Luda Merino: el poder de restaurar fotos para devolver la dignidad a los represaliados
Esta joven de 23 a?os lleva tres restaurando im¨¢genes de v¨ªctimas de los reg¨ªmenes nazi y franquista para compartir en redes sus historias y para concienciar sobre los horrores del siglo XX.
Luda Merino (23 a?os, Kochenevo, Rusia) recita fechas, datos y nombres de los momentos m¨¢s infames de la historia del siglo XX. Lo hace de memoria y sin trabarse, sentada c¨®modamente en el sof¨¢ del piso en el que vive con su madre, Margarita. A mitad de la conversaci¨®n dice: ¡°A menos de dos kil¨®metros de donde estamos, hay un campo de concentraci¨®n¡±, curioso dato que dar a las visitas. El campo que cita, el Miguel de Unamuno, es ahora un colegio. Pero justo despu¨¦s de la Guerra Civil, de 1939 a 1942, fue un campo de larga duraci¨®n en el que se constitu¨ªan los batallones de soldados trabajadores destinados a la limpieza de Madrid, el Alc¨¢zar de Toledo y Sig¨¹enza. Debajo de ¨¦l habr¨ªa, seg¨²n hip¨®tesis de algunos historiadores, una fosa com¨²n que a¨²n hoy no ha sido excavada y en la que estar¨ªan los restos de todos los fusilados en el campo.
Merino lo sabe porque desde que tiene 20 a?os se dedica a bucear en los archivos y las fotograf¨ªas del horror. La represi¨®n pol¨ªtica de la dictadura franquista y el asesinato masivo y bien estructurado del r¨¦gimen nazi. ¡°Tambi¨¦n he investigado sobre los gulags de Stalin, pero no he querido expandirme m¨¢s de la cuenta. Y tambi¨¦n los chinos, de esos es de los que menos informaci¨®n hay¡±, dice. Su labor consiste en restaurar viejas fotograf¨ªas de las v¨ªctimas y despu¨¦s contar su historia en hilos que cuelga en su cuenta de X llamada Restaurando su dignidad.
¡°Nadie de mi familia ha sido represaliado. Cuando la gente lo pregunta, siempre digo lo mismo: t¨² no tienes a nadie de tu familia que fuera v¨ªctima de una banda terrorista, ?no? Y aun as¨ª, el terrorismo te parece mal. Simplemente es un tema que me interesa y empec¨¦ a tirar y a tirar¡±, confiesa. Tirando, a los 20 a?os restaur¨® su primera fotograf¨ªa a color. Fue la de Aurora Picornell, la misma l¨ªder comunista y sindical cuya foto el presidente del Parlament balear, Gabriel Le Senne, de Vox, rompi¨® en un pleno este junio.
Llevaba ya unas cuantas fotograf¨ªas restauradas que hab¨ªa cogido de internet o que alg¨²n familiar de represaliado le hab¨ªa pedido cuando, mientras volv¨ªa de la universidad a casa en autob¨²s, a Merino se le ocurri¨® una idea: ?y si creaba una cuenta de Twitter para dar visibilidad a esas historias? ¡°La verdad es que pensaba que la cuenta se iba a estancar en unos 10.000 seguidores¡±. En el momento en el que se escribe este art¨ªculo, la cuenta est¨¢ a punto de cumplir tres a?os y alcanza los 196.700 seguidores, con algunos hilos de las historias de las v¨ªctimas que han sido le¨ªdas por m¨¢s de ocho millones de personas.
Merino, que no es historiadora sino grafista en una televisi¨®n y que no ha estudiado Historia en la universidad sino Animaci¨®n 3D, confiesa que se estudia miles de documentos y libros sobre los campos de concentraci¨®n y los campos de exterminio para no cometer errores a la hora de divulgar y concienciar. ¡°En los colegios explican poco sobre los campos de concentraci¨®n. Yo veo que la gente tiene un l¨ªo importante. No saben la diferencia entre un campo de concentraci¨®n y uno de exterminio. La gente se queda con que los nazis y los jud¨ªos, las c¨¢maras de gas y los hornos, y ya est¨¢. Yo tengo amigos que pensaban, y no de forma ir¨®nica, que los nazis ten¨ªan dos m¨¦todos de ejecuci¨®n: la c¨¢mara de gas y el crematorio. Y no, ten¨ªan un orden. Primero mataban y despu¨¦s quemaban¡±, explica.
En Espa?a, por cierto, existieron m¨¢s de 300 campos de concentraci¨®n, seg¨²n explica en su libro Los campos de concentraci¨®n de Franco el periodista Carlos Hern¨¢ndez de Miguel, al que Merino considera un mentor. ¡°El gran problema que tenemos es que la gente oye campo de concentraci¨®n y piensa en Auschwitz porque cuando llegan los nazis crean los campos de exterminio, que son el culmen del horror. El culmen de la deshumanizaci¨®n y del hambre y los trabajos forzosos. Y marcan a la gente con un n¨²mero. Lo del n¨²mero, por cierto, solo se hac¨ªa en ?Auschwitz. Pero EE UU ten¨ªa campos de concentraci¨®n donde met¨ªa a japoneses. Y Espa?a tuvo campos de concentraci¨®n durante la Segunda Rep¨²blica y negarlo ser¨ªa est¨²pido. T¨¦cnicamente, si t¨² encierras a una persona en un sitio sin garant¨ªas judiciales ni juicio, eso ya es un campo de concentraci¨®n¡±, explica.
El proceso que sigue es casi siempre el mismo: primero recibe la foto que le manda alg¨²n familiar de represaliado o que ella misma coge de un archivo hist¨®rico de internet. La pasa por Photoshop. Los colores son la parte m¨¢s dif¨ªcil de recuperar. A veces usa la inteligencia artificial para identificar elementos. Otras veces les pregunta a los familiares por si tienen alg¨²n recuerdo de c¨®mo era la chaqueta del padre o el pintalabios de la madre. Despu¨¦s, busca la historia del fotografiado para poder contarla. Ver im¨¢genes de presos raqu¨ªticos o cuerpos arrojados a un horno crematorio tambi¨¦n acaba haciendo mella. ¡°Ya tengo callo, pero hay fotos muy bestias. La gente espera que me ponga de fondo la m¨²sica de La lista de Schindler o El ni?o con el pijama de rayas, pero yo escucho Oliver y Benji o Pichi Pichi Pitch para levantarme la moral¡±, confiesa Luda Merino.
La recompensa por su trabajo, por el que no cobra nada ni recibe ning¨²n tipo de ayuda, llega con el agradecimiento de las familias. ¡°Hace tiempo restaur¨¦ la foto que me pidi¨® un se?or y se la paso y me pone ¡°visto¡± y no me responde. Y yo pens¨¦: vale, estar¨¢ liado o algo. Y a la media hora me dice: ¡°Perdona por no haberte respondido, llevo media hora llorando¡±. Esas cosas te marcan. O una vez que me escribi¨® una persona mand¨¢ndome la foto de su abuelo y en realidad me la pidi¨® para su madre, porque hac¨ªa m¨¢s de 70 a?os que ella no hab¨ªa visto a su padre a color. Yo no me involucro en el tema de las fosas ni en los restos, pero restauro las fotos y les devuelvo el color. Para los familiares es importante porque en color es la ¨²ltima imagen que tuvieron de ellos¡±.
Dos a?os despu¨¦s de crear Restaurando su dignidad, Merino decidi¨® investigar su propia historia. Sab¨ªa que hab¨ªa nacido en Kochenevo, una peque?a ciudad de Novosibirsk, en Rusia. Y sab¨ªa que su madre la hab¨ªa adoptado cuando ella ten¨ªa tres a?os. Pero no sab¨ªa absolutamente nada de su familia biol¨®gica. ¡°Son dos cosas diferentes, la restauraci¨®n de fotos y la historia de mi adopci¨®n¡±, aclara, ¡°me hice un test gen¨¦tico y me dio como resultado que parte de mis antepasados ven¨ªan de Alemania. Me puse a investigar, mi madre ten¨ªa el nombre de mi madre biol¨®gica y la encontr¨¦, aunque ella nunca ha querido hablar conmigo. Con mi padre s¨ª mantengo el contacto. Pensaba que yo estaba muerta¡±. Su historia la cuenta en el libro No lo entender¨ªas (Aguilar, 2024), que se publicar¨¢ en octubre. ¡°Otros ni?os ten¨ªan la historia de la semillita y yo ten¨ªa la historia de c¨®mo mi mam¨¢ hab¨ªa cogido dos aviones para traerme del orfanato a Espa?a¡±. Del orfanato no recuerda nada, aunque durante a?os fue incapaz de sentir dolor debido a un proceso disociativo que desarroll¨® por culpa del abandono.
La investigaci¨®n de su propio pasado tambi¨¦n vino con respuestas. Sus genes alemanes se materializaron en un bisabuelo que fue deportado cuando Stalin decidi¨® mandar a Siberia a todos los rusos de origen alem¨¢n. No sabe si acab¨® o no en un gulag. Pero eso es otra historia.
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