Salvar el catal¨¢n una y otra vez
El modelo ling¨¹¨ªstico escolar que hasta hace poco se ten¨ªa como un ¨¦xito pol¨ªtico de gran trascendencia cultural y social, se tambalea.
El anticatalanismo saborea estos d¨ªas como un ¨¦xito la reformulaci¨®n legal de la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica en la escuela p¨²blica catalana sentenciada por la justicia espa?ola. En autom¨¢tica simetr¨ªa, resurge al mismo tiempo entre una parte significativa de los catalanistas la angustia por la supervivencia del idioma catal¨¢n. Lo que, d¨ªgase o no, interpretan como una amenaza letal para la continuidad de la propia Catalu?a como entidad nacional.
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El anticatalanismo saborea estos d¨ªas como un ¨¦xito la reformulaci¨®n legal de la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica en la escuela p¨²blica catalana sentenciada por la justicia espa?ola. En autom¨¢tica simetr¨ªa, resurge al mismo tiempo entre una parte significativa de los catalanistas la angustia por la supervivencia del idioma catal¨¢n. Lo que, d¨ªgase o no, interpretan como una amenaza letal para la continuidad de la propia Catalu?a como entidad nacional.
La escolarizaci¨®n en catal¨¢n del alumnado en la ense?anza p¨²blica fue uno de los grandes objetivos del movimiento democr¨¢tico desde el final del franquismo. Esta aspiraci¨®n surg¨ªa de dos factores. El primero e inmediato, las cuatro d¨¦cadas de prohibici¨®n del uso p¨²blico del catal¨¢n durante la dictadura. El segundo, la existencia en el seno de Catalu?a de grandes bolsas de poblaci¨®n inmigrada originaria de regiones espa?olas de lengua castellana, cuyos hijos se pretend¨ªa incorporar a la cultura catalana.
Para dar una idea de la magnitud de este empe?o baste con recordar que en 1970 el 40% de la poblaci¨®n de Catalu?a hab¨ªa nacido fuera de ella. La inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica en la ense?anza p¨²blica fue el m¨¦todo adoptado en 1983 por la Generalitat para lograr que todos los escolares terminaran sus estudios dominando tanto el catal¨¢n como el castellano.
Las estad¨ªsticas aportan, 38 a?os despu¨¦s, datos ambivalentes sobre el resultado obtenido. Las encuestas oficiales indicaban en julio de 2019 que de cada 10 ciudadanos de entre 15 a?os y 24 a?os, 8,5 entend¨ªan el idioma catal¨¢n; 7,3 sab¨ªan hablarlo, 7,2 sab¨ªan leerlo y 5,9 escribirlo. Sin embargo, los m¨¢s recientes estudios sobre usos ling¨¹¨ªsticos han provocado la alarma en el Gobierno catal¨¢n: el uso social del catal¨¢n ha ca¨ªdo cerca de un 10% en los ¨²ltimos 15 a?os y ha pasado de representar el 46% en 2005 a un 36% en 2020, en un periodo en el que la poblaci¨®n ha crecido cerca de un mill¨®n de personas. El castellano es, pues, la lengua de uso social ampliamente mayoritario. El catal¨¢n sigue estando en minor¨ªa. Otro porcentaje lo ilustra: ocho de cada 10 catalanohablantes cambian de idioma cuando se les responde en castellano.
El modelo ling¨¹¨ªstico escolar que hasta hace poco se ten¨ªa como un ¨¦xito pol¨ªtico de gran trascendencia cultural y social, se tambalea. La historia del catalanismo desde finales del siglo XIX hasta hoy puede ser resumida tambi¨¦n como un constante esfuerzo para incorporar a la sociedad y la cultura catalanas a las sucesivas oleadas de poblaci¨®n llegadas de otras partes de Espa?a y, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, tambi¨¦n del resto del mundo. Catalu?a ha m¨¢s que triplicado su n¨²mero de habitantes desde principios del siglo XX hasta ahora. Pero siempre a base de importar poblaci¨®n. Estaba en torno a los dos millones de habitantes en 1900 y ahora alcanza los 7,7, seg¨²n datos del Idescat.
Cada arribada masiva de poblaci¨®n for¨¢nea, a caballo de las fases de crecimiento econ¨®mico, ha obligado a renovar el esfuerzo del catalanismo para incorporarla a la cultura y la lengua del pa¨ªs. Ahora tambi¨¦n. La diferencia radica, si acaso, en que anta?o los obst¨¢culos fueron las dictaduras de Primo de Rivera y de Franco y el centralismo pol¨ªtico. La actual batalla por la inmersi¨®n escolar pretende volver al consenso ling¨¹¨ªstico de 1983, el momento en que el espa?olismo acept¨® que el catal¨¢n recuperara parte del espacio p¨²blico perdido en 1939. Pero el Tribunal Constitucional, el TSJC, el PP, Ciudadanos y Vox ya no est¨¢n en esas coordenadas. S¨ªsifo tiene que volver a subir la piedra.