¡®La generaci¨® de l¡¯1 d¡¯octubre¡¯
El paso del tiempo ha ido reduciendo el tama?o de esa generaci¨®n que, a fuerza de exigir pureza, ha excomulgado a buena parte de sus seguidores iniciales
El caso Laura Borr¨¤s ha devuelto debates sobre la patrimonializaci¨®n de la pol¨ªtica, el autoritarismo, la coacci¨®n a periodistas o la rivalidad independentista. Pero s¨®lo tangencialmente se ha citado un concepto clave: La generaci¨® de l¡¯1 d¡¯Octubre. Fue Borr¨¤s quien se defini¨® como miembro de esa generaci¨®n, la que descubri¨® la pol¨ªtica con el refer¨¦ndum y el proc¨¦s. Hasta entonces, un sector muy numeroso de la sociedad catalana no prestaba espe...
El caso Laura Borr¨¤s ha devuelto debates sobre la patrimonializaci¨®n de la pol¨ªtica, el autoritarismo, la coacci¨®n a periodistas o la rivalidad independentista. Pero s¨®lo tangencialmente se ha citado un concepto clave: La generaci¨® de l¡¯1 d¡¯Octubre. Fue Borr¨¤s quien se defini¨® como miembro de esa generaci¨®n, la que descubri¨® la pol¨ªtica con el refer¨¦ndum y el proc¨¦s. Hasta entonces, un sector muy numeroso de la sociedad catalana no prestaba especial atenci¨®n a la pol¨ªtica.
Una parte de esa poblaci¨®n ¡ªLa Generaci¨® de l¡¯1 d¡¯Octubre o, seg¨²n el historiador Enric Ucelay da Cal, ¡°los indepes¡±¡ª se politiz¨® con el discurso de los partidos independentistas a partir de 2012. Un discurso sencillo: la secesi¨®n es el ¨²nico camino, ser¨¢ f¨¢cil si vamos todos juntos, y quien no se apunte es un enemigo. Conceptos como ¡°la revoluci¨® dels somriures¡± reforzaban la idea de pueblo elegido.
La generaci¨® de l¡¯1 d¡¯Octubre asumi¨® ese discurso con toques de religi¨®n y f¨²tbol. Una ideolog¨ªa que, por un lado, planteaba el debate pol¨ªtico desde el terreno de la ¨¦tica, donde el discrepante es, sobre todo, alguien perverso, y donde la fidelidad al gu¨ªa es absoluta. Y por otro, promov¨ªa una solidaridad grupal que identifica claramente a los propios y los ajenos y un hooliganismo con acciones colectivas que s¨®lo desde dentro del grupo pueden ser justificadas, desde cementerios con cruces amarillas u homenajes a un bolardo damnificado.
Para esta generaci¨®n, cuestiones como la separaci¨®n de poderes eran una an¨¦cdota superable. Esto vale para defender las interferencias entre Govern y Parlament, o encontrar normal que dirigentes independentistas sin cargo se paseen por el balc¨®n de la Generalitat colgando una pancarta. Pero tambi¨¦n para identificar al Estado espa?ol como un todo, de modo que jueces, Gobierno, oposici¨®n, cuerpos policiales o Monarqu¨ªa actuar¨¢n siempre coordinados, incluso con la connivencia expl¨ªcita de la gente de a pie.
El paso del tiempo ha ido reduciendo el tama?o de esa Generaci¨® de l¡¯1 d¡¯Octubre que, a fuerza de exigir pureza, ha excomulgado a buena parte de sus seguidores iniciales. El peso de los acontecimientos tambi¨¦n ha fomentado la apostas¨ªa voluntaria. Los irreductibles est¨¢n representados hoy en los fieles que apoyaron a Laura Borr¨¤s en el parc de la Ciutadella, los que atacan a TV-3 por ¡°espa?olista¡± o las juventudes de Junts per Catalunya que llaman traidores a los miembros de la Mesa del Parlament, incluido Carles Riera, l¨ªder de la CUP e independentista desde la cuna. Han dejado atr¨¢s la revoluci¨®n de las sonrisas y est¨¢n en general malhumorados. Se sienten traicionados por la mayor¨ªa de sus representantes, pero no por haberles contado, durante varios a?os, un discurso que no se correspond¨ªa con la realidad ¡ªel de la independencia f¨¢cil, r¨¢pida e indolora¡ª, sino precisamente por no mantenerlo una vez ha quedado claro que no era practicable. Siguen convencidos de ser los ¨²nicos honrados en una Gomorra de malvados, los ¨²nicos sabios en un p¨¢ramo de ignorancia, y piensan que una sentada en la AP-7 a la altura de La R¨¤pita ser¨ªa suficiente para desestabilizar al Estado. Se suele responsabilizar de los fen¨®menos pol¨ªticos a los profesionales, pero no se puede olvidar que, para triunfar, necesitan una base social que les apoye.
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