Se casan despu¨¦s de los 30, se divorcian, son bisexuales: ¡°De las mujeres gitanas hay que hablar en plural¡±
Con el peso de una realidad abrumadora en contra, cada vez m¨¢s mujeres j¨®venes de esta etnia eligen vidas que se alejan del estereotipo que las ubica en el hogar y en la crianza
Cada vez que va a un supermercado, a una tienda de perfumes o de pintalabios o de ropa, el guardia de seguridad no le quita la mirada de encima. Ana Segovia se conoce ya de memoria esa rutina. Sabe que el vigilante que la persigue no podr¨ªa imaginarse que ella, gitana de padre y de madre, tiene un grado en Periodismo, un m¨¢ster en Comunicaci¨®n Institucional y Pol¨ªtica, y otro m¨¢s en Direcci¨®n de fundraising p¨²blico y privado. Un curr¨ªculum que completan cursos de innovaci¨®n y de liderazgo. El estereotipo construido duran...
Cada vez que va a un supermercado, a una tienda de perfumes o de pintalabios o de ropa, el guardia de seguridad no le quita la mirada de encima. Ana Segovia se conoce ya de memoria esa rutina. Sabe que el vigilante que la persigue no podr¨ªa imaginarse que ella, gitana de padre y de madre, tiene un grado en Periodismo, un m¨¢ster en Comunicaci¨®n Institucional y Pol¨ªtica, y otro m¨¢s en Direcci¨®n de fundraising p¨²blico y privado. Un curr¨ªculum que completan cursos de innovaci¨®n y de liderazgo. El estereotipo construido durante mucho tiempo de la mujer gitana no encaja con ella.
En el primer Consejo de Ministros del a?o, el Gobierno declar¨® 2025 como el a?o del pueblo gitano para conmemorar el 600 aniversario desde que esta comunidad entr¨® en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, seg¨²n qued¨® registrado en el salvoconducto otorgado por el rey Alfonso V de Arag¨®n para el tr¨¢nsito de este pueblo. La declaratoria recalca ¡°la exclusi¨®n, la persecuci¨®n y la discriminaci¨®n¡± que ha sufrido el pueblo gitano en Espa?a, una poblaci¨®n que actualmente ronda las 750.000 personas. En esa ecuaci¨®n, las mujeres se han llevado la peor parte. Las cifras lo evidencian: la tasa de actividad para las mujeres gitanas es de un 38% ¡ªfrente al 76% en los hombres¡ª y su tasa de paro alcanza el 60%.
Ana Segovia sabe que su trayectoria es at¨ªpica, que la deuda educativa con ellas ¡ªy el pueblo gitano en general¡ª es enorme, pero tambi¨¦n defiende que ¡°cada vez son m¨¢s¡± las mujeres gitanas en el mercado laboral y, en mucha menor proporci¨®n, en la universidad. En paralelo a su entrada a la actividad laboral, ha ocurrido otra transformaci¨®n: pese a que la familia sigue siendo el pilar del pueblo gitano, el dibujo del matrimonio temprano y un n¨²mero elevado de hijos tambi¨¦n empieza a transformarse. Ana, nacida hace 34 a?os en un pueblo de C¨¢diz que se llama San Roque ¡ªen el Campo de Gibraltar¨D, se cas¨® despu¨¦s de los 30 con un hombre que no es gitano y tiene una hija que acaba de cumplir un a?o.
Aitana Mart¨ªnez atiende la videollamada con EL PA?S desde su casa en El Entrego, Asturias. A sus 28 a?os, de padre gitano, graduada de la ESO, es tatuadora y tuvo su propio estudio en Oviedo. Tiene tatuajes por todo el cuerpo hasta en ambos lados de la cabeza y siete perforaciones en el rostro. Es bisexual. ¡°Todo lo que no se espera de una mujer gitana es todo lo que a m¨ª me gustaba¡±, ironiza. ¡°Una gitana bisexual: eso le explota la cabeza a la gente¡±. Cuando la gente se entera de su origen gitano, cuenta ella, le hacen mil preguntas para verificar que s¨ª, que efectivamente es gitana.
Aunque profesa una admiraci¨®n por la cultura gitana, la familia de su padre la desterr¨® desde que era una ni?a. No quisieron saber de ella ¡ªy menos de su madre¡ª por tener ¡°sangre paya¡±. Reconoce que hay familias mucho m¨¢s cerradas que otras. Ella termin¨® siendo mucho m¨¢s cercana a las segundas, pues creci¨® entre familias gitanas que le han abierto las puertas. Nunca ha sentido presi¨®n por que se case, no tiene hijos y hoy est¨¢ m¨¢s preocupada por alcanzar su estabilidad econ¨®mica que por formar una familia. Tiene amigas gitanas que s¨ª que se han casado ¡ªalgunas por el rito gitano, otras no¡ª y otras que no lo han hecho. Ella lo resume as¨ª: ¡°He visto de todo, han elegido, han sido libres¡±.
Esa diversidad la defiende Celia Gabarri, responsable del ¨¢rea de Igualdad de g¨¦nero y mujeres en la Fundaci¨®n Secretariado Gitano. ¡°Dentro del estereotipo que se tiene sobre nosotras, que es el de esposa, madre, con muchos hijos, existe una diversidad completamente alejada de ello pero a veces no aparecemos, estamos invisibilizadas, seguimos siendo como algo excepcional, una mujer gitana que trabaja, que est¨¢ emancipada, soltera, que tiene un negocio, que tiene estudios¡±. Ella misma es un reflejo de ello: la quinta de seis hermanos, es la primera mujer gitana universitaria de Palencia. Hizo educaci¨®n social, un campo en el que cada vez hay m¨¢s presencia de mujeres de esta etnia. ¡°Se suele hablar de ¡®la mujer gitana¡¯, en singular, como si fu¨¦ramos de una forma, pero de las mujeres gitanas hay que hablar en plural¡±.
Cambio necesario de perspectiva, y de cifras
Mientras esa percepci¨®n cambia, las cifras tambi¨¦n lo hacen, pero de forma lenta. En el pueblo gitano, la tasa de fracaso escolar (j¨®venes de entre 16 y 24 a?os que no se han graduado de la ESO) es de alrededor del 63%, mientras que para el conjunto de la poblaci¨®n es del 4%. Ana recuerda que cuando hac¨ªa su grado en periodismo en la Universidad de Sevilla era la ¨²nica mujer gitana en las aulas. Ello le representaba tambi¨¦n una dificultad adicional: ¡°Te enfrentas a una crisis de identidad constante; entras a un mundo donde hay gente con una escala de valores muy diferente a la nuestra¡±.
Se refiere a la autoridad de la familia y al valor de lo colectivo. Y, en su caso, s¨ª se enfrent¨® a la presi¨®n en su entorno gitano que le recordaba frecuentemente el reloj para casarse y tener hijos. Hoy, Ana es la directora de Incidencia Social en la Fundaci¨®n Secretariado Gitano.
En el Ayuntamiento de Mieres (Asturias) la concejala delegada responsable del ¨¢rea de desarrollo urbano sostenible es una mujer gitana: Marta Jim¨¦nez, de 34 a?os. Pese a que quiso estudiar algo relacionado con Econ¨®micas, termin¨® estudiando en Galicia el grado en Magisterio, impulsada por un profesor que siempre le advirti¨®: ¡°?Qui¨¦n le va a dejar sus dineros a una gitana? T¨² no estudies eso, t¨² haz algo que sea por oposici¨®n, que no te discriminen a la hora de poder acceder¡±. No pudo terminar la carrera porque su padre enferm¨® y tuvo que volver a su pueblo. All¨ª se sac¨® un grado superior en Administraci¨®n.
A¨²n en el cargo de concejala, ha sentido el peso, a veces sutil, del estigma. ¡°El otro d¨ªa fuimos a un sitio en el que hab¨ªamos hecho una limpieza en el r¨ªo. Le digo a una se?ora ¡®mira qu¨¦ bonito tienes el pueblo¡¯ y me responde ¡®a ver si no vienen los gitanos a mancharlo¡¯; y le dije: pues fue una gitana la que mand¨® a que te lo limpiaran. A esa se?ora ni se le hab¨ªa pasado por la cabeza que la se?ora concejala que le hab¨ªa arreglado el problema era lo mismo que los que ella est¨¢ acusando de provocarlo¡±.
Marta es madre de una hija de ocho a?os, la Triana, y est¨¢ separada del padre de su hija. ¡°Seguramente hace 50 a?os [la separaci¨®n] hubiera sido un drama, pero a m¨ª no me trajo ning¨²n problema; ahora cuando una pareja no se entiende, pues cada uno por su lado y ya est¨¢¡±. Hoy su principal reto pendiente es terminar el grado en Magisterio y educar a su hija en libertad, escoja lo que escoja. El otro d¨ªa, en el colegio de su hija, una profesora que les ense?aba los instrumentos mostr¨® el caj¨®n flamenco y dijo: ¡°Este Triana lo tiene que conocer, porque el flamenco es de los gitanos¡±. Enseguida Triana replic¨®: ¡°Es que a m¨ª me gusta el pop¡±.