La edad ideal para el primer m¨®vil tampoco existe
Su educaci¨®n digital es progresiva y comienza el primer d¨ªa que nos ven relacionarnos con los dispositivos. Lo que la evidencia cient¨ªfica nos cuenta es que el acompa?amiento es clave
Siempre que vienen los Reyes me imagino una banda sonora en la ciudad compuesta de ilusi¨®n y papel de regalo rasgado. All¨ª donde hay preadolescentes y adolescentes, el envoltorio de colores probablemente cubra una caja rectangular, silueta inequ¨ªvoca de tel¨¦fono m¨®vil (si no lo tienen ya). La pregunta de la edad ideal es un cl¨¢sico, y la respuesta es un depende con mil matices. Mientras resolvemos la inc¨®gnita del momento adecuado (si es que hay alguno universal) la realidad se impone: el primer m¨®vil ...
Siempre que vienen los Reyes me imagino una banda sonora en la ciudad compuesta de ilusi¨®n y papel de regalo rasgado. All¨ª donde hay preadolescentes y adolescentes, el envoltorio de colores probablemente cubra una caja rectangular, silueta inequ¨ªvoca de tel¨¦fono m¨®vil (si no lo tienen ya). La pregunta de la edad ideal es un cl¨¢sico, y la respuesta es un depende con mil matices. Mientras resolvemos la inc¨®gnita del momento adecuado (si es que hay alguno universal) la realidad se impone: el primer m¨®vil propio es un s¨ªmbolo del rito de paso a la vida adolescente. Digamos que lo extra?o es llegar a la ESO sin ¨¦l, aunque depende del barrio.
La semana pasada publicaban el Anuario Estad¨ªstico de Catalu?a, incluyendo el uso de TIC en menores de 10 a 15 a?os. En global, un 70% de menores entre 5? de primaria a 3? de la ESO dispone de m¨®vil propio. De hecho los porcentajes var¨ªan mucho en funci¨®n del nivel de ingresos: destacan las familias de ingresos medios, donde m¨¢s del 75% de menores entre 10 y 15 a?os disponen de un m¨®vil particular, mientras que las familias de ingresos bajos (por debajo de 1.600 euros al mes) e ingresos altos (por encima de 3.000 euros mensuales) apenas rozan el 63%. Las primeras porque tienen otras prioridades, las segundas porque a menudo despliegan concienciadas estrategias educativas. En los hogares que ingresan menos de 900 euros mensuales, el porcentaje cae al 30%. Que uno de cada tres adolescentes disponga del dispositivo nos da cuenta de cu¨¢n importante es, incluso cuando la situaci¨®n material del hogar es de supervivencia.
Vemos tambi¨¦n diferencias por g¨¦nero, y es que hay m¨¢s ni?as con m¨®vil (70% de ellas versus el 59% de ellos, y no tenemos datos de otras identidades de g¨¦nero). Una lectura es que ir al instituto a menudo implica ir por la calle en solitario; y a igual edad, hay un factor extra de protecci¨®n hacia las chicas. Socialmente, asumimos y reproducimos que el mundo es m¨¢s peligroso para una jovencita sola. Ah¨ª en el bingo para familias siempre pregunto qu¨¦ parte del m¨®vil es porque nos lo piden y cu¨¢l nos satisface la necesidad de control y protecci¨®n desde la distancia. Otro dato a destacar es que en los hogares con un progenitor e hijos roza el 100%. Se incluyen familias monomarentales o monoparentales y familias divorciadas, donde la funci¨®n de comunicaci¨®n directa con el menor es clave.
Estos datos coinciden con las tendencias a nivel estatal y en pa¨ªses cercanos. Lo que no recogen estos datos son los caminos que conducen a una buena alfabetizaci¨®n digital. Tanto si se avanzan como si lo retrasan, las familias suelen estar llenas de dudas sobre c¨®mo esta decisi¨®n afecta a la socializaci¨®n. Para m¨¢s inri, arranc¨¢bamos la semana con una entrevista a Jordan Shapiro, experto en educaci¨®n digital. En ella afirmaba que dar un m¨®vil a los 13 a?os es tarde, lo que ha causado bastante revuelo y comentarios. En cierta manera estoy de acuerdo con ¨¦l, porque hay much¨ªsimas formas de ¡°dar¡± ese m¨®vil y de acompa?ar la introducci¨®n al mundo digital.
Primero, el aparato no tiene por qu¨¦ ser nuevo ni costar casi tanto como el salario m¨ªnimo profesional. Segundo y quiz¨¢ m¨¢s importante: su educaci¨®n digital es progresiva y de hecho comienza el primer d¨ªa que nos ven relacionarnos con los dispositivos. Despu¨¦s llega el momento que les plantamos delante el m¨®vil o la tableta para que vean dibujos y de ah¨ª vamos evolucionando a juegos y aplicaciones; cuando llegan los deberes del cole aparece el ordenador y as¨ª sucesivamente. Su vida digital tambi¨¦n es la identidad virtual que les hemos creado colgando fotos sin freno de todas sus primeras veces o tantas otras situaciones graciosas.
Lo que la evidencia cient¨ªfica nos cuenta es que el acompa?amiento es clave. Ya podemos poner softwares de control parental o l¨ªmites de tiempo, que si no creamos espacios de ocio y aprendizaje digital compartido, estaremos perdiendo oportunidades de ofrecerles contexto, ejemplos, confianza y comunicaci¨®n. Eso requiere artefactos sofisticados como la atenci¨®n y la escucha. Ah¨ª tiene raz¨®n Shapiro: si queremos empezar a hacerlo cuando les damos un m¨®vil de uso exclusivo, chocaremos con sus l¨ªmites. Los puentes que no hayamos construido entonces ser¨¢n dif¨ªciles de sostener. Quiz¨¢ los Reyes Magos, adem¨¢s del regalo, nos echan una mano con una plantilla para un contrato familiar de uso. Y as¨ª, despu¨¦s de rasgar el bonito papel, podemos sentarnos a concretar los c¨®mos, los cu¨¢ndos y los porqu¨¦s de los h¨¢bitos digitales de nuestra familia.
Liliana Arroyo es Doctora en Sociolog¨ªa e investigadora del Instituto de Innovaci¨®n Social de Esade