El Gobierno valida las preocupaciones del Rey
El discurso de Felipe VI, que este a?o ha querido abordar no lo cotidiano sino lo esencial ¡ªla existencia de Espa?a¡ª, deja recados para distintos actores pol¨ªticos: todos pueden darse por aludidos
Si la vieja naci¨®n espa?ola fuera el Reino Unido, el discurso pronunciado esta Nochebuena por Felipe VI habr¨ªa sido elaborado ¨ªntegramente en La Moncloa. El rey Carlos III abre el a?o pol¨ªtico con las manifestaciones del Gobierno brit¨¢nico, sea el que sea su signo pol¨ªtico. En Espa?a, la Constituci¨®n de 1978 establece las funciones del Monarca y, por otro lado, el uso y la costumbre han consolidado la capacidad del jefe del Estado para salirse del estricto discurso gubernamental y poner los ¨¦nfasis donde estime m¨¢...
Si la vieja naci¨®n espa?ola fuera el Reino Unido, el discurso pronunciado esta Nochebuena por Felipe VI habr¨ªa sido elaborado ¨ªntegramente en La Moncloa. El rey Carlos III abre el a?o pol¨ªtico con las manifestaciones del Gobierno brit¨¢nico, sea el que sea su signo pol¨ªtico. En Espa?a, la Constituci¨®n de 1978 establece las funciones del Monarca y, por otro lado, el uso y la costumbre han consolidado la capacidad del jefe del Estado para salirse del estricto discurso gubernamental y poner los ¨¦nfasis donde estime m¨¢s oportuno, sin chocar con el jefe de Gobierno porque el Ejecutivo visa el discurso antes de que sea grabado. El texto escrito este a?o por Felipe VI era conocido por La Moncloa antes de cerrarse, como siempre. No es el lenguaje gubernamental, pero tampoco abrir¨¢ una crisis institucional a pesar de que el Ejecutivo era consciente de que iba a dar lugar a interpretaciones que colocan al Rey frente al Gobierno.
Felipe VI pod¨ªa haberse extendido en las ¡°otras preocupaciones¡± que enumer¨®, para dejar claro que es consciente de los problemas de millones de ciudadanos, pero en esta Navidad de 2023 ha decidido trascender de lo cotidiano a lo esencial: la existencia de la naci¨®n. Al jefe del Estado le preocupa la vigencia de la Constituci¨®n y ha querido subrayar que no basta con respetarla, sino que hay que conservar su raz¨®n de ser como ¡°pacto compartido¡±. Al Rey le preocupa, adem¨¢s, ¡°Espa?a¡±: su prestigio y su unidad.
El discurso de alarma de Felipe VI, en el que con una utilizaci¨®n cuidada de los tiempos verbales coloca los peligros como hip¨®tesis y no como realidades, encaja con los tiempos de extremada polarizaci¨®n y de tremendismo pol¨ªtico. Al Rey le insultan grupos minoritarios de extrema derecha; se azuza una campa?a contra la Reina; el PP pone en presente los temores del Monarca como si fuera un hecho que el Gobierno democr¨¢tico hubiera asaltado al resto de los poderes del Estado y el desguace de la naci¨®n hubiera empezado su andadura. No ayuda a la tranquilidad del Rey, tampoco a la de muchos espa?oles, que los partidos independentistas catalanes se salgan de la literalidad de lo acordado con el Gobierno y reiteren que su objetivo es la independencia. Siempre fue y ser¨¢ as¨ª. Lo preocupante, tambi¨¦n para el Ejecutivo, es la insistencia en colocarla como camino a recorrer m¨¢s pronto que tarde, aunque en esto el Gabinete de Pedro S¨¢nchez es firme: no hay ninguna posibilidad de abrir la puerta a la autodeterminaci¨®n de Catalu?a.
El Monarca ha puesto sobre la mesa las tensiones institucionales con el poder judicial, la ley de amnist¨ªa ¡ªsin mencionarla¡ª y la realidad de que una parte de los ciudadanos de comunidades hist¨®ricas aboguen por la segregaci¨®n. El Gobierno puede, y con seguridad lo hace, singularmente su presidente, Pedro S¨¢nchez, tranquilizar al Rey. No en cuanto a la ley de amnist¨ªa ¡ªesa norma se aprobar¨¢¡ª pero s¨ª respecto a todo lo dem¨¢s. El PSOE va a defender la Constituci¨®n, no va a permitir un refer¨¦ndum en Catalu?a, bloquear¨¢ cualquier intento de sus socios externos de que jueces vayan a ser examinados en comisiones de investigaci¨®n del Congreso y el prestigio de Espa?a est¨¢ garantizado a pesar de que el PP extiende las controversias nacionales fuera de la naci¨®n para que desde Bruselas se ¡°ayude¡± a Espa?a a no caer en el pozo de una dictadura. As¨ª se extrae de los testimonios de las ¨²ltimas horas de interlocutores socialistas. De la lectura del discurso de Felipe VI se pueden interpretar avisos no solo al Gobierno. Si se quiere, diversos actores pol¨ªticos pueden darse perfectamente por aludidos.
Cuando la econom¨ªa est¨¢ en ca¨ªda sus efectos son demoledores para el Gobierno en ejercicio; ahora, seg¨²n el CIS de esta semana, preocupa m¨¢s la pol¨ªtica (a un 67%) que la econom¨ªa (33%). No hay certeza alguna, sin embargo, de que la polarizaci¨®n pol¨ªtica y las opiniones contrarias a la ley de amnist¨ªa en el electorado socialista vayan a perjudicar al PSOE en pr¨®ximas elecciones auton¨®micas y europeas. Los estudios de opini¨®n no establecen hoy cataclismos electorales.
Si Espa?a fuera el Reino Unido y su Gobierno hubiera decidido incluir en el discurso del Monarca la defensa de la futura ley de amnist¨ªa, Felipe VI tendr¨ªa que haberlo le¨ªdo sin el menor reparo. No es el caso. Tampoco hay sospecha de que el PSOE observe el menor titubeo en defender a la Corona, al rey Felipe VI y a la princesa Leonor, como declar¨® Pedro S¨¢nchez el 31 de octubre tras el acto de juramento de la Constituci¨®n de la princesa de Asturias. Sobre eso no ha habido cambio en 45 a?os.