¡°Esto es una invasi¨®n¡±: el racismo que se dice democr¨¢tico
El repunte de llegadas de migrantes a las islas alimenta los discursos xen¨®fobos de parte de la poblaci¨®n y pone en guardia a pol¨ªticos y expertos
¡°?No a la inmigraci¨®n ilegal!¡±, grita por la megafon¨ªa un hombre con sombrero vaquero. ¡°Esto es una verdadera invasi¨®n¡±, asegura Soledad Caballero, ama de casa que se ha envuelto en una bandera espa?ola para asistir a la manifestaci¨®n convocada por la Plataforma Vecinal de Arguinegu¨ªn. ¡°A 50 metros de donde vivo han metido a 296 inmigrantes. No digo que sean ellos, pero ¨²ltimamente ha habido robos¡±.
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¡°?No a la inmigraci¨®n ilegal!¡±, grita por la megafon¨ªa un hombre con sombrero vaquero. ¡°Esto es una verdadera invasi¨®n¡±, asegura Soledad Caballero, ama de casa que se ha envuelto en una bandera espa?ola para asistir a la manifestaci¨®n convocada por la Plataforma Vecinal de Arguinegu¨ªn. ¡°A 50 metros de donde vivo han metido a 296 inmigrantes. No digo que sean ellos, pero ¨²ltimamente ha habido robos¡±.
Arguinegu¨ªn, en el municipio tur¨ªstico de Mog¨¢n, en el suroeste de Gran Canaria, tiene 2.500 habitantes. Desde finales de agosto se ha convertido en el epicentro involuntario de la migraci¨®n: en su puerto se han llegado a hacinar m¨¢s de 1.300 personas. La situaci¨®n enfrenta a las Administraciones canarias con el Gobierno central y enfada a la poblaci¨®n.
Es s¨¢bado y unas 1.100 personas, seg¨²n el Ayuntamiento, se manifiestan contra esta situaci¨®n. Las consignas piden la dimisi¨®n del Gobierno de Pedro S¨¢nchez. Hay voces que piden ayudar a los inmigrantes, pero se escuchan m¨¢s palabras enfurecidas como ¡°ilegales¡±, ¡°invasores¡± o ¡°par¨¢sitos¡± y algunos ya cl¨¢sicos ¡°yo no soy racista, pero...¡±.
¡°No tengo nada en contra de los inmigrantes, pero si no hay para nosotros, c¨®mo va a haber para ellos¡±, afirma Ver¨®nica, dependienta en paro. La alcaldesa, Onalia Bueno, reprueba los comentarios xen¨®fobos e incluso los afea a algunos participantes en la manifestaci¨®n. ¡°Todo lo que no sea la lucha por los derechos humanos no tiene cabida en este Consistorio¡±, advierte m¨¢s tarde a trav¨¦s de la megafon¨ªa.
Este mismo malestar vecinal se reproduce en El Lasso, barrio de Las Palmas de Gran Canaria. Ah¨ª, el Gobierno quiere acondicionar un colegio clausurado para sumarlo a la red de acogida. ¡°?Lo cerraron porque no reun¨ªa los requisitos y ahora van a meter a los morenos?¡±, sostiene Jer¨®nimo, de 59 a?os, chatarrero. ¡°Si no estaba para unos no deber¨ªa estar para otros¡±.
Las cifras de la llegada
Este a?o han llegado a Canarias unos 12.000 migrantes africanos, la mayor cifra desde la llamada crisis de los cayucos en 2006, lo que ha alimentado la desconfianza y el miedo. ?Y la xenofobia? ¡°Indudablemente¡±, reconoce el presidente auton¨®mico ?ngel V¨ªctor Torres, que responsabiliza de la crispaci¨®n contra los extranjeros a los discursos contra la inmigraci¨®n que se escuchan en el Congreso.
La incertidumbre y la amenaza sanitaria y econ¨®mica provocada por el coronavirus se han mezclado con la mala gesti¨®n de las llegadas. ¡°Existen elementos preocupantes¡±, sostiene Daniel Buraschi, miembro de la Red de Acci¨®n e Investigaci¨®n Social (RAIS) y coautor del libro Racismo y antirracismo comprender para transformar. Uno de ellos es el llamado racismo democr¨¢tico. ¡°Excluye a las personas migrantes apelando a valores democr¨¢ticos, de manera que la violaci¨®n de sus derechos sea justificable¡±, explica. ¡°Por ejemplo, se habla de amenaza sanitaria y se justifican medidas radicales bas¨¢ndose un pseudoprincipio de justicia, con argumentos como los inmigrantes reciben demasiado o el Gobierno nos ha abandonado, pero a ellos los pone en un hotel¡±: se moviliza el resentimiento a partir de principios leg¨ªtimos como el derecho a la salud o la preocupaci¨®n por la econom¨ªa.
La dificultad aqu¨ª es el problema de llamar racista a quien sostiene esta posici¨®n. ¡°Lo ¨²nico que lograr¨ªamos es aumentar su resentimiento porque no se ve como tal y siente que no reconocemos su indignaci¨®n. Y este resentimiento puede convertirse un agente movilizador¡±.
La consecuencia m¨¢s palpable de este racismo democr¨¢tico es la deshumanizaci¨®n del migrante, en la que profundizan las instituciones con pr¨¢cticas como la de separar a los ni?os de sus madres al llegar, advierte Buraschi. Permite, adem¨¢s, excluir a ciertas personas del grupo de los que consideramos dignos de tener derechos. ¡°Se construye una frontera moral y la persona se transforma en cuerpo violable¡±, explica. ¡°Es por eso por lo que hay que trabajar para reconvertirlos en sujetos pol¨ªticos¡±.
Banderas y pol¨ªtica
Las banderas espa?olas llenan la manifestaci¨®n en Arguinegu¨ªn. La lleva en su mascarilla David, de 40 a?os, que mira desconfiadamente y duda si responder a las preguntas. ¡°Antes quiero saber si eres de izquierdas¡±, admite este votante declarado de Vox.
Esta formaci¨®n trata de capitalizar este descontento respecto a la migraci¨®n. Su diputado por Las Palmas, Alberto Rodr¨ªguez Almeida, es, de hecho, uno de los pocos pol¨ªticos presentes en la manifestaci¨®n. Este d¨ªa, su discurso se centra en la falta de control y la poca adecuaci¨®n del muelle. ¡°La inacci¨®n de este Gobierno ha hecho de que este fen¨®meno se haya desbordado¡±.
Antonio Morales, presidente del Cabildo de Gran Canaria, teme que ¡°la ultraderecha¡± se aproveche de la situaci¨®n y admite que ¡°ha faltado pedagog¨ªa¡± para evitarlo. Est¨¢ de acuerdo Nasara Cabrera Abu, doctora en Sociolog¨ªa y directora general de Asuntos Econ¨®micos con ?frica. ¡°Existe un discurso de ultraderecha que ha abierto un nuevo escenario que legitima este tipo de actuaciones y de discurso, menos pol¨ªticamente correctos¡±, sostiene. ¡°Tiene que haber estrategias para trabajar estos valores de integraci¨®n: soy partidaria de introducir la gesti¨®n de la diversidad como parte de la pol¨ªtica p¨²blica¡±.
Ya es de noche en una calle peatonal cercana al Parque Santa Catalina, zona de Las Palmas de Gran Canaria en la que hace d¨¦cadas proliferaron las tiendas hind¨²es de electr¨®nica al abrigo de los puertos francos. El Bazar Karani sostiene el negocio en parte gracias al env¨ªo de remesas de africanos. Detr¨¢s del mostrador est¨¢ su due?o, un hind¨² de mediana edad que lleva muchos a?os en la isla y que prefiere no revelar su nombre. Cuando termina de atender a dos veintea?eros de origen gambiano, no duda: ¡°Hay que controlar este fen¨®meno¡±.
Con informaci¨®n de Mar¨ªa Mart¨ªn.
Un odio ampliado por las redes sociales
"Se busca un chivo expiatorio para descargar la angustia y la agresividad. Esa es la base el mecanismo de la xenofobia", cree Teodoro Bondyale, el secretario de la Federaci¨®n de Asociaciones de Africanos en Canarias.
La existencia de las redes sociales es una de las claves de la propagaci¨®n de estos miedos, seg¨²n un reciente informe elaborado por el Observatorio de la Inmigraci¨®n de Tenerife. ¡°La amplia difusi¨®n del discurso del odio 'online' representa un peligroso caldo de cultivo para el racismo y la xenofobia¡±. La llegada de personas migrantes, explica el documento, est¨¢ siendo ¡°mediatizada no solamente por los medios tradicionales, sino tambi¨¦n por personas que graban im¨¢genes de la llegada de las embarcaciones, a?adiendo comentarios despectivos, violentos y discriminatorios¡±.
¡°La gente tiene una informaci¨®n err¨®nea que no contrasta y se crea una concepci¨®n imaginaria y un miedo al pobre que viene a quitarnos lo nuestro¡±, completa Cabrera Abu. "Y puede ser usada para el provecho pol¨ªtico".