El infierno de nieve que sepult¨® a C¨¦sar y Virgilio
El temporal impide reanudar el rescate de un operario de quitanieves arrollado por un alud en Asturias
El invierno y el infierno se abrazaron para llevarse por delante una quitanieves detenida en el puerto de San Isidro (Asturias) el d¨ªa de A?o Nuevo. La avalancha arroll¨® al veh¨ªculo de Virgilio Garc¨ªa, de 63 a?os, y C¨¦sar Fern¨¢ndez, diez a?os m¨¢s joven. El m¨¢s veterano llevaba 15 a?os despejando esa zona del concejo de Aller, y estaba ilustrando a Fern¨¢ndez en su primera semana por estas peligrosas carreteras lim¨ªtrofes con Le¨®n. ...
El invierno y el infierno se abrazaron para llevarse por delante una quitanieves detenida en el puerto de San Isidro (Asturias) el d¨ªa de A?o Nuevo. La avalancha arroll¨® al veh¨ªculo de Virgilio Garc¨ªa, de 63 a?os, y C¨¦sar Fern¨¢ndez, diez a?os m¨¢s joven. El m¨¢s veterano llevaba 15 a?os despejando esa zona del concejo de Aller, y estaba ilustrando a Fern¨¢ndez en su primera semana por estas peligrosas carreteras lim¨ªtrofes con Le¨®n. El cad¨¢ver del trabajador novato fue hallado pocas horas despu¨¦s del siniestro; la quitanieves apareci¨® a 200 metros de la v¨ªa, pero el cuerpo del m¨¢s experimentado a¨²n no se ha localizado. Los servicios de rescate chocan con la crudeza del temporal, que les impide avanzar por el temor a m¨¢s derrumbes. Mientras tanto, en Felechosa, el pueblo m¨¢s cercano, reina una reflexi¨®n indignada: ¡°Era cuesti¨®n de tiempo¡±.
El equipo de emergencias ha instalado su base a unos minutos a pie de esta localidad. Para llegar hay que surcar el entorno del r¨ªo Aller y adentrarse en un paisaje tan congelado como las labores de salvamento. El asfalto pronto pierde el pulso con la nieve y avanzar se convierte en una odisea, especialmente cuando, tras una breve tregua, el cielo vuelve a mandar copos traicioneros a un lugar que vive del esqu¨ª.
Nacho Gonz¨¢lez y Lidia Bigotes, que intentan sacar un coche atrapado entre bloques de hielo, trabajan en la cercana estaci¨®n de Fuentes de Invierno y asumen que la prioridad es la seguridad: ¡°Llevamos a?os diciendo que es un peligro, si hay que cerrar el puerto, que se cierre¡±. El gran problema de esa curva desde donde baj¨® el alud radica en que es una ladera muy elevada, muy escarpada y donde la nieve se acumula por toneladas hasta que, ¡°por pura f¨ªsica¡±, vence y desciende con brutalidad.
Los vecinos de Felechosa intu¨ªan que tarde o temprano un alud causar¨ªa una desgracia. Hasta que la nieve sepult¨® a C¨¦sar y Virgilio, que se hab¨ªan detenido en ese punto para arreglar la chimenea atascada de la fresadora que conduc¨ªan. El crudo consuelo que les queda en el pueblo es que Avelino, compa?ero de Virgilio, libraba ese d¨ªa. Este hombre se encuentra muy afectado por la tragedia y por la no aparici¨®n de su otro colega: estuvo colaborando hasta que la tremenda nevada detuvo las labores de rescate.
Entre el martes y el mi¨¦rcoles el tiempo mejorar¨¢, con lo que puede haber una oportunidad para seguir la b¨²squeda, pero el s¨¢bado se espera de nuevo el caos. ¡°Las condiciones son mal¨ªsimas y est¨¢ muy dif¨ªcil hasta el acceso al puesto de mando en Felechosa¡±, lamenta ?scar Rodr¨ªguez, gerente del Servicio de Emergencias del Principado. Un nuevo alud, uno de tantos, pas¨® ayer apenas a 200 metros de uno de los equipos de rescate derivados a San Isidro. No vale la pena, asume, arriesgar a m¨¢s efectivos una vez ocurrido lo ocurrido. La nieve acumulada en las orillas de la carretera rebasa la altura de los coches.
El paso de las horas compromete acceder dignamente, sin romperse la crisma de un resbal¨®n, al bar Jeyro, habitual refugio del a¨²n desaparecido. All¨ª tomaba caf¨¦ con leche, recuerda la camarera Paula Garc¨ªa, junto a la cuadrilla de quitanieves que opera por estos lares. ¡°Era muy amable, gracioso y atento¡±, apunta Garc¨ªa sobre este ovetense robusto y tocado con boina. Siempre paraba antes de empezar la jornada, a las ocho de la ma?ana, o para almorzar a las once. Su compa?ero ya ha sido incinerado en la cercana Mieres, de donde proced¨ªa. Virgilio iba a jubilarse en los pr¨®ximos meses. Pero el alud se llev¨® sus planes y, salvo milagro, tambi¨¦n su vida por delante.