Felipe VI intenta que la polarizaci¨®n pol¨ªtica no salpique a la Corona
El Rey se enfrenta por primera vez a las cr¨ªticas de un sector de la derecha que quiere que se salte su papel constitucional e intervenga en la pugna partidista
Muchos leer¨¢n con lupa el discurso de Navidad de Felipe VI que se emite esta noche, el d¨¦cimo desde que lleg¨® al trono en 2014. Como cada a?o. Pero esta vez m¨¢s porque, aunque el Gobierno visa su discurso antes de que lo pronuncie, el Rey est¨¢ obligado a caminar por el filo de la navaja y guardar el equilibrio en un clima de crispaci¨®n y polarizaci¨®n pol¨ªtica sin precedentes.
En julio, el digital El Debate, propiedad de la Asociaci¨®n Cat¨®lica de Propagandistas, publicaba un art¨ªculo de su director de opini¨®n en el que suger¨ªa que, tras el previsible fracaso de la investidura de Alberto N¨²?ez Feij¨®o, el Rey deb¨ªa dejar correr los dos meses de plazo hasta la disoluci¨®n autom¨¢tica de las Cortes sin designar como candidato a Pedro S¨¢nchez. Es decir, que deb¨ªa convertirse en un agente pol¨ªtico m¨¢s y saltarse la Constituci¨®n, algo en lo que habr¨ªa incurrido en caso de actuar as¨ª, en opini¨®n de juristas como el exministro de Justicia Tom¨¢s de la Quadra.
Tambi¨¦n en las filas del Gobierno tem¨ªan algunos que el Rey titubeara. Pero no lo hizo. Nada m¨¢s concluir la segunda ronda de consultas tras las elecciones, el 3 de octubre, el jefe del Estado encarg¨® la investidura a Pedro S¨¢nchez. Podr¨ªa haber celebrado otra ronda o haberse tomado unos d¨ªas de reflexi¨®n, ya que la elecci¨®n del candidato socialista no estaba atada, pero quiso cerrar el paso a cualquier especulaci¨®n.
Eso s¨ª, justific¨® su decisi¨®n en un extenso comunicado en el que recordaba que la responsabilidad de otorgar la confianza al candidato no era suya, sino del Parlamento. Tambi¨¦n cuando design¨® a Feij¨®o, en agosto, La Zarzuela se justific¨® con una larga nota en la que alegaba que encargar formar Gobierno al l¨ªder del partido m¨¢s votado se hab¨ªa convertido en ¡°costumbre¡± y que no se vislumbraba mayor¨ªa alternativa. El Rey y el propio Feij¨®o sab¨ªan que su investidura era un brindis al sol.
La nominaci¨®n del candidato a presidir el Gobierno es una de las prerrogativas m¨¢s importantes del jefe del Estado. El art¨ªculo 99.1 de la Constituci¨®n solo indica que debe hacerlo tras consultar con los grupos pol¨ªticos parlamentarios, pero no aclara en qu¨¦ criterios debe basar su decisi¨®n. Ese es su gran poder y su mayor vulnerabilidad.
El Rey es el ¡°¨¢rbitro¡± que ¡°modera el funcionamiento regular de las instituciones¡±, seg¨²n la Ley Fundamental, pero el ¨¢rbitro no puede ejercer su papel si los equipos no aceptan las reglas del juego y se comprometen a respetarlas: ¡°Si en vez de practicar el fair play, se embarra deliberadamente el campo¡±, en palabras de un veterano pol¨ªtico.
El jefe del Estado se mueve en el terreno del consenso entre las grandes fuerzas pol¨ªticas, donde puede representar a una ampl¨ªsima mayor¨ªa de los espa?oles. Pero ese espacio se ha ido achicando en los ¨²ltimos a?os; asuntos que eran transversales ¡ªla lucha contra la violencia de g¨¦nero o el cambio clim¨¢tico¡ª empiezan a presentarse como divisivos; incluso pedir el alto el fuego en Gaza o Ucrania puede levantar sospechas de partidismo. Si el Rey reclama que se cumpla la Constituci¨®n, algunos interpretar¨¢n que est¨¢ exigiendo al PP que renueve el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ); y otros, que est¨¢ reclamando al PSOE que desista de seguir adelante con la amnist¨ªa a los encausados del proc¨¦s catal¨¢n.
Concentraciones en Ferraz
Por vez primera, en las concentraciones promovidas por Vox y alentadas por el PP frente a la sede federal del PSOE, en la madrile?a calle de Ferraz, durante varias semanas, se ha escuchado a manifestantes de derechas gritar contra la Monarqu¨ªa. ¡°?Felipe, mas¨®n, defiende a la Naci¨®n!¡± o ¡°Los Borbones, a los tiburones¡± han estado entre los lemas m¨¢s coreados.
Las banderas de Espa?a con un agujero en el centro no solo representaban el rechazo al escudo constitucional, sino tambi¨¦n a la corona que lo culmina. Algunos manifestantes se mostraban convencidos de que Felipe VI nunca sancionar¨ªa la ley de amnist¨ªa, mientras otros advert¨ªan: ¡°¡®?Deseng¨¢?ate, si ha tragado con la investidura de S¨¢nchez!¡±. El Rey no puede negarse a rubricar una ley aprobada por las Cortes.
¡°El jefe del Estado es plenamente consciente de cu¨¢les son sus obligaciones constitucionales y las cumple escrupulosamente¡±, se limitan a responder en La Zarzuela cuando se pregunta por su actitud ante la investidura o la amnist¨ªa.
La Monarqu¨ªa siempre ha estado en el punto de mira de los partidos a la izquierda del PSOE, que utilizaban este asunto para desmarcarse de los socialistas. La novedad es que desde la derecha se sit¨²e a la Corona en el escenario de sus cr¨ªticas, aunque sea como un elemento colateral. Alberto N¨²?ez Feij¨®o asegura que la amnist¨ªa supone una desautorizaci¨®n del discurso que pronunci¨® Felipe VI el 3 de octubre de 2017, en el que abri¨® la puerta a la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n en Catalu?a. Obvia que aquella medida fue apoyada por el propio Pedro S¨¢nchez, l¨ªder entonces de la oposici¨®n.
El presidente del PP tambi¨¦n ha acusado al Gobierno de ningunear al Rey por el hecho de que lo acompa?ara el secretario de Estado para Iberoam¨¦rica y no el ministro de Exteriores a la toma de posesi¨®n del nuevo presidente argentino, Javier Milei, a pesar de que Jos¨¦ Manuel Albares ten¨ªa que presidir una reuni¨®n de sus hom¨®logos de la UE en Bruselas y de que esta circunstancia se produjo en m¨¢s de una ocasi¨®n cuando gobernaba el PP. La admisi¨®n a tr¨¢mite en el Congreso de una proposici¨®n de Sumar que busca despenalizar las injurias a la Corona ha servido para que la Monarqu¨ªa se sit¨²e de nuevo en el epicentro de la refriega pol¨ªtica.
El cuestionamiento de la Jefatura del Estado no es nuevo, pero en este momento puede ser m¨¢s preocupante, admiten fuentes gubernamentales, porque coincide con el intento de deslegitimar las dem¨¢s instituciones, comenzando por el propio Gobierno ¡ªal que la tercera fuerza pol¨ªtica del pa¨ªs, Vox, tacha de ¡°ilegal¡±¡ª; pasando por la presidenta de las Cortes, a la que el PP ha evitado aplaudir en alg¨²n discurso oficial; el Consejo General del Poder Judicial, pendiente desde hace un lustro de renovaci¨®n; la Fiscal¨ªa General del Estado o el propio Tribunal Constitucional, acusados de parcialidad desde los medios de la derecha.
Con las concentraciones en Ferraz como trasfondo se ha desarrollado una activa campa?a desde sectores ultraconservadores contra la reina Letizia, a quienes unos acusan de ecologista, laica y feminista y otros de haber forzado el alejamiento del rey em¨¦rito, autoexpatriado en Abu Dabi desde agosto de 2020.
Ambos grupos la consideran en todo caso una mala influencia sobre el Rey y la han convertido en blanco de sus ataques. La publicaci¨®n de un libro del veterano cronista Jaime Pe?afiel con el testimonio de Jaime del Burgo, excu?ado de la Reina, en el que insin¨²a un antiguo romance con ella; y la publicaci¨®n de whatsapps personales de do?a Letizia, borrados a continuaci¨®n, han llevado a medios como el brit¨¢nico The Telegraph a sugerir que todo responde a una venganza de los fieles al anterior monarca.
Sin embargo, es precisamente el flanco abierto por la marcha de Juan Carlos I el que la Casa Real est¨¢ consiguiendo cerrar. Una vez saldadas las cuentas judiciales y fiscales que ten¨ªa en Suiza, Espa?a y Reino Unido ¡ªdonde su examante Corinna Larsen le reclamaba una indemnizaci¨®n millonaria¡ª, el padre del Rey puede entrar y salir de Espa?a con toda libertad. Lo hizo el 31 de octubre, para celebrar en El Pardo con el resto de la Familia Real la mayor¨ªa de edad de la princesa Leonor. Y regres¨® el mi¨¦rcoles, para asistir en un restaurante madrile?o a la conmemoraci¨®n del 60? cumplea?os de su primog¨¦nita, la infanta Elena. En ninguno de los dos casos se qued¨® a dormir en Madrid. Tras la reuni¨®n familiar, tom¨® un jet privado para regresar a Abu Dabi.
Sanxenxo y Catalu?a
Seg¨²n fuentes de su entorno, el rey em¨¦rito no quiere dormir en Madrid si no puede hacerlo en La Zarzuela, una condici¨®n que le impuso su hijo, de acuerdo con el Gobierno, cuando se normalizaron sus visitas a Espa?a. Lo novedoso es que estas estancias hayan dejado de ser noticia, y que los periodistas ya no le pidan explicaciones por sus cuentas en para¨ªsos fiscales, como hicieron la primera vez que acudi¨® al club n¨¢utico de Sanxenxo (Pontevedra) en mayo de 2022, sino que se pregunten por el significado del saludo que intercambi¨® con Elena de Bord¨®n al despedirse. Fuentes de su entorno aseguran que Juan Carlos I pasar¨¢ sus cuartas Navidades en Emiratos sin la compa?¨ªa de su familia, aunque s¨ª se espera que parientes y amigos acudan a visitarlo el 5 de enero, cuando cumple 86 a?os.
Para la Casa Real, los esc¨¢ndalos que rodearon al rey em¨¦rito son agua pasada y la posibilidad de que regrese depende ahora de cuestiones log¨ªsticas y financieras: d¨®nde residir¨ªa, c¨®mo se mantendr¨ªa y qu¨¦ explicaciones tendr¨ªa que dar a Hacienda si volviera a tener residencia fiscal en Espa?a.
Tambi¨¦n ha dejado de ser noticia la presencia de la Familia Real en Catalu?a. Los disturbios que rodeaban las visitas de Felipe VI despu¨¦s de 2017 han desaparecido e incluso comienza a frecuentar los feudos independentistas, como la provincia de Girona, a la que regres¨® en junio para la entrega de los Premios Princesa de Girona en Caldes de Malavella, aunque a¨²n no la capital. Superada la tensi¨®n, el objetivo de La Zarzuela es recuperar la cordialidad.
La mayor confianza en la solidez de la instituci¨®n ha permitido a Felipe VI volcarse este a?o en potenciar la proyecci¨®n p¨²blica de su heredera, Leonor de Borb¨®n. No solo ha jurado la Constituci¨®n ante las Cortes al cumplir la mayor¨ªa de edad, sino que el Rey la ha incorporado a su lado como una figura institucional en actos como la recepci¨®n de la Fiesta Nacional o la apertura solemne de la legislatura. La Monarqu¨ªa, en medio de la marejada pol¨ªtica, trata de mantener el rumbo sin escorarse.
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