Younes, el terror que perdura
Los ¡®mossos¡¯ que persiguieron en su huida al terrorista de La Rambla y los que lo abatieron no lo olvidan: ¡°He revivido esa escena miles de veces¡±
Younes Abouyaaqoub muri¨®, pero su legado de terror sobrevive. Perdura en la memoria de las v¨ªctimas del atropello del 17 de agosto de 2017, que dej¨® 14 muertos y m¨¢s de un centenar de heridos. Resiste en la mente de los agentes de los Mossos d¡¯Esquadra que le persiguieron en su huida. Se infiltra en las pesadillas de los polic¨ªas que le abatieron, cinco d¨ªas despu¨¦s, en una zona de vi?edos del Pened¨¨s, unos 50 kil¨®metros al sur de Barcelona.
La tarde del 21 de agost...
Younes Abouyaaqoub muri¨®, pero su legado de terror sobrevive. Perdura en la memoria de las v¨ªctimas del atropello del 17 de agosto de 2017, que dej¨® 14 muertos y m¨¢s de un centenar de heridos. Resiste en la mente de los agentes de los Mossos d¡¯Esquadra que le persiguieron en su huida. Se infiltra en las pesadillas de los polic¨ªas que le abatieron, cinco d¨ªas despu¨¦s, en una zona de vi?edos del Pened¨¨s, unos 50 kil¨®metros al sur de Barcelona.
La tarde del 21 de agosto, un vecino llam¨® a emergencias porque cre¨ªa haber visto al chico que los telediarios identificaban como el conductor de La Rambla. El agente 926 y su compa?ero se adentraron en un camino forestal en pendiente. A 30 metros, vieron a un tipo con camisa azul claro, pantal¨®n rojo y gafas de sol. Desapareci¨® entre unos matorrales. Luego les encar¨® y les mir¨® fijamente a los ojos. No hubo tiempo de usar la emisora para confirmar su identidad. ¡°Se levant¨® la camisa. En la parte abdominal llevaba un cintur¨®n explosivo, con cuatro cilindros met¨¢licos. Empez¨® a correr hacia nosotros gritando Allahu Akbar¡±, ha explicado el agente este jueves, en la s¨¦ptima sesi¨®n del juicio por el 17-A. El artefacto result¨® ser simulado, pero eso, ellos no pod¨ªan saberlo.
Su relato es hipn¨®tico. No necesita adornos ni comentarios. ¡°Saqu¨¦ el arma y le apunt¨¦. Gritamos: ¡®?Alto, al suelo!¡¯, pero no hizo caso. Corr¨ªa como si llevara un escudo imaginario en el brazo izquierdo. La otra mano la llevaba cerrada, presionando algo, no s¨¦ si un detonador o un cuchillo. Avanz¨® hacia nosotros haciendo eses. Empezamos a disparar¡±. Younes cay¨® al suelo ¨Dmomento que el mosso aprovech¨® para recargar el arma¨D, pero logr¨® reincorporarse y volvi¨® a correr. ¡°Dispar¨¦ dos o tres veces m¨¢s, cay¨® boca abajo. Estaba con las dos rodillas en el suelo, le segu¨ªa apuntando. Se hizo un silencio inmenso. Solo esperaba que soltase el detonador, explotase y muri¨¦semos¡±.
El 926 no lo ha superado. ¡°Tengo pesadillas, insomnio¡ He revivido esa escena miles de veces¡±. Su compa?ero tampoco: ¡°El grito de esta persona qued¨® en mi mente mucho tiempo¡±. Ninguno de ellos ha sido reconocido, por ahora, como v¨ªctima del terrorismo, ni indemnizado por el Ministerio del Interior, como hizo notar su abogado, Jos¨¦ Antonio Bitos. Las lesiones de un atentado, cuando son ps¨ªquicas, parecen de segunda categor¨ªa, como han evidenciado ya demasiados testigos en este juicio.
La actuaci¨®n policial despert¨®, en su d¨ªa, algunos recelos. La muerte de Younes, argumentaban esas voces, pod¨ªa haberse evitado con un m¨¦todo menos letal, lo que hubiese permitido conducirle ante la justicia y aclarar los hechos. Pero el testimonio de esos agentes, que se vieron morir, que entraron en p¨¢nico, indica que no tuvieron otra salida: ¡°Pensaba que iba a haber una explosi¨®n inminente, que no hab¨ªa escapatoria. Me vi mutilado, horrorizado¡±, ha declarado el segundo polic¨ªa.
El horror tuvo, el 17 de agosto, el rostro de Younes. El joven de Ripoll logr¨® salir a pie de La Rambla y recorri¨® la ciudad, siempre en direcci¨®n monta?a, hasta llegar a un aparcamiento de la Zona Universitaria, junto a la Diagonal, una de las principales entradas y salidas de la ciudad. Se meti¨® en un Ford Focus blanco, apu?al¨® mortalmente a su propietario ¨DPau P¨¦rez, de 34 a?os¨D y lo dej¨® desangrarse en el asiento de atr¨¢s. ¡°Tuvo la gran mala suerte de que lleg¨® a una hora a la que no deb¨ªa haber llegado y se cruz¨® con quien no se ten¨ªa que haber cruzado¡±, resumi¨® el mosso 1914 sobre la muerte m¨¢s inveros¨ªmil y retorcida del 17-A.
Ya al volante del Focus, Younes top¨® con un control policial de la Operaci¨®n Jaula, que pretend¨ªa blindar las salidas de la ciudad para atraparle. ¡°Vi que hac¨ªa una maniobra extra?a¡ Gir¨® el volante y nos encar¨®. O¨ª un gran aceler¨®n¡±, ha contado el mosso 5520. El coche arroll¨® frontalmente a una sargento que ¡°sali¨® despedida 10 metros¡± e impact¨® contra otro polic¨ªa, que sigue atrapado a¨²n en el recuerdo de aquella hora: ¡°Es una imagen que tengo grabada: una persona que acelera hacia nosotros, riendo¡±.
Otro agente dispar¨® contra el veh¨ªculo (¡°vi que iba a hacer da?o a m¨¢s compa?eros¡±), pero no logr¨® frenar la huida. El Focus ¡°se perdi¨® de vista¡± a toda velocidad. Los Mossos le siguieron por la autov¨ªa, pero Younes hab¨ªa tomado la primera salida, hacia Sant Just Desvern, donde abandon¨® el veh¨ªculo y el cuerpo de Pau P¨¦rez. ¡°Fue un d¨ªa de muy mala suerte. Aunque en alg¨²n caso hubo suerte¡±, ha contestado el agente 1914 sobre otro incidente: una bala fue a parar, de forma fortuita, al Citroen Xsara de un ciudadano que pasaba por all¨ª. La bala qued¨® alojada en el reposacabezas. ¡°Tuvo mucha suerte¡±.