Objetivos y resultados
Cuando el Gobierno anunci¨® su intenci¨®n de eliminar del C¨®digo Penal el delito de sedici¨®n para transformarlo en un nuevo tipo de des¨®rdenes p¨²blicos agravados probablemente no calcul¨® que ese paso desembocar¨ªa en la mara?a en la que el propio Ejecutivo parece enredarse m¨¢s y m¨¢s con cada d¨ªa que pasa
Toda acci¨®n pol¨ªtica, en principio, pretende satisfacer unos objetivos definidos, ya sean estos generales o particulares, confesables o inconfesables. Los pol¨ªticos act¨²an movidos por esos objetivos y el resultado de sus acciones se eval¨²a en funci¨®n de lo mucho que este se acerca a aquellos. Siempre hay un margen entre lo que se hace y lo que se persegu¨ªa cuando se plane¨®. Pocas veces resultado y objetivos coinciden al cien por cien, ya que hay demasiadas inc¨®gnitas, demasiados elementos fuera de control, que interfieren en la acci¨®n pol¨ªtica. Aun as¨ª, lo deseable por cualquier actor pol¨ªtico...
Toda acci¨®n pol¨ªtica, en principio, pretende satisfacer unos objetivos definidos, ya sean estos generales o particulares, confesables o inconfesables. Los pol¨ªticos act¨²an movidos por esos objetivos y el resultado de sus acciones se eval¨²a en funci¨®n de lo mucho que este se acerca a aquellos. Siempre hay un margen entre lo que se hace y lo que se persegu¨ªa cuando se plane¨®. Pocas veces resultado y objetivos coinciden al cien por cien, ya que hay demasiadas inc¨®gnitas, demasiados elementos fuera de control, que interfieren en la acci¨®n pol¨ªtica. Aun as¨ª, lo deseable por cualquier actor pol¨ªtico es que lo que hace se acerque el m¨¢ximo a la consecuci¨®n de sus intereses, sean estos los que sean.
Hay veces, sin embargo, que esta l¨®gica aparentemente tan simple se complica de manera diab¨®lica, hasta el punto de que resulta dif¨ªcil desentra?ar los perfiles de los objetivos y de los resultados, y la relaci¨®n entre ellos se acaba moviendo en una niebla densa en la cual es imposible desentra?ar los unos de los otros.
Cuando el Gobierno anunci¨® su intenci¨®n de eliminar del C¨®digo Penal el delito de sedici¨®n para transformarlo en un nuevo tipo de des¨®rdenes p¨²blicos agravados probablemente no calcul¨® que ese paso desembocar¨ªa en la mara?a en la que el propio Ejecutivo parece enredarse m¨¢s y m¨¢s con cada d¨ªa que pasa. De la sedici¨®n se pas¨® a la malversaci¨®n, primero como propuesta original de ERC, que S¨¢nchez dijo que el PSOE estudiar¨ªa, luego como propuesta del propio PSOE, como propuesta conjunta con los republicanos, sin el concurso de UP, con ¨¦l, otra vez sin ¨¦l, hasta crear una tupida tela de ara?a en la que se enredan los socialistas sin que desde fuera se llegue a entender en qu¨¦ momento decidieron meterse en ese embrollo ni por qu¨¦.
Hasta el momento el resultado final, la f¨®rmula legal que tendr¨¢ la modificaci¨®n de la malversaci¨®n, sigue siendo impreciso, como imprecisos son los argumentos que lo explican, para pasmo de los barones que deben enfrentarse a las urnas en seis meses, y para regocijo de un Feij¨®o que ha vivido su particular oto?o horribilis. Para colmo, UP, instigador inicial del movimiento a trav¨¦s de Jaume Asens, siempre sol¨ªcito con los independentistas, se descuelga de la secuela y deja al PSOE solo con una ERC que aprovecha el momento para hacer p¨²blica su hoja de ruta para un nuevo refer¨¦ndum de independencia, dejando al gobierno a los pies de la derecha.
Y, a pesar de todo ello, se suceden las propuestas y contrapropuestas, las enmiendas transaccionales y los anuncios de que la modificaci¨®n no afectar¨¢ a los dirigentes independentistas que est¨¢n a espera de juicio. Si esto es as¨ª, ?por qu¨¦ se sigue negociando? ?Para qu¨¦ reformar la malversaci¨®n? ?Cu¨¢l es el objetivo?
Hay un momento en toda negociaci¨®n en el que la propia din¨¢mica negociadora toma vida propia y deja de lado las razones por las que se empez¨® a negociar. En esos momentos por encima de todo prima el llegar a un acuerdo, sea el que sea, conseguir un pacto, llegar al final. En este caso, los negociadores no ven m¨¢s all¨¢ de la propia negociaci¨®n y pueden perder de vista cu¨¢les eran los objetivos que pretend¨ªan alcanzar cuando decidieron sentarse a la mesa.
Pero en este caso incluso habr¨ªa algo m¨¢s. Porque el objetivo de ¡°desinflamar¡± Catalu?a ya se consigui¨® con los indultos. Catalu?a ya est¨¢ ¡°desinflamada¡±, con una direcci¨®n independentista ensimismada, desorientada y dividida, y una base cansada y frustrada. Lo m¨¢s lamentable de todo es que este episodio da alas a lo ¨²nico que podr¨ªa reactivar al independentismo: una mayor¨ªa de PP y Vox en las generales que deben celebrarse en un a?o.