El cisma del PP llega a la calle y 3.000 personas se manifiestan contra Casado en la sede del partido
Partidarios de Ayuso, convocados por redes sociales, rodean el edificio de la calle G¨¦nova y aclaman a la presidenta madrile?a como aspirante a La Moncloa
No eran airados izquierdistas, sino parte del pueblo de la derecha, pertrechado con sus banderas de Espa?a y en rebeli¨®n abierta contra el partido que los ha representado durante d¨¦cadas. Hubo pocos calificativos que se ahorrasen para vilipendiar a Pablo Casado: cobarde, traidor, bandido, pelele, fracasado, mafioso, ni?ato, c¨®mplice de S¨¢nchez¡ Todo eso se ha escuchado en los c¨¢nticos y le¨ªdo en las pancartas de las 3.000 personas que, seg¨²n la Delegaci¨®n del Gobierno, han llevado a la calle, a las puertas mismas de la sede nacional del PP, el cisma en el gran partido de la derecha espa?ola. Una multitud enfurecida con Casado y entregada con entusiasmo a Isabel D¨ªaz Ayuso. ¡°?Oa, oa, oa, Ayuso a La Moncloa!¡±, gritaban en honor de la presidenta madrile?a, ausente y en silencio mientras sus seguidores cubr¨ªan de improperios al l¨ªder del partido.
El ya envejecido edificio del n¨²mero 13 de la calle G¨¦nova ha sido testigo de noches triunfales y de protestas de sus adversarios pol¨ªticos. De las segundas, ninguna como la de aquella muchedumbre que la cerc¨® un 13 de marzo de 2004 espoleada por las fake news -entonces a¨²n no se les llamaba as¨ª- del Gobierno de Aznar sobre la autor¨ªa de la matanza de Atocha. Lo que nunca hab¨ªa visto ese edificio en venta, s¨ªmbolo de lo mejor y de lo peor de la historia del PP, era a otra multitud indignada y esta vez surgida de sus propias filas, un gent¨ªo que cort¨® el tr¨¢fico y rode¨® tambi¨¦n la sede del partido, cerrada a cal y canto y protegida por un nutrido contingente policial.
All¨ª no hab¨ªa dirigentes pol¨ªticos conocidos, solo militantes y simpatizantes de a pie y de todas las edades. La manifestaci¨®n hab¨ªa sido convocada a trav¨¦s de las redes sociales por los partidarios de Ayuso, que no hizo ning¨²n pronunciamiento p¨²blico, ni para alentarla expresamente ni para disuadir a su hinchada. Los llamamientos para concentrarse ante las sedes del PP en otras ciudades espa?olas apenas han tenido repercusi¨®n, al contrario que en Madrid, donde los gritos y las pancartas caseras, con retales de fotos y escritas a rotulador, ofrec¨ªan la estampa de una protesta espont¨¢nea. Otros grupos parec¨ªan m¨¢s organizados, como los que enarbolaban carteles de imprenta con una imagen de Ayuso y el lema ¡°Moncloa 2023¡å.
La presidenta madrile?a lo copaba casi todo en los gritos, los lemas escritos y las conversaciones, con alg¨²n hueco para otros dirigentes enfrentados a la direcci¨®n como Cayetana ?lvarez de Toledo. En una de las pancartas m¨¢s pr¨®ximas a la sede figuraba tambi¨¦n la foto del gallego Alberto N¨²?ez Feij¨®o, el bar¨®n territorial m¨¢s activo en la crisis, que no suscitaba tanta unanimidad. ¡°?Pero si es ese es nacionalista!¡±, protestaba uno. ¡°?Que se vaya con los narcos!¡±, gritaba otro. Muy cerca, un grupo portaba una bandera gallega mientras coreaba ¡°?Galicia con Ayuso!¡±. Entre los gallegos se encontraron por casualidad dos de Vigo, una se?ora que se identific¨® como de una conocida familia de conserveros de la ciudad y un se?or que tambi¨¦n dijo ser empresario. El hombre le revel¨®:
-Yo vivo aqu¨ª, pero estoy esperando que pongan a Ayuso para que obligue a Feij¨®o a bajar el impuesto de patrimonio y volver all¨¢.
Aparte de Casado, la otra gran diana fue su secretario general, Teodoro Garc¨ªa Egea, fustigado incluso en peores t¨¦rminos que su jefe. ¡°?Egea a prisi¨®n!¡±, gritaba una se?ora en la primera fila junto al edificio, antes de dirigirse a los que la rodeaban: ¡°?Y lo que han dicho de Vox! ?Si esa es nuestra derecha, la que defiende Espa?a!¡±. Unos metros m¨¢s adentro, en el coraz¨®n de la multitud, un hombre en la sesentena, tocado con una visera rojigualda, explicaba a sus interlocutores: ¡°Yo he militado 30 a?os en el PP, ahora ya no, ahora soy de Santiago Abascal Conde. Pero he venido aqu¨ª porque no hay derecho a esto¡±.
Una tesis corr¨ªa de boca en boca y de cartel en cartel: que detr¨¢s de las acusaciones contra Ayuso se esconde una maniobra de La Moncloa. ¡°Yo creo que esto ha sido cosa de Bola?os [F¨¦lix, ministro de la Presidencia]¡±, comentaba una mujer en la treintena que solo se identific¨® como Paloma y que, al igual que todos, restaba hierro al caso del hermano de Ayuso que se benefici¨® de la venta de mascarillas a su Gobierno en lo peor de la pandemia: ¡°Era un momento de urgencia, se necesitaban mascarillas, todo el mundo hizo lo mismo. Tambi¨¦n Bola?os y ?balos. ?Y el mill¨®n que se ha llevado el hermano de Ximo Puig? ?Y Ada Colau? ?Y ?scar L¨®pez [jefe de gabinete de S¨¢nchez] cuando estaba en Paradores?¡±.
Solo otra pancarta exhibida en las primeras filas ante la puerta de la sede conten¨ªa un mensaje conciliador: ¡°PPaz¡±. En un momento dado, la multitud se acord¨® de la gran proclama de Ayuso y empez¨® a corear ¡°?libertad!?libertad!¡±. El ayusismo ya puede acu?ar un nuevo dilema: Casado o libertad.
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