Bajo el mismo sol
El deseo del sol ha sido lo m¨¢s er¨®tico que hemos vivido este s¨¢bado en el centro de Barcelona
Deben tener sesenta largos, aparentemente son una pareja de largo recorrido como la m¨ªa y llegan con mi biograf¨ªa de Gabriel Ferrater bajo el brazo en un instante donde domina el dios sol. ?l no sabe si cont¨¢rmelo y su mujer lo mira con una media sonrisa esperando por si se atreve. Y lo suelta: ¡°La primera vez que hicimos el amor, cuando ¨¦ramos j¨®venes, fue tras leer los poemas de Les dones i els dies de Ferrater¡±. Levanto la mirada y, aunque ¨¦l lleva gafas oscuras, no es dif¨ªcil descubrir una sonrisa picarona en su mirada. Les pregunto sus nombres (no vamos a revelarlos) y mientras fir...
Deben tener sesenta largos, aparentemente son una pareja de largo recorrido como la m¨ªa y llegan con mi biograf¨ªa de Gabriel Ferrater bajo el brazo en un instante donde domina el dios sol. ?l no sabe si cont¨¢rmelo y su mujer lo mira con una media sonrisa esperando por si se atreve. Y lo suelta: ¡°La primera vez que hicimos el amor, cuando ¨¦ramos j¨®venes, fue tras leer los poemas de Les dones i els dies de Ferrater¡±. Levanto la mirada y, aunque ¨¦l lleva gafas oscuras, no es dif¨ªcil descubrir una sonrisa picarona en su mirada. Les pregunto sus nombres (no vamos a revelarlos) y mientras firmo el ejemplar, escribo una dedicatoria hablando de la Teoria dels cossos y no puedo evitar preguntarles si siguen leyendo a Ferrater. Re¨ªmos felices sin mascarilla, nos reconocemos como patriotas de Sant Jordi y, ya puestos, pienso que a partir de esta noche voy a tener el libro con esos versos sobre el deseo en mi mesilla de noche a ver si vuelve a salir el sol de la primavera del amor.
El deseo del sol ha sido lo m¨¢s er¨®tico que hemos vivido este s¨¢bado en el centro de Barcelona. A veces el sol aparec¨ªa, la mayor¨ªa de las horas desaparec¨ªa y en alg¨²n momento el cielo transitaba del gris claro al oscuro y parec¨ªa que est¨¢bamos llegando a Mordor. Cuando ya es la hora de marcharnos de Laie para llegar a La Central, empieza. ?Lluvia? ?Viento? Granizo. Nos quedamos quietos esperando que amaine la pedrea. En alg¨²n lugar de la ciudad las carpas de una librer¨ªa se las lleva el viento, en otras los paseantes colaboran con los libreros y extienden pl¨¢sticos sobre los libros para evitar que los editores definen el Passeig de Gr¨¤cia como zona catastr¨®fica. Los lectores de Javier Cercas se refugian bajo el toldo de la caseta, les va a chorrear la espalda y ¨¦l, para evitar males mayores, les grita para que se coloquen a su lado mientras el granizo siembra de piedras el centro de la ciudad.
A los autores de Planeta nos han regalado una mochila que es un kit de supervivencia. En la comida de Tusquets, durante la que brindamos con emoci¨®n para recordar a Almudena Grandes, Rosa Ribas declara que lo mejor habr¨ªa sido tener una camiseta con el lema que describe el d¨ªa: ¡°Sobrevivimos al Sant Jordi de 2022¡å. Llueve a c¨¢ntaros, pero Landero, Markaris, Tusquets o el camarada Aramburu (?bienvenido!) sonr¨ªen felices porque Sant Jordi es un d¨ªa sin¨®nimo de felicidad.
Nada lo evidencia tan claramente como esos segundos a las 12.13 del mediod¨ªa. Ando por Passeig de Gr¨¤cia con mi editora catalana Pilar Beltran y, de repente, sale el sol justo en el instante en el que nos hacemos una selfie ante la Pedrera de Gaud¨ª. Un momento de silencio y, de repente, los centenares de personas que se agolpan entre libros y saltan los charcos se paran, nos miramos y empezamos a aplaudir porque ha vuelto el sol. Recibo un mensaje de mi hijo: ha comprado la rosa para mi mujer y su hermana, me pide si puede quedarse el cambio y yo le digo que s¨ª a cambio de que deje los versos de Ferrater en la mesilla de noche. Hoy es el d¨ªa del libro y de la rosa.
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