Un juicio a una red de narcos desvela la peligrosa frontera entre el confidente y el investigador policial
El juicio al cocinero de un pesquero por un alijo de coca¨ªna destapa la oscura relaci¨®n con miembros de la Guardia Civil a los que informaba como infiltrado
Un juicio por narcotr¨¢fico en la Audiencia de Pontevedra ha puesto de relieve el dif¨ªcil equilibrio en la relaci¨®n de los investigadores policiales con los confidentes que, desde la cercan¨ªa o el interior de las redes criminales, les facilitan ¡ªrara vez a cambio de nada¡ª datos para sus operaciones. Dos miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se han visto en apuros en los ¨²ltimos d¨ªas ante un tribunal para explicar sus tratos con Manuel Mart¨ªnez Corredoira, el cocinero de un pesquero gallego que supuestamente aprovechaba los viajes del buque a Uruguay para introducir c...
Un juicio por narcotr¨¢fico en la Audiencia de Pontevedra ha puesto de relieve el dif¨ªcil equilibrio en la relaci¨®n de los investigadores policiales con los confidentes que, desde la cercan¨ªa o el interior de las redes criminales, les facilitan ¡ªrara vez a cambio de nada¡ª datos para sus operaciones. Dos miembros de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se han visto en apuros en los ¨²ltimos d¨ªas ante un tribunal para explicar sus tratos con Manuel Mart¨ªnez Corredoira, el cocinero de un pesquero gallego que supuestamente aprovechaba los viajes del buque a Uruguay para introducir coca¨ªna en Espa?a y que, tras cinco a?os como informante de los agentes, fue detenido en mayo de 2019 con 30 kilos de esta droga.
Mart¨ªnez Corredoira, de 56 a?os, era el jefe de la cocina del New Polar, un nav¨ªo de bandera brit¨¢nica, que faenaba en los caladeros de Uruguay junto a otros pesqueros gallegos durante cinco meses al a?o. Luego regresaba a Cangas (Pontevedra), donde viv¨ªa con su mujer y sus cuatro hijos. Corredoira llevaba aparentemente una vida normal, enrolado en la tripulaci¨®n, hasta que, en 2014, una misi¨®n secreta se col¨® en los fogones donde diariamente cocinaba para los 57 marineros del pesquero.
El cocinero se hab¨ªa comprometido con agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil para informarles de posibles partidas de coca¨ªna que tra¨ªan las tripulaciones de los barcos. El infiltrado ten¨ªa que aguzar el o¨ªdo para ayudar a interceptar estos env¨ªos, que controlaba una red de proveedores y distribuidores uruguayos y gallegos.
Pero en mayo de 2019, el chef cay¨® en desgracia cuando el pesquero, procedente de Montevideo, arrib¨® a Cangas y fue detenido con 30 kilos de coca¨ªna, valorada en m¨¢s de un mill¨®n de euros. La droga fue localizada en la gamuza seca, la despensa refrigerada del barco. Junto al cocinero tambi¨¦n fueron arrestados su pinche, otros dos gallegos considerados distribuidores de coca, y dos ciudadanos uruguayos que supuestamente actuaban de enlace en Galicia de los proveedores sudamericanos.
El fiscal antidroga de Pontevedra Pablo Varela centr¨® la investigaci¨®n en el supuesto doble juego del cocinero. Seg¨²n la acusaci¨®n, este aprovech¨® su estatus de confidente de la Guardia Civil para proteger su actividad en el narcotr¨¢fico. Corredoira y sus compinches se enfrentan a una petici¨®n de 11 a?os de c¨¢rcel y dos millones de euros de multa en el juicio que se inici¨® el pasado lunes en la Audiencia de Pontevedra como una operaci¨®n m¨¢s de coca¨ªna, pero con la historia de fondo de la traici¨®n de un confidente policial.
Sin embargo, el proceso ha dado un vuelco ins¨®lito para los agentes Andr¨¦s y ?ngel, que ten¨ªan hilo directo con el infiltrado. En el juicio, estos fueron llamados como testigos y respondieron a las preguntas del fiscal sobre cientos de mensajes y llamadas cruzadas con el cocinero en las semanas previas a la detenci¨®n. A medida que avanzaba el interrogatorio m¨¢s confuso aparec¨ªa el papel de los investigadores en el caso, ante la perplejidad del tribunal. Las respuestas ambiguas y contradictorias de los agentes dejaban entrever una supuesta extralimitaci¨®n de sus funciones. Las sospechas sobre una posible actuaci¨®n irregular de los agentes de la UCO, llevaron al tribunal a alargar el juicio para seguir interrog¨¢ndolos y poder escuchar algunas grabaciones que incluso podr¨ªan ampliar la lista de acusados.
El fiscal est¨¢ convencido de que el cocinero, al margen de su posici¨®n de confidente, participaba activamente en el env¨ªo de coca¨ªna en el barco y que con el resto de acusados formaba una red s¨®lida de narcotr¨¢fico. Otra cuesti¨®n es la derivada que pueda tener en el caso la actuaci¨®n de los agentes: ?c¨®mo en cinco a?os de colaboraci¨®n del confidente y centenares de llamadas registradas no se incaut¨® ni un solo gramo de droga?
Tampoco encaja la intervenci¨®n de los guardias en el interior del barco, donde incautan la coca¨ªna en presencia del cocinero, sin autorizaci¨®n del capit¨¢n y sin informar a los mandos superiores de la Guardia Civil, al juzgado o a la Fiscal¨ªa de Pontevedra. Tambi¨¦n ha resultado llamativo que tras ser detenido el infiltrado por ambos agentes, su m¨®vil no fuera requisado hasta cinco horas despu¨¦s y que le acompa?aran al juzgado.
Otros interrogantes que han colocado a los miembros de la UCO bajo sospecha es el incidente ocurrido en 2013, en la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra, que uno de los guardias relat¨® a preguntas del fiscal. All¨ª se tramit¨® la denuncia de la primera mujer del cocinero por un presunto caso de violencia de g¨¦nero, en la que ella tambi¨¦n inform¨® a los agentes que su marido ¡°tra¨ªa de vez en cuando paquetes de coca¨ªna desde Uruguay¡±.
La denunciante entreg¨® incluso como prueba varias bolsas en las que se habr¨ªa transportado la droga, por lo que todo indica que Corredoira era sospechoso de narcotr¨¢fico desde hac¨ªa siete a?os, al mismo tiempo que era confidente de la UCO de la Guardia Civil. ?Era obtenci¨®n de informaci¨®n ciega o aportaba algo de inter¨¦s el confidente?, interpel¨® el fiscal al agente ?ngel al que tambi¨¦n le recrimin¨® el grado de amistad que mostraba con el acusado. ¡°Lo hac¨ªa por empatizar¡±, ¡°yo me hac¨ªa el loco para no perderlo como colaborador¡±, fueron sus respuestas.
Antes de interrogar a los dos guardias ya hab¨ªa declarado, como acusado, y con derecho, por tanto, a mentir Manuel Mart¨ªnez. El confidente fue el primero en detonar la bomba contra ambos polic¨ªas: ¡°Soy inocente y s¨¦ que estoy muerto por colaborar con la UCO, pero mi delito es haber trabajado fielmente para la Guardia Civil¡±, proclam¨®. ¡°Ellos me prometieron que me cubrir¨ªan las espaldas, que estaba todo arreglado cuando me detuvieron, y que solo ten¨ªa que ratificar mi declaraci¨®n en el juzgado¡±, declar¨®.
Seg¨²n su relato, actu¨® en todo momento bajo la supervisi¨®n de los dos agentes que se desplazaban desde Madrid a Galicia y con los que contactaba asiduamente desde el barco. Explic¨® que trajo la droga porque fue amenazado de muerte por uno de los due?os de la coca¨ªna que, empu?ando una pistola, le dijo: ¡°Yo esto no suelo usarlo, pero s¨ª con quien me roba. Y si me robas, mato a tu mujer, a tus hijos, a tu gato, si lo tienes y despu¨¦s a ti¡±. El confidente insisti¨® en que hab¨ªa informado de todo ello a los guardias. ¡°Ya arriesgu¨¦ mi vida bastante, suerte que estoy hoy aqu¨ª, y tengo pruebas de reuniones con ellos en mi casa¡±, asegur¨®.