Todos contra B¨¢rcenas
Las defensas se unen a las acusaciones en la demolici¨®n de la figura del extesorero del PP
El presidente del tribunal levanta la sesi¨®n tras cuatro horas y media de juicio. Los monitores que emiten la se?al de la retransmisi¨®n se apagan. Y entonces, ya lejos del radar de YouTube, la abogada del Estado Rosa Mar¨ªa Seoane, todav¨ªa con la toga puesta, cruza la sala y se acerca a Luis Jordana de Pozas, abogado de Gonzalo Urquijo, el due?o de la empresa que reform¨® la sede del PP. Se saludan, sonr¨ªen, se dan la mano. La pasa...
El presidente del tribunal levanta la sesi¨®n tras cuatro horas y media de juicio. Los monitores que emiten la se?al de la retransmisi¨®n se apagan. Y entonces, ya lejos del radar de YouTube, la abogada del Estado Rosa Mar¨ªa Seoane, todav¨ªa con la toga puesta, cruza la sala y se acerca a Luis Jordana de Pozas, abogado de Gonzalo Urquijo, el due?o de la empresa que reform¨® la sede del PP. Se saludan, sonr¨ªen, se dan la mano. La pasada semana, mientras Seoane y su colega Eva Fern¨¢ndez presentaban su demoledor informe de conclusiones contra B¨¢rcenas y Urquijo, el abogado y exfiscal Jordana de Pozas mostr¨® en varias ocasiones y de manera ostensible su desagrado. Este martes, en cambio, ha aprovechado el principio y el final de su informe de conclusiones para pedir excusas por su comportamiento, que ha atribuido al ¡°fragor de la batalla¡±.
La defensa de B¨¢rcenas se reafirma en la ¡°veracidad¡± de los apuntes que revelan la caja b del PP
Desde hace a?os se viene alertando del peligro de la judicializaci¨®n de la pol¨ªtica. Pero visto lo visto cada semana en el Congreso, o en los debates electorales, y no digamos en Twitter, no estar¨ªa mal que la pol¨ªtica ¡ªla vieja y la nueva¡ª importara de cualquier sala de juicio, por ejemplo de esta que preside el magistrado Jos¨¦ Antonio Mora, la capacidad de hablar despu¨¦s de estudiar en profundidad cada asunto, de escuchar en silencio la versi¨®n del contrario aunque sea un tost¨®n, hasta de pedir disculpas ¡ªesa sana costumbre tan demod¨¦¡ª cuando se mete la pata.
¡ªEl reconocimiento de los errores no es sino producto de la reflexi¨®n y del arrepentimiento del que sufre la p¨¦rdida de la libertad. Y sobre todo cuando su mujer tambi¨¦n est¨¢ presa y ¨¦l se echa la culpa de su situaci¨®n.
El que habla es Gustavo Gal¨¢n, el abogado de Luis B¨¢rcenas. Su trabajo no es f¨¢cil. Tal vez sea el m¨¢s dif¨ªcil de todos, porque no solo tiene que defender el prestigio ¡ªes un decir¡ª del extesorero del PP, sino parar las balas que le disparan tanto las acusaciones como las defensas. Las acusaciones ¡ªel fiscal, las abogadas del Estado y la acci¨®n popular¡ª porque para eso est¨¢n aqu¨ª, para lograr una condena. Y las defensas ¡ªla de su subordinado Crist¨®bal P¨¢ez, la de la empresa de arquitectura y, sobre todo, la del PP¡ª porque pretenden atribuirle la responsabilidad entera y ¨²nica de todos los cr¨ªmenes habidos y por haber. As¨ª, si B¨¢rcenas es, para las acusaciones populares, un delincuente que anotaba las ganancias de sus fechor¨ªas con la tranquilidad del que piensa que jam¨¢s lo pillar¨¢n, para las defensas, en cambio, es ¡°un mago Merl¨ªn que en el sanctasanct¨®rum de su despacho fabricaba apa?os para involucrar a personajes relevantes¡±.
Esos personajes relevantes, tipo Aznar o Rajoy, Acebes o Trillo, que fueron los jefes y amigos de B¨¢rcenas durante a?os, pero que siguen negando la veracidad de unas anotaciones que la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo ya han dado por veraces. Gustavo Gal¨¢n, como ya predijo al principio de su intervenci¨®n, escucha pacientemente c¨®mo sus vecinos de bancada, los abogados de Gonzalo Urquijo y de su socia Bel¨¦n Garc¨ªa, se afanan en destrozar las ultimas esquirlas del prestigio de su cliente, y luego se va, unos minutos antes de que termine la sesi¨®n, saludando discretamente al tribunal y a sus colegas, sabedor de que la jornada m¨¢s dura ser¨¢ la de hoy, cuando ¡ªa punto ya de terminar el juicio¡ª le toque el turno al abogado del PP, Jes¨²s Santos. Ya lo dec¨ªa P¨ªo Cabanillas, que fue ministro con Franco y luego ingres¨® en el PP:
¡ª?Al suelo, que vienen los nuestros!