El Hierro, la isla de los migrantes fantasma
M¨¢s de 900 personas han llegado en patera desde octubre, pero son invisibles: la gesti¨®n de su aislamiento en espacios inadecuados les obliga a encadenar cuarentenas durante meses
Un goteo de pateras ha convertido a la peque?a isla de El Hierro en un punto caliente de llegadas a Canarias. En cuatro meses, 919 migrantes han desembarcado en este para¨ªso volc¨¢nico, el ¨²ltimo pedazo de tierra al que agarrarse antes de que el cayuco se pierda definitivamente en el Atl¨¢ntico. Nunca se hab¨ªa vivido una presi¨®n migratoria tan fuerte en tan poco tiempo en esta isla, pero al pasear por sus barrios empinados hay algo intrigante: no hay un solo negro en la calle.
Sus 11....
Un goteo de pateras ha convertido a la peque?a isla de El Hierro en un punto caliente de llegadas a Canarias. En cuatro meses, 919 migrantes han desembarcado en este para¨ªso volc¨¢nico, el ¨²ltimo pedazo de tierra al que agarrarse antes de que el cayuco se pierda definitivamente en el Atl¨¢ntico. Nunca se hab¨ªa vivido una presi¨®n migratoria tan fuerte en tan poco tiempo en esta isla, pero al pasear por sus barrios empinados hay algo intrigante: no hay un solo negro en la calle.
Sus 11.000 vecinos saben que existen y d¨®nde se alojan; algunos restaurantes han sido contratados para servirles la comida, pero casi nadie los ha visto. Est¨¢n encerrados en centros improvisados, escondidos, encadenando cuarentenas por la falta de medidas adecuadas de aislamiento, y la mayor¨ªa ni siquiera puede atravesar la puerta para tomar un poco el sol o dar cuatro patadas a un bal¨®n. Son invisibles para los herre?os, pero desde su aislamiento se quejan a EL PA?S de fr¨ªo y de hambre, de duchas rotas y de estar recluidos como ¡°animales¡±.
En El Hierro quedan 362 migrantes, todos en cuarentena, a la espera de su alta epidemiol¨®gica. La mayor¨ªa son senegaleses y malienses, y casi 200 de ellos llegaron a la isla en 2020. Algunos esperan ese certificado m¨¦dico desde noviembre. La demora hasta ser trasladados a Tenerife, la ¨²nica isla con conexi¨®n por barco y donde acabar¨¢n acogidos, se les hace insoportable. En todas las pateras ha habido alg¨²n caso de coronavirus, lo que ha obligado al pasaje entero a aislarse durante 10 d¨ªas como contactos estrechos. Hasta ah¨ª, nada fuera de lo com¨²n, es lo que ocurre en todas las islas. Pero El Hierro, el punto m¨¢s occidental de Canarias, al que llegan perdidos y arrastrados por las corrientes, es distinto. Un lugar peque?o, sin recursos y olvidado en la vor¨¢gine que ha provocado la llegada al archipi¨¦lago de m¨¢s de 25.000 personas desde enero de 2020.
Desbordado, el Cabildo ¡ªsin competencias y sin ayuda estatal¡ª cedi¨® cuatro espacios para acoger a los desembarcados mientras cumplen la cuarentena. Otros dos son propiedad del Gobierno canario. Entre ellos hay un polideportivo con goteras donde se hacinan 190 personas, un centro de lucha canaria que los vecinos describen como una ¡°nevera¡± o un centro de d¨ªa para mayores donde los 64 positivos se amontonan en una sala. En teor¨ªa se les deber¨ªa aislar por grupos de una misma embarcaci¨®n, pero, seg¨²n se intensificaba la llegada de pateras, se les ha ido mezclando. Hombres, mujeres, ni?os, positivos, negativos¡ Los migrantes que empiezan a cumplir su aislamiento de diez d¨ªas se ven obligados a convivir con integrantes de un nuevo cayuco entre los que surge un infectado. Y vuelta a empezar. Algunos, hasta seis veces.
Jean, electricista senegal¨¦s de 22 a?os, lleg¨® el 7 noviembre en un cayuco en el que viajaban 159 personas y un cad¨¢ver. Partieron de Senegal, al s¨¦ptimo d¨ªa se les acab¨® la gasolina y quedaron a la deriva una semana m¨¢s hasta que los rescataron. El joven, que no da su verdadero nombre para evitar represalias, ya est¨¢ en Tenerife, pero pas¨® dos meses y 20 d¨ªas encerrado en El Hierro. ¡°Me hicieron cinco test y di negativo en todos, pero segu¨ªa sin poder asomarme a la calle. Mientras tanto me cambiaron de centro dos veces y siempre llegaba gente nueva. Cuando preguntabas por qu¨¦ no pod¨ªamos salir nos dec¨ªan: ¡®Ustedes est¨¢n en cuarentena¡¯. ?Cuarentena de dos meses, en serio?¡±, se pregunta en espa?ol. ¡°Si una persona estaba enferma le daban paracetamol, daba igual que fuese un dolor de muelas, de est¨®mago o una herida en el pie. A veces hab¨ªa peleas por el estr¨¦s. Un d¨ªa nos trajeron un televisor y eso alivi¨® un poco el malestar¡±, recuerda. En un sexto test acab¨® dando positivo y le trasladaron a un tercer centro donde cumpli¨® otro aislamiento de 14 d¨ªas hasta que pudo viajar a Tenerife.
¡°La covid ha introducido una complejidad tremenda en la gesti¨®n. Lo intentamos, pero no tenemos instalaciones suficientes para separarlos¡±, reconoce el presidente del Cabildo insular, el socialista Alpidio Armas. ¡°El Gobierno central no ha tenido la respuesta que deber¨ªa haber dado a esta crisis, ni en El Hierro ni en Canarias¡±, se queja. ¡°Nuestras competencias en inmigraci¨®n son 0, pero estamos siendo solidarios y receptivos y damos la respuesta que podemos¡±.
La Cruz Roja, contratada por el Gobierno para gestionar los centros donde est¨¢n aislados los migrantes, protege con celo desmedido su per¨ªmetro, a pesar de tratarse de lugares situados en la v¨ªa p¨²blica. ¡°No des ni un paso m¨¢s¡±, ¡°m¨¢rchense¡±, ¡°no puedes estar aqu¨ª¡±, ¡°borra las fotos¡±, fueron algunas de las ¨®rdenes recibidas cuando EL PA?S intent¨® acercarse a uno de ellos. Empleados de la organizaci¨®n en la isla llamaron dos veces a los agentes de la Guardia Civil para intentar alejar a los reporteros y obligaron a las pocas cabezas que se asomaban curiosas a esconderse en el interior. Los guardias se personaron, escucharon las quejas del personal y se despidieron amablemente. La organizaci¨®n no gubernamental, a la que este peri¨®dico se dirigi¨® para conocer el estado de los migrantes, no facilit¨® el contacto con ellos. Una portavoz de Cruz Roja en Madrid lament¨® despu¨¦s la situaci¨®n vivida, que achac¨® a la presi¨®n que sufren sus trabajadores y voluntarios.
Dentro de los centros, los migrantes, que llevan semanas sin m¨¢s contacto con el exterior que sus m¨®viles, y, en la mayor¨ªa de los casos, sin una ventana a la que asomarse, est¨¢n deseosos de hablar. Desde el polideportivo, que el jueves amaneci¨® encharcado por las lluvias, Mamadou, un senegal¨¦s de 24 a?os, se declara ¡°harto¡± de su encierro. ?l, que tambi¨¦n pide que se preserve su identidad, lleg¨® a la isla en el gran cayuco del 7 de noviembre y asegura que ya va por su sexto test sin saber todav¨ªa el resultado. Frente a su puerta hay un peque?o terreno que da a un acantilado y que han acotado con cintas, pero aun as¨ª le proh¨ªben sentarse un rato al sol. ¡°Solo quiero salir de aqu¨ª. No sabemos por qu¨¦ estamos encerrados tanto tiempo. Las condiciones no son buenas, est¨¢ siendo muy duro¡±, relata por tel¨¦fono.
¡°No los vemos¡±
El ¨²nico lugar desde donde puede verse la pista rodeada de gradas en la que duerme Mamadou es el ventanal del gimnasio contiguo adonde van los herre?os a ejercitarse. ¡°El otro d¨ªa estaba corriendo en la cinta y me fij¨¦. Me impact¨® bastante ver a tanta gente en un sitio tan peque?o. Con ni?os, con camas, una pegada a la otra, con la basura en el medio¡ Me parece vergonzoso. No es normal ni la cantidad de tiempo que pasan encerrados ni c¨®mo est¨¢n encerrados¡±, denuncia un visitante habitual de la isla. En El Hierro hay que esforzarse para que alguien diga lo que piensa con nombre y apellido. ¡°Aqu¨ª sabemos que viene una patera cuando pasa una ambulancia. No los vemos. Presos no van, pero presos est¨¢n¡±, cuenta el vendedor de cupones Jos¨¦ Gonz¨¢lez. Otros vecinos no muestran la m¨ªnima inquietud por no encontrarse con los reci¨¦n llegados. Algunos han puesto pegas ¡ªy hasta llamado a la Guardia Civil¡ª si los ven estirar las piernas en el entorno de sus centros.
La habilitaci¨®n de espacios adecuados para la cuarentena de los migrantes, el gran problema de El Hierro, es, seg¨²n un protocolo de la Secretar¨ªa de Estado de Migraciones, una competencia de la Consejer¨ªa de Sanidad de Canarias. As¨ª lo considera tambi¨¦n el Defensor del Pueblo. Pero la consejer¨ªa se resiste a aceptar este documento ¡°aprobado unilateralmente¡±. Asume el seguimiento sanitario, el aislamiento de los positivos, pero no la obligaci¨®n de alojar a los migrantes considerados contactos estrechos. ¡°Aun as¨ª se da respuesta con los recursos limitados que tenemos¡±, mantiene una portavoz. Tras meses de peticiones del Cabildo, se ha anunciado, por fin, la rehabilitaci¨®n de un antiguo centro de acogida que se utiliz¨® durante la crisis de los cayucos en 2006 y que, como el resto de instalaciones en las islas, acab¨® abandonado. El Gobierno canario se ha comprometido a financiarlo si no recibe ayuda de otras Administraciones.
En un texto que han logrado hacer llegar a EL PA?S, como si se tratase de un mensaje en una botella, un grupo de migrantes escribe desde su aislamiento: ¡°Las condiciones aqu¨ª son insoportables. No nos dejan hacer nada, estamos como prisioneros. No somos delincuentes ni animales. Estamos hartos de lo que nos est¨¢n haciendo¡±.