Beatriz Larrotcha, la diplom¨¢tica que ordenaba el mundo
Como subsecretaria de Exteriores y embajadora en B¨¦lgica demostr¨® su empat¨ªa, inteligencia y liderazgo
nBeatriz Larrotcha Palma falleci¨® el pasado d¨ªa 3 en Madrid a los 65 a?os, dejando un hueco grande y una huella indeleble en todos sus amigos y compa?eros de la carrera diplom¨¢tica. Desempe?¨® todas sus funciones a lo largo de su carrera con pasi¨®n, dedicaci¨®n y rigor y realiz¨® una labor espectacular como coordinadora de la Presidencia espa?ola del Consejo de la Uni¨®n Europea en 2010.
En la gesti¨®n de asuntos patrimoniales, su legado perdura en buena parte de las circulares y est¨¢ndares...
nBeatriz Larrotcha Palma falleci¨® el pasado d¨ªa 3 en Madrid a los 65 a?os, dejando un hueco grande y una huella indeleble en todos sus amigos y compa?eros de la carrera diplom¨¢tica. Desempe?¨® todas sus funciones a lo largo de su carrera con pasi¨®n, dedicaci¨®n y rigor y realiz¨® una labor espectacular como coordinadora de la Presidencia espa?ola del Consejo de la Uni¨®n Europea en 2010.
En la gesti¨®n de asuntos patrimoniales, su legado perdura en buena parte de las circulares y est¨¢ndares de excelencia y vanguardia que estableci¨® como subdirectora general y subsecretaria. En este ¨²ltimo cargo, como jefa de la carrera diplom¨¢tica, no siempre pudo tener un s¨ª para todos, pero su sensibilidad, empat¨ªa y comprensi¨®n son ampliamente reconocidas.
No era de medias tintas. Su sentido del deber, su nivel de exigencia, su integridad y liderazgo ejemplar, y su amor por Espa?a le imped¨ªan conformarse con menos. Valiente y firme, a la vez que generosa. Los c¨®nyuges, parejas, familiares de los funcionarios que sirvieron con ella recordar¨¢n siempre su manto inclusivo y respetuoso. As¨ª tambi¨¦n la recuerdan quienes la conocieron en su esfera m¨¢s personal.
Como embajadora de Espa?a en el Reino de B¨¦lgica (2018-2022), tuvo que enfrentarse a dos retos sin precedentes: el envite reputacional derivado de la crisis de Catalu?a y la pandemia. Para superar el primero, combin¨® inteligencia, creatividad y firmeza, mediante una amplia y sostenida campa?a de diplomacia p¨²blica para contrarrestar la propaganda y mostrar la realidad de nuestro pa¨ªs, haciendo gala de un di¨¢logo cr¨ªtico, tenaz cuando fue necesario, pero constructivo, con las autoridades y creadores de opini¨®n. Los resultados de su gesti¨®n hablan por s¨ª solos.
Durante la pandemia, moviliz¨® a todos los efectivos de la Embajada para apoyar la labor consular y dedicarse a la comunidad espa?ola, especialmente a los m¨¢s vulnerables. As¨ª lo han rememorado estos d¨ªas las autoridades de Saint-Gilles (municipalidad hist¨®rica de acogida de la migraci¨®n espa?ola) y las mujeres de la Hispanobelga, en la celebraci¨®n del 60 aniversario de esa asociaci¨®n solidaria a la que tanto apoy¨®.
Recordarla y mantener su legado no solo rinde justo homenaje a su figura. Si somos capaces de honrar y mantener su memoria como ella hizo por el legado de compa?eros diplom¨¢ticos que dejaron tambi¨¦n especial huella en B¨¦lgica y m¨¢s all¨¢, como el Marqu¨¦s de Villalobar (¡°el protector de los belgas¡±) o Josep Carner (¡°el pr¨ªncep dels poetes¡±), entonces nosotros y quienes nos sucedan tendremos la fortuna de seguir contando con otro referente de ejemplaridad, tangible, interpretable y aplicable.
Beatriz Larrotcha encarnaba los principios del servicio p¨²blico que ensalza el art¨ªculo 103 de nuestra Constituci¨®n, cuyo aniversario conmemoramos en estos d¨ªas, ejerci¨¦ndolo con objetividad e independencia, defendiendo la dignidad de la funci¨®n p¨²blica contra viento y marea.
Hay personas, como Beatriz Larrotcha, a las que quienes la tratamos en Bruselas no podemos imaginar abatidas por ninguna circunstancia, ni tan s¨®lo por la muerte. Porque sin ellas se desordena, a¨²n m¨¢s, el mundo. Quiz¨¢s honrando su legado con la dignidad de nuestro trabajo cotidiano de servicio p¨²blico podremos sentir que el mundo, aun sin ella, est¨¢ un poco menos desordenado.