Fallece Montserrat Sabater, mano derecha de los editores Barral y Castellet
Hall¨® el original del ¡®Dietari de 1973¡¯, uno de los grandes libros del director literario de Edicions 62
La historia de la literatura y de la edici¨®n puede escribirse muchas veces en letra may¨²scula gracias a personas que la mayor¨ªa de las veces, injustamente, s¨®lo han parecido en min¨²scula en alg¨²n p¨¢rrafo, nota a pie de p¨¢gina o, m¨¢ximo, entre esa retah¨ªla de agradecimientos a los que no suelen prestar atenci¨®n los lectores. Este es el caso de Montserrat Sabater i Bacigalupi, mano derecha indispensable de dos grandes editores hist¨®ricos como Carlos Barral y Josep Maria Castellet, que ha fallecido este viernes en Barcelona a los 79 a?os.
Sabater (Barcelona, 1940), inici¨® su singladura en ...
La historia de la literatura y de la edici¨®n puede escribirse muchas veces en letra may¨²scula gracias a personas que la mayor¨ªa de las veces, injustamente, s¨®lo han parecido en min¨²scula en alg¨²n p¨¢rrafo, nota a pie de p¨¢gina o, m¨¢ximo, entre esa retah¨ªla de agradecimientos a los que no suelen prestar atenci¨®n los lectores. Este es el caso de Montserrat Sabater i Bacigalupi, mano derecha indispensable de dos grandes editores hist¨®ricos como Carlos Barral y Josep Maria Castellet, que ha fallecido este viernes en Barcelona a los 79 a?os.
Sabater (Barcelona, 1940), inici¨® su singladura en el mejor lugar para hacerlo a principios de los a?os 60 si uno quer¨ªa estar en el meollo de la edici¨®n, esa Seix Barral bulliciosa que estaba empezando a recoger los frutos de las ideas del famoso ¡°cuarto de los sabios¡± donde se reun¨ªan, entre otros, Joan Petit, Gabriel Ferrater, Castellet, o los hermanos Goytisolo, amparados por la complicidad de Barral con V¨ªctor Seix para refundar la editorial familiar y adonde tambi¨¦n acabar¨ªa llegando, cron¨®metro en mano para restar desorden bohemio, Jaime Salinas.
Ella estar¨ªa en medio de esa fragua donde refulgir¨ªa la colecci¨®n Biblioteca Breve y su galard¨®n o en los encuentros de Formentor, en Mallorca, donde sol¨ªa acudir acompa?ando al editor y a su esposa Yvonne, capital en la dif¨ªcil operaci¨®n de evitar que se atascara un encuentro que acog¨ªa a m¨ªticos personajes internacionales, como editores de la talla de Einaudi y Gallimard, entre otros.
En esos ambientes tendr¨ªa ocasi¨®n de tratar a las primeras figuras de la narrativa espa?ola e internacional, como cuando, junto a Yvonne, form¨® parte de la comitiva que en 1965 acudi¨® a Valescure (Francia), donde ten¨ªa lugar el fallo del Premio Internacional de Literatura y al que Barral, fundador de los mismo junto a Einaudi, no pudo acudir porque la polic¨ªa franquista le hab¨ªa retenido el pasaporte. Tambi¨¦n daba fe de que en el siempre un punto ca¨®tico despacho de Barral nunca qued¨® sepultado el original de Cien a?os de soledad o de que fuera rechazado por aqu¨¦l tras su lectura. ¡°Yo nunca vi que llegara ese famoso sobre¡±, dijo a?os despu¨¦s la cuidadosa Sabater, ratificando objetivamente lo que siempre se sospech¨® que fue una broma que sostuvieron entre Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y el editor.
¡°Era una joven y decidida colaboradora de Seix Barral, de los a?os de esplendorosa militancia¡±, la evocar¨ªa el editor en sus memorias cuando ya contaba tambi¨¦n con ella en su nuevo proyecto, Barral Editores, nacido en 1970 tras su accidentada marcha de la editorial paterna. Sabater era pieza fija en las reuniones que se celebraban en el piso particular de Barral de la calle Balmes que hac¨ªa las veces de sede, un retrato de grupo compuesto entonces, entre otros, por F¨¦lix de Az¨²a, Rosa Reg¨¤s, Pere Gimferrer o Rafal Soriano. En esa nueva etapa, ejerc¨ªa tanto de secretaria del consejo como de direcci¨®n y, posteriormente, asumi¨® hasta funciones gerenciales, ¡°con mucha eficacia por cierto¡±, como reconocer¨ªa el propio editor, no muy dado a los elogios.
Sabater, como escribi¨® Barral, ¡°se hab¨ªa incorporado voluntariosamente a las maniobras de resurrecci¨®n¡±; en realidad, ella hab¨ªa abandonado Seix Barral para casarse, y en esta segunda etapa como su colaboradora ¡°parec¨ªa igual a s¨ª misma, pero ven¨ªa impuesta de una segunda juventud agresivamente burguesa y de una adustez un poco germ¨¢nica¡±. Una manera de se?alar algo que siempre caracteriz¨® a esa mujer: afable, de formas exquisitas, cartesiana, pero muy dura y firme en sus convicciones. En esa ¨¦poca, adem¨¢s, como recuerda Barral, ¡°estaba haciendo aceleradamente la licenciatura de Derecho, se hab¨ªa puesto m¨¢s bien reaccionaria y hab¨ªa adoptado un cierto aire sufragista¡±. Pero era con ella con una de las personas con las que m¨¢s conversaba, ¡°por entre los asuntos diarios¡±, acerca de ¡°inciertos proyectos y de fantas¨ªas relativas al futuro improbable¡±.
¡°Fue la mano derecha de Carlos Barral durante muchos a?os y tuve la suerte de haberla encontrado disponible; su eficacia es notable, pero yo ya lo sab¨ªa¡±, escribir¨ªa Castellet cuando repasar¨ªa su trayectoria como director literario y despu¨¦s como presidente de Edicions 62 en Mem¨°ries confidencials d¡¯un editor (2012), recordando cuando en 1984 la llam¨® para que asumiera la responsabilidad del departamento de relaciones p¨²blicas y comunicaci¨®n. Ejerci¨® ese cargo hasta su jubilaci¨®n en 2003, un poco antes de lo que le habr¨ªa correspondido, quiz¨¢ desenga?ada por las se?ales que destilaba ya un mundo editorial marcado por criterios m¨¢s cercanos a la industria del ocio y las cuentas de resultados que por la artesan¨ªa m¨¢s incierta de los p¨¢lpitos intelectuales que ella hab¨ªa conocido en los estimulantes a?os 60 y 70.
Incansable e inquieta, ya jubilada sigui¨® colaborando con Castellet ordenando y archivando la ingente documentaci¨®n generada por la larga trayectoria de aqu¨¦l. Y fue clasificando y datando su fondo personal (papeles, fotograf¨ªas, libros, cuadros¡) cuando en el verano de 2004 encontr¨®, seg¨²n su propia descripci¨®n, ¡°una caja cuadrada, no muy grande, de color cart¨®n y aplastada por carpetas y papeles¡±. En su interior hab¨ªa una libreta de espiral Universo, tipo folio, de hojas cuadriculadas y tapas amarillas, de 1973, y que Castellet hab¨ªa dado por perdida. Eran unas notas breves, a modo de dietario como El quadern gris de Josep Pla que por entonces estudiaba.
Con apenas retoques y algunas notas, la libreta dio pie, en 2007, a Dietari de 1973, uno de los ¨²ltimos y mejores libros de Castellet. El editor la cita la primera en los agradecimientos por las horas destinadas a esa labor ordenadora, del mismo modo que le dedicar¨ªa, dos a?os despu¨¦s, el retrato que hiciera de Barral en Seductors, il¡¤lustrats i visionaris. Un simple ¡°A Montserrat Sabater¡±. Tan discreto, tan grande