La memoria de un pueblo, en fotos
Un libro re¨²ne m¨¢s de 600 im¨¢genes de los vecinos de Ri¨®par (Albacete), desde finales del siglo XIX hasta 1975, como homenaje a sus antepasados.
Cuando una amiga le pidi¨® ayuda para revelar daguerrotipos, no supo que estaba alumbrando la memoria coral de un pueblo. Y no era por el contenido de esa caja que le hab¨ªa entregado, sino por la idea que despert¨® en Adolfo D¨ªaz. Relacionado con el mundo audiovisual desde hace d¨¦cadas, este apasionado de la fotograf¨ªa vio que ese esfuerzo por resucitar un recuerdo tambi¨¦n significaba la reivindicaci¨®n de un pasado com¨²n y de un olvidado paradigma art¨ªstico.
¡°Empec¨¦ a pensar en la cantida...
Cuando una amiga le pidi¨® ayuda para revelar daguerrotipos, no supo que estaba alumbrando la memoria coral de un pueblo. Y no era por el contenido de esa caja que le hab¨ªa entregado, sino por la idea que despert¨® en Adolfo D¨ªaz. Relacionado con el mundo audiovisual desde hace d¨¦cadas, este apasionado de la fotograf¨ªa vio que ese esfuerzo por resucitar un recuerdo tambi¨¦n significaba la reivindicaci¨®n de un pasado com¨²n y de un olvidado paradigma art¨ªstico.
¡°Empec¨¦ a pensar en la cantidad de fotos que se perd¨ªan; o en las que ten¨ªamos de nuestros familiares, pero sin conocer ya a algunos de los que aparec¨ªan, y decid¨ª ponerles nombre y apellido¡±, explica D¨ªaz. Con tal premisa, este jubilado de 70 a?os impuls¨® un libro compuesto por centenares de instant¨¢neas de los vecinos de Ri¨®par, localidad de Albacete que en la actualidad cuenta con unos 1.300 habitantes. ¡°Lo hemos hecho Inma G¨®mez, Mercedes Ballesta, Juan Jos¨¦ Moreno y yo¡±, advierte, compartiendo la autor¨ªa con otras tres personas, encargadas de recopilar y seleccionar el material o de entrevistar a los protagonistas y donantes.
Ri¨®par, ¨¢lbum fotogr¨¢fico es un volumen con m¨¢s de 600 im¨¢genes. ¡°Nos aportaron unas 3.200, de diferentes etapas¡±, apunta D¨ªaz, ¡°y empe?amos casi un a?o intensivo en elegir, restaurar y editar¡±. Los autores decidieron limitar el n¨²mero y acotar las fechas. ¡°Tenemos desde las primeras que se tomaron, a finales del siglo XIX, hasta 1975¡å, aclara.
¡°Nos interesaba reflejar esa evoluci¨®n¡±, contin¨²a D¨ªaz. Al principio, aduce, se hac¨ªan en jornadas especiales, como los d¨ªas de feria. Hasta lugares como Ri¨®par se desplazaban profesionales con un enorme aparato y, aparte de inmortalizar a los clientes, daban alg¨²n toque especial: difuminar los bordes, representar alguna escena sacra o colocar un fondo ficticio. Esto se demuestra en retratos con montajes artificiales como un grupo de mujeres en una avioneta o una pareja sobre un patio andaluz.
M¨¢s adelante, el ejercicio fotogr¨¢fico se empieza a democratizar. Ya hay escenas de p¨ªcnics en el campo, de pasacalles, de orquestas o de acciones cotidianas como lavar la ropa. ¡°Lo dejamos cuando ya vimos que mucha gente ten¨ªa c¨¢mara y nos parec¨ªa un cambio de ¨¦poca¡±, explica D¨ªaz. ¡°Una de las cosas m¨¢s bonitas es que la gente ha descubierto a sus padres en fotos de otros. Quer¨ªamos darle al pueblo la sensaci¨®n de que son una familia. Aunque ahora se vive de forma m¨¢s distante, antes todos jugaban juntos. ?Las proyectamos en pantalla grande y menudas llantinas!¡±, comenta el impulsor de esta iniciativa.
D¨ªaz se detiene en algunas curiosidades llamativas, como saber que se estaba en la dictadura franquista por la mano alzada de los retratados o el peinado denominado Arriba Espa?a de las mujeres, y la inclinaci¨®n art¨ªstica de algunos fot¨®grafos, incluyendo esos elementos fantasiosos o modificando el ¨¢ngulo. ¡°Ha cambiado tanto en los expertos como en la pose: ponerse serios, todos juntos, pero sobre todo la ropa y la fisionom¨ªa. Y hay oficios que se han perdido, como los resineros. Tambi¨¦n costumbres como ir a la boda con mandil¡±, indica.
Y se entrev¨¦n usos sociales distintos. No solo por los vestidos de luto, los ni?os trabajando o los almuerzos comunes, sino por ese tiempo dedicado a ense?ar el ¨¢lbum a los amigos, todos arracimados en torno a una mesa camilla y no a un m¨®vil. ¡°Me acuerdo de cuando mi padre llevaba un carrete a revelar. La espera era una emoci¨®n que los que vienen detr¨¢s no van a experimentar¡±, rememora D¨ªaz. ¡°Muchas de las que sacamos se perder¨¢n en los discos duros. Al final, tendremos m¨¢s fotos de nuestros antepasados que nuestras¡±, concluye.