanismo aut¨®nomo que puede derivar en una cat¨¢strofe. Las guerras son monstruos que nadie controla, de la misma manera que quien arroja una piedra a una ladera nevada es incapaz de prever el volumen y destrozo del alud que puede originar. Incluso en el hipot¨¦tico caso de que, en un conflicto armado, una de las partes tenga la raz¨®n al cien por cien, eso no evitar¨¢ que acabe cometiendo alguna atrocidad. Porque el belicismo hace cristalizar rencores y fanatismos, convierte el mundo en un tablero en blanco y negro en el que el enemigo deja de ser una persona, saca de nosotros lo peor. Nuestro coraz¨®n envenenado.
Nada de lo humano me es ajeno, dec¨ªa el romano Terencio, y es verdad. Todos llevamos dentro la posibilidad de ser heroicos, pero tambi¨¦n la de convertirnos en demonios. El estupendo periodista angloespa?ol Martin Roberts me acaba de contar el caso de Dolours Price, antigua terrorista del IRA. Pas¨® por la c¨¢rcel y al salir se cas¨® con el actor Stephen Rea, el de Juego de l¨¢grimas. Se divorci¨® dos d¨¦cadas despu¨¦s, tuvo graves problemas con el alcohol y las drogas y en 2013 fue encontrada muerta por una sobredosis que se consider¨® accidental. Ten¨ªa 62 a?os. Poco antes de fallecer confes¨® que hab¨ªa secuestrado y asesinado a una mujer, viuda reciente y madre de 10 ni?os, a quien el IRA tachaba de delatora. Una acusaci¨®n al parecer absurda, seg¨²n Patrick Radden Keefe, autor del libro No digas nada, que recoge la historia de Dolours. El secuestro rompi¨® la vida de todos; varios de los hijos de la v¨ªctima fueron toxic¨®manos y tuvieron problemas psicol¨®gicos. Lo m¨¢s pat¨¦tico es que, cuando la asesina confes¨®, segu¨ªa insistiendo en que la madre era una chivata, como si eso, por otra parte, pudiera justificar de alg¨²n modo su asqueroso crimen, un horror que sin duda le estaba comiendo las entra?as, de ah¨ª el alcoholismo, las drogas y el hecho mismo de contar la historia cuando nadie se lo estaba pidiendo. Era la culpa, una culpa que se dir¨ªa que no fue capaz de asumir y que acab¨® con ella.
Y es que ?c¨®mo se puede convivir con el Mal, cuando el Mal eres t¨²? Cuando has hecho cosas espantosas cegado por un fanatismo que ya no compartes. Uno de los trayectos m¨¢s largos que he recorrido en mi vida, ya me he referido a ello en alguna ocasi¨®n, fue una entrevista que le hice a un integrante de los GRAPO, una organizaci¨®n marxista radical y terrorista, en el penal de Soria. Fue a finales de los ochenta; X ten¨ªa 30 a?os y llevaba m¨¢s de 10 entre rejas. A los 18 se hab¨ªa metido en el grupo armado y en pocos meses asesin¨® a cuatro personas. Por fortuna, lo detuvieron y encerraron. En las c¨¢rceles, el GRAPO manten¨ªa a sus presos dentro de c¨¦lulas muy ideologizadas, pero, con el paso del tiempo, X acab¨® rompiendo con ellos y escribiendo un libro en el que intentaba entender c¨®mo es posible que un chico de 18 a?os asesine a un perfecto desconocido y compre cava barato y pasteles para celebrarlo (es lo que hizo). Yo fui a hablar con ¨¦l cuando public¨® el texto; fue un viaje hipnotizante al peque?o infierno que llevamos dentro, de la mano de un gu¨ªa que hab¨ªa estado all¨ª y hab¨ªa regresado. Si no escribo hoy el nombre de aquel tipo ni el t¨ªtulo del libro es porque creo que X, que cumpli¨® su condena y sali¨®, tiene derecho a sobrellevar su vida de manera an¨®nima y como pueda. No creo que le sea f¨¢cil, aunque por lo menos ¨¦l, al contrario que Price, hizo frente a su responsabilidad sin excusas. Pero lo aterrador es pensar lo cerca que estuvieron, tanto X como Dolours, de haber sido personas normales. Porque luego lo fueron, o intentaron serlo. Lo aterrador es saber que cualquiera de nosotros, suficientemente embrutecido por dogmas y proclamas, puede convertirse en uno de ellos. Las guerras, no s¨®lo las delirantes guerras terroristas, sino tambi¨¦n las oficiales, potencian por desgracia el Mal de dentro.