UME: una guerra sin tregua contra el hielo a 10 grados bajo cero
En turnos de 12 horas, d¨ªa y noche, los soldados usan picos, palas y azadas para quebrar una placa compacta que se resiste a las m¨¢quinas
Fernando, jubilado y vecino de San Mart¨ªn de la Vega, se muestra sorprendido cuando ve aparecer a los soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME). ¡°?Qui¨¦n les ha mandado aqu¨ª? No nos hacen falta. En otros sitios est¨¢n mucho peor¡±. No es que Fernando est¨¦ en contra de los militares. Al contrario, les invita a tomar a caf¨¦ y a pasar a su casa a calentarse. Pero explica que los agricultores del pueblo se han organizado y han ...
Fernando, jubilado y vecino de San Mart¨ªn de la Vega, se muestra sorprendido cuando ve aparecer a los soldados de la Unidad Militar de Emergencias (UME). ¡°?Qui¨¦n les ha mandado aqu¨ª? No nos hacen falta. En otros sitios est¨¢n mucho peor¡±. No es que Fernando est¨¦ en contra de los militares. Al contrario, les invita a tomar a caf¨¦ y a pasar a su casa a calentarse. Pero explica que los agricultores del pueblo se han organizado y han despejado ya las principales calles con sus tractores.
Sin ayuda de ninguna otra administraci¨®n, m¨¢s que la municipal, San Mart¨ªn de la Vega (19.633 habitantes), como la mayor¨ªa de las localidades de Madrid, ha tenido que afrontar las secuelas de Filomena con sus propias fuerzas. El alcalde, Rafael Mart¨ªnez, explica que los que peor lo han pasado son los vecinos de tres pedan¨ªas distantes entre seis y ocho kil¨®metros del casco urbano; entre ellas La Mara?osa, que se qued¨® sin luz durante varios d¨ªas, y a la que tres voluntarios, con sus veh¨ªculos 4x4, lograron acceder para llevarles alimentos.
Lo primero que hace Santiago Cubas, teniente de la Unidad Militar de Emergencias (UME), cuando llega al pueblo es buscar al alcalde. A veces, el trabajo que vienen a hacer ya est¨¢ hecho o las prioridades han cambiado y hay que adaptarse sobre la marcha, siempre que la nueva demanda encaje con las instrucciones que le han dado.
Las principales v¨ªas de San Mart¨ªn de la Vega est¨¢n despejadas, como dice Fernando, pero eso no quiere decir que no haya tajo de sobra. El colegio Clara Campoamor, con 500 alumnos, est¨¢ cerrado a cal y canto y una capa de varios palmos de nieve bloquea el acceso. Una minim¨¢quina Bobcat de la UME embiste contra el obst¨¢culo y levanta con su pala bloques compactos de hielo. El motor ruge y la bestia mec¨¢nica hace el caballito sobre sus ruedas traseras mientras despeja la entrada. Lo que queda tras su paso es una pista de patinaje, m¨¢s peligrosa que la nieve, que hay que atacar a mano: tres soldados golpean con palas y azadas intentando quebrar el manto de hielo, pero lo que se quiebra es una de las palas. ¡°Me la voy a cargar si sigo picando¡±, resopla.
En torno a la valla del colegio, sus compa?eros van abriendo un estrecho sendero por la acera para que padres y alumnos puedan llegar sin caminar por la calzada y exponerse a ser atropellados por los coches.
Un polic¨ªa municipal menea la cabeza mientras observa los trabajos. Sobre el tejado de la escuela hay una espesa capa de nieve que no resulta tranquilizadora. ¡°Dudo que los colegios est¨¦n listos a tiempo¡±, comenta. La Comunidad de Madrid preve¨ªa reiniciar las clases el lunes, pero las ha retrasado al mi¨¦rcoles. Es jueves y este es el primero de los seis colegios de la localidad en los que se han iniciado los trabajos.
La operaci¨®n Tormentas Invernales Severas (TIS) ha entrado en su tercera fase. La primera, el 8 y 9 de enero, consisti¨® en rescatar a los automovilistas atrapados en las carreteras. La segunda, concluida la pasada semana, en despejar los accesos a hospitales y ambulatorios, centros log¨ªsticos como Mercamadrid, e infraestructuras cr¨ªticas, como las estaciones de Atocha y Chamart¨ªn; adem¨¢s de habilitar al menos un carril de las principales v¨ªas. En esta tercera fase el esfuerzo se centra en la apertura de los coleg¨ªos y el ensanche de las v¨ªas, para permitir la circulaci¨®n en ambos sentidos y facilitar el acceso a pasos peatonales y comercios.
Las calles son las venas y arterias de la gran ciudad y si no pueden circular ambulancias o coches de polic¨ªa su coraz¨®n colapsa. El s¨¢bado de la gran borrasca, en la zona de Arturo Soria, los soldados se toparon con una pareja que deambulaba entre la nieve: ella hab¨ªa roto aguas y se hab¨ªan echado a la calle para intentar llegar a pie al hospital. No hizo falta: el viaje a la sala de partos lo hizo en veh¨ªculo militar. El martes, la imagen del peque?o Iv¨¢n sonre¨ªa al presidente Pedro S¨¢nchez desde una pantalla del centro de mando de la UME.
La tarea de combatir los efectos de Filomena en la Comunidad de Madrid se ha encomendado al Grupo T¨¢ctico Oso; un animal que figura en el escudo de la capital y que tiene fuerza y agilidad suficiente para moverse por la fr¨ªa estepa en que se han convertido estos d¨ªas los campos de la regi¨®n. Se ha formado a partir del primer batall¨®n de emergencias, con base en Torrej¨®n de Ardoz (Madrid), que aporta unos 500 militares, pero reforzado con m¨¢s de 170 efectivos de Le¨®n y 60 de Sevilla.
La UME se ha encargado de amortiguar el primer golpe de la emergencia, pero luego se han sumado otras unidades militares. En el aeropuerto de Barajas ha intervenido el Mando de Ingenieros de Salamanca; en Toledo, efectivos de la Brigada Guzm¨¢n el Bueno (C¨®rdoba) y la Legi¨®n; y en Guadalajara, la Brigada Extremadura.
Antes de salir de la base, el capit¨¢n Miguel Ballesteros explica a los tenientes al mando de las secciones y a los sargentos y cabos 1?, al frente de pelotones y equipos, cu¨¢l es el cometido de cada uno. El trabajo de la UME no se detiene ni de d¨ªa ni de noche y la jornada de trabajo dura ¡°hasta que lo ordena el mando¡±, en palabras del teniente Cubas. Eso suele ser cada 12 horas, de tres de la tarde a tres de la ma?ana y viceversa. Cada tres turnos de 12 horas, el mando ordena descansar un d¨ªa entero. Lo que significa que la jornada semanal oscila entre las 60 y las 72 horas.
Un cami¨®n rompehielos de 18 toneladas y m¨¢s de 400 caballos sube a toda potencia la Avenida de La Cava, que lleva al centro hist¨®rico de Loeches (7.000 habitantes), convertida en una pista de eslalon. Adosada a la cabina tiene una pala que se pliega en cu?a a modo de espol¨®n para rasgar la capa de nieve apelmazada. Pero el sistema quitanieves confunde la alfombra helada con asfalto y apenas le hace un rasgu?o. Los soldados tienen que coger pico y pala y la emprenden a golpes para intentar hacerla a?icos.
Llevan guantes para prevenir saba?ones y el martilleo no cesa un instante. De vez en cuando se turnan en la tarea, aunque hay quien prefiere no quedarse quieto con el term¨®metro marcando casi 10 grados bajo cero en la madrugada de este viernes. El ¨²nico par¨¦ntesis se produce cuando llega el todoterreno con la cena: nadie se quejar¨¢ si est¨¢ tan caliente que no pueden apreciarse los sabores.
¡°Es un trabajo cansado, sobre todo si se prologa en el tiempo y no est¨¢s acostumbrado. Estamos en un entorno hostil y el cuerpo lo nota. Con el fr¨ªo se produce mucha deshidrataci¨®n y encima no te das cuenta, pero nosotros estamos preparados para esto¡±, comenta el cabo Laso de la Vega, de 31 a?os, natural de Oca?a (Toledo). Quines ingresan en la UME, aunque ya sean militares, deben pasar unas exigentes pruebas f¨ªscias y un curso b¨¢sico de emergencias, que es el mismo para todos los empleos, de soldado a capit¨¢n.
En los primeros d¨ªas, antes de las heladas, la nieve se hubiera recogido con cuchara. Ahora es una labor cicl¨®pea encomendada a los empleados p¨²blicos peor pagados: los militares. Sus asociaciones se quejan de que la sociedad y el Gobierno solo se acuerdan de ellos cuando nieva. Tambi¨¦n cuando hay inundaciones, incendios forestales o pandemias.