Do?ana y los vecinos que la rodean: entre el orgullo y la distancia
Lo consideran suyo, pero se sienten cada vez m¨¢s lejos. Los vecinos de los pueblos de Huelva, Sevilla y C¨¢diz que circundan el parque mantienen con Do?ana una dif¨ªcil relaci¨®n. Son conscientes de su belleza, pero lo ven como un freno y un incordio
En las carreteras que circundan el parque de Do?ana abundan los carteles que advierten de la presencia de linces. Se refieren l¨®gicamente a la primera acepci¨®n del diccionario ¡ª¡±Mam¨ªfero f¨¦lido de pelaje rojizo con manchas oscuras¡±¡ª, pero tambi¨¦n podr¨ªan alertar sobre la proliferaci¨®n en la zona del tercer significado: tipos sagaces, astutos, capaces de manejarse con soltura al borde de la ley para burlar las restricciones que para la agricultura, la ganader¨ªa o el turismo ¡ªya se...
En las carreteras que circundan el parque de Do?ana abundan los carteles que advierten de la presencia de linces. Se refieren l¨®gicamente a la primera acepci¨®n del diccionario ¡ª¡±Mam¨ªfero f¨¦lido de pelaje rojizo con manchas oscuras¡±¡ª, pero tambi¨¦n podr¨ªan alertar sobre la proliferaci¨®n en la zona del tercer significado: tipos sagaces, astutos, capaces de manejarse con soltura al borde de la ley para burlar las restricciones que para la agricultura, la ganader¨ªa o el turismo ¡ªya sea laico o religioso¡ª supone la vecindad de uno de los espacios naturales m¨¢s ricos y tambi¨¦n m¨¢s protegidos.
¡ªBuenos d¨ªas, ?ser¨ªa posible contratar una romer¨ªa por Do?ana como incentivo a los empleados de una empresa?
¡ªClaro que s¨ª. Usted nos dice qu¨¦ necesita y le damos un presupuesto. Le podemos ofrecer carros tirados por tractores o por bueyes, coches de caballos y rutas por la Raya Real, que es el camino que utilizan las hermandades del Roc¨ªo. Tambi¨¦n almuerzos exclusivos dentro del parque nacional¡
¡ª?En cualquier fecha del a?o?
¡ªEn cualquier fecha del a?o.
Es el ¨²ltimo grito. Las romer¨ªas del Roc¨ªo por lo civil, exentas de las ataduras de la fe o el calendario. Las organizan empresas radicadas en las zonas de Do?ana que lindan con Huelva y Sevilla, y est¨¢n destinadas a todos aquellos que, llegados de Madrid o incluso del extranjero, sienten la llamada de una juerga al m¨¢s puro estilo del clich¨¦ andaluz, cante y baile incluidos. Por la parte de C¨¢diz, donde el r¨ªo Guadalquivir hace de barrera natural, la ¨²nica opci¨®n de adentrarse en Do?ana es convertirse en rociero. La deriva que est¨¢ tomando el asunto tiene muy preocupados a Tom¨¢s Mayol¨ªn y Cristina Barba, miembros de la junta de gobierno de la hermandad del Roc¨ªo de Sanl¨²car de Barrameda.
¡ª?Ustedes saben que hay empresas que organizan romer¨ªas por su cuenta?
¡ªS¨ª. Tambi¨¦n nosotros tenemos ese problema. La gente se cree que la hermandad es una agencia de viajes. Sobre todo, gente que no tiene conciencia ninguna de lo que es el Roc¨ªo. A menudo tenemos llamadas que nos dicen: ¡°Yo quiero ir al Roc¨ªo, cu¨¢nto cuesta, que por dinero no es¡¡±. Saben que la ¨²nica manera que hay de atravesar el coto de Do?ana es a trav¨¦s de una hermandad, porque a nivel particular es pr¨¢cticamente imposible, y cuando adem¨¢s se enteran de que, si no perteneces a la hermandad, no tienes derecho a solicitar el permiso de paso, se intentan apuntar. Estamos notando que muchos se est¨¢n haciendo hermanos simplemente por eso. Est¨¢ pasando aqu¨ª y en todas las hermandades de la parte de C¨¢diz que cruzan Do?ana. Empezamos a notar este fen¨®meno justo antes de la pandemia, pero ahora, despu¨¦s de dos a?os sin Roc¨ªo, la cosa se ha disparado. Si usted supiera el bombardeo de solicitudes que estamos soportando ¡ªde Madrid, de Barcelona, de Pamplona¡¡ª, no se lo creer¨ªa¡ No quieren ser hermanos los 365 d¨ªas del a?o ni por un sentimiento religioso, sino para ir a Do?ana.
¡ª?Y ustedes sienten que, al margen de lo religioso, eso supone un peligro para el parque?
¡ªClaro. Es que no es bueno para nadie. Si no ponemos l¨ªmites, llegar¨¢ un momento dentro de unos a?os que, por culpa del descontrol de ahora, los responsables del parque no nos dejar¨¢n pasar. Tenemos que convivir con el parque, sean cuales sean las limitaciones que nos vayan poniendo, nos gusten o no. Pero hay gente que lo entiende y hay gente que no.
El escritor Eduardo Mendicutti, que naci¨® aqu¨ª y aqu¨ª pas¨® los largos veranos de la infancia, cuenta que nunca entendi¨® que la romer¨ªa del Roc¨ªo atravesara el parque:
¡ªPara m¨ª Do?ana siempre tuvo un punto misterioso, inalcanzable, me ayud¨® a fantasear. Incluso escrib¨ª una novela [Malandar] sobre una parte de Do?ana, pero es una novela que est¨¢ imaginada entera, porque me falt¨® valor para adentrarme por all¨ª. Siempre he pensado que Do?ana tiene una fuerza muy especial y, por ejemplo, nunca pude comprender que la romer¨ªa del Roc¨ªo se atreviera a cruzar el parque por dentro, en carretas, con la gente de juerga. Me parec¨ªa que ten¨ªa algo de profanaci¨®n y de temeridad. Yo hice el camino del Roc¨ªo a trav¨¦s del parque una vez, cuando era joven. Y jur¨¦ no volver. Ten¨ªas la sensaci¨®n de que t¨² all¨ª estabas ofendiendo, estabas hiriendo algo.
Mendicutti, que anda estos d¨ªas un poco ¡°renqueante¡± por una lesi¨®n de rodilla, recuerda haber asistido desde muy peque?o a la t¨ªpica discusi¨®n sobre la posibilidad de construir una carretera que uniera Sanl¨²car con Huelva. ¡°A m¨ª siempre me pareci¨® un disparate¡±, asegura, ¡°porque eso supon¨ªa arrasar el parque. Yo era siempre de los que se opon¨ªan a cualquier intervenci¨®n forzada en Do?ana por mucho que pudiera producir te¨®ricos beneficios para la poblaci¨®n¡±.
La posibilidad de una carretera sobre el parque que redujera la distancia entre C¨¢diz y Huelva ¡ªen la actualidad no hay m¨¢s remedio que llegar hasta las afueras de Sevilla, lo que convierte el trayecto en 200 kil¨®metros y m¨¢s de dos horas¡ª sigue vigente, al menos en las conversaciones. Mar¨ªa S¨¢nchez se fue de Sanl¨²car con 24 a?os y regres¨® del extranjero 24 a?os despu¨¦s. No not¨® ning¨²n cambio, salvo que ahora las otras gu¨ªas del barco tur¨ªstico de la empresa Crist¨®bal Anillo que parte de Sanl¨²car y se adentra en la orilla del coto la llaman Mary. Hace unos d¨ªas, le toc¨® explicar los ecosistemas de Do?ana a un grupo de jubilados sanluque?os.
¡ªMe hizo mucha gracia porque la mitad quer¨ªa entrar en el parque libremente y la otra mitad no. Muchos de los que ven¨ªan en el grupo hab¨ªan vivido de j¨®venes en el poblado de La Plancha y me ense?aban las fotos de sus familiares. Unos hab¨ªan sido carboneros, otros se hab¨ªan dedicado a recoger pi?as, algunos m¨¢s a la miel. Incluso llegaron a vivir en las chozas¡ Y me preguntaban que, si hab¨ªan vivido antes all¨ª, por qu¨¦ ahora no pod¨ªan volver. No entienden las restricciones. Yo personalmente prefiero que se mantenga como parque nacional, que no se toque nada. S¨¦ la importancia que tiene, por la situaci¨®n geogr¨¢fica, por el valor de la tierra, y lo trato de transmitir. Y cuando vienen ni?os, tambi¨¦n intento explicarles la importancia de mantener limpio el parque, porque ese es uno de los problemas que tenemos. Los alrededores de Do?ana est¨¢n sucios. No es solo culpa de la gente de Sanl¨²car, sino tambi¨¦n de los que tiran porquer¨ªa al r¨ªo y al Atl¨¢ntico.
¡ª?Usted cree que todos los vecinos de Sanl¨²car conocen el parque?
¡ªNo.
¡ª?Por qu¨¦?
¡ªPues se lo voy a decir. Porque lo tienen tan cerca que no les entra la curiosidad. Es lo que tienen enfrente cuando van a la playa y terminan por no prestarle atenci¨®n. Tanto es as¨ª que, cuando tienen vacaciones, se van fuera.
Antonio Lucio, actual presidente de WWF-Espa?a, es adem¨¢s patrono de la Fundaci¨®n Conama, organizadora del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Despu¨¦s de recorrer en los ¨²ltimos d¨ªas el parque de Do?ana y su entorno, reflexiona:
¡ªCuando un enclave como Do?ana se ve amenazado porque algunas personas del entorno colocan por delante de todo ganar y ganar m¨¢s y m¨¢s dinero, exageradamente, sin ning¨²n sentido de la contenci¨®n, de la prudencia, del respeto, ni a la ley ni a lo que significa su tierra, siento que estamos ante una traici¨®n a s¨ª mismos, a la comprensi¨®n de su paisaje, al sentimiento espont¨¢neo de reverencia ante ¨¦l. Por eso es tan importante recuperar las referencias locales, aut¨®ctonas, end¨®genas de respeto, de amor hacia la belleza de su tierra, hacia Do?ana. En esas referencias, que debe haberlas, habr¨¢ de inspirarse la comunidad local. Y en el cumplimento de la ley.
Manuel para el todoterreno, un viejo Nissan con matr¨ªcula de Sevilla BE ¡ªo sea, con 31 a?os de antig¨¹edad¡ª, a un lado del carril:
¡ªAh¨ª delante pari¨® una lince.
¡ª?Y qu¨¦ fue lo que pas¨®?
¡ªQue se acercaba la ¨¦poca del Roc¨ªo y las carretas de Hinojos ten¨ªan que pasar por ah¨ª. Se me ocurri¨® decirle a la Administraci¨®n: ¡°Vamos a ver, si tenemos el camino de los playeros ¡ªque es este en el que nos hemos parado¡ª y no est¨¢ en uso, ?por qu¨¦ no expropi¨¢is una parte de aquella finca, se proh¨ªbe el tr¨¢nsito por ah¨ª ¡ª?para que dejen a la lince tranquila¡ª y se habilita el paso hacia el Roc¨ªo por aqu¨ª, como se hac¨ªa antiguamente?¡±.
¡ª?Y qu¨¦ ocurri¨®?
¡ªQue nos pusimos de acuerdo. Sin documentos, sin firma, sin nada. Se expropi¨® una parte de la finca, se le dio uso p¨²blico y la lince se qued¨® all¨ª con su cr¨ªa, placenteramente.
Manuel vuelve a arrancar el veh¨ªculo, pero antes de meter la primera a?ade: ¡°Pero esto no lo publiques. No por nada, sino porque ser¨ªa una inmodestia por mi parte¡±. En la ¨¦poca que ocurri¨® aquello, ¡°2004 o quiz¨¢ 2005¡å, Manuel Naranjo hab¨ªa dejado temporalmente su profesi¨®n de maestro para hacerse cargo de la alcald¨ªa de Hinojos (Huelva). Pero no hay peligro de inmodestia. Manuel es una de esas personas a las que se les podr¨ªa comprar con los ojos cerrados un coche de segunda mano, aunque fuera este viejo Nissan. El exalcalde cuenta la an¨¦cdota de la lince que pudo vivir en paz porque cree que, incluso en un territorio tan complejo como este, el di¨¢logo de la direcci¨®n del parque con el resto de las administraciones mejorar¨ªa no solo la gesti¨®n de los recursos, sino tambi¨¦n la percepci¨®n que los vecinos tienen de Do?ana. Durante un largo recorrido por el entorno del parque, va expresando sus grandes preocupaciones ¡ª¡±Do?ana est¨¢ muerto, la marisma est¨¢ perdiendo su car¨¢cter anfibio y se est¨¢ convirtiendo en un erial, en un desierto¡±¡ª, sus desencuentros con la direcci¨®n del parque, a los que achaca una doble vara de medir.
¡ªMira, esta finca pertenece a la Confederaci¨®n Hidrogr¨¢fica del Guadalquivir, pero, sin embargo, est¨¢ ocupada por ganado ilegal. No quiero decir que no est¨¦ identificado, sino que aqu¨ª no se puede pastar. Y mientras que al resto de las explotaciones nos obligan a tenerlo localizado y en condiciones, como tiene que ser, aqu¨ª est¨¢ el ganado, tanto equino como vacuno, de forma ilegal, sueltos y sin control. ?D¨®nde est¨¢ Sanidad? ?D¨®nde Medio Ambiente? ?D¨®nde Agricultura?
¡ªY el Seprona de la Guardia Civil, ?no act¨²a?
¡ªYo s¨¦ que aqu¨ª han cogido ganado, lo que no s¨¦ es qu¨¦ hacen luego, en instancias m¨¢s altas, con los informes que elaboran los agentes.
El cabo Joaqu¨ªn pertenece precisamente al Seprona, el Servicio de Protecci¨®n de la Naturaleza de la Guardia Civil con base en Do?ana. Lleva m¨¢s de 12 a?os en este destino y conoce a fondo el parque y las cosas ¡ªbuenas y malas¡ª que aqu¨ª suceden. ¡°Suelo decir¡±, explica con una sonrisa mientras conduce al atardecer por la playa de Do?ana, ¡°que esta es mi oficina¡±. Aunque el paisaje sobrecoge por su belleza, trabajo no le falta. Sin ir m¨¢s lejos, dentro de unos d¨ªas acudir¨¢ como testigo a un juicio en el que se sentar¨¢n en el banquillo el primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Almonte y dos empleados de una empresa de visitas tur¨ªsticas a caballo que est¨¢n acusados de provocar da?os en las dunas f¨®siles del Asperillo. La acusaci¨®n parti¨® de un informe del Seprona, y el pol¨ªtico se enfrenta a 4 a?os de c¨¢rcel y 15 de inhabilitaci¨®n. Pero los peligros que acechan a Do?ana ¡ªdel que la falta de agua es el principal, de ah¨ª la lucha contra los pozos ilegales¡ª no paran ah¨ª. Un vistazo a sus ¨²ltimas actuaciones hablan de lucha contra el furtivismo, tanto parque adentro como en las orillas, y de otras infracciones. Mientras conduce por la marisma con las luces apagadas, demostrando que conoce el terreno casi tan bien como el veterano exalcalde de Hinojos, hace una reflexi¨®n que se queda flotando en la noche:
¡ªEs verdad que la gente se queja de si esta restricci¨®n o de si aquella. Que si el parque para aqu¨ª o el parque para all¨¢. Pero, a la hora de la verdad, todos le terminan poniendo a sus productos, a sus negocios, a sus empresas, el nombre de Do?ana¡
O, como dice Antonio Lucio, ¡°hay un sentimiento genuino, espont¨¢neo, que de siempre anida en las poblaciones locales que tienen el privilegio de vivir en lugares de gran belleza natural¡±. Ser¨¢ por eso por lo que, cuando el exalcalde Manuel o el cabo Joaqu¨ªn sacan una llave con la que abren una de las puertas del parque, a uno le recuerdan aquella pel¨ªcula de Paolo Sorrentino, La gran belleza, en la que un amigo del protagonista ten¨ªa la inmensa fortuna de poseer las llaves de todos los palacios de Roma. Tan cerrados a cal y canto como las marismas y las dunas de Do?ana, tan misteriosos en su inconmensurable belleza. Tan amenazados por la ruina.