De la todopoderosa Converg¨¨ncia a la tambaleante Junts: historia de un declive
La marca aglutinadora del catalanismo conservador comand¨® todos los resquicios de poder en Catalu?a, pero ha dilapidado su r¨¦dito inmerso en la gestualidad en torno al ¡®proc¨¦s¡¯
Pasqual Maragall fue investido presidente catal¨¢n hace ahora 19 a?os. Aquella conquista del PSC acab¨® con dos d¨¦cadas de mandato de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU). El vuelco estaba dado. Marta Ferrusola, la esposa de ...
Pasqual Maragall fue investido presidente catal¨¢n hace ahora 19 a?os. Aquella conquista del PSC acab¨® con dos d¨¦cadas de mandato de Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU). El vuelco estaba dado. Marta Ferrusola, la esposa de Jordi Pujol, expres¨® lo que implicaba aquel relevo en la Generalitat: ¡°Es como si entran en tu casa y te encuentras los armarios revueltos, porque te han robado¡±. Desde ese momento, el peso del legado convergente se ha ido deshilachando de la mano primero de Artur Mas y luego de Carles Puigdemont, en paralelo a la p¨¦rdida de influencia y de poder que ha sufrido un bloque pol¨ªtico que en tiempos fue abanderado de provechosas negociaciones con el Gobierno central. La conocida estrategia del ¡°peix al cove¡±, traducible por algo parecido al ¡°m¨¢s vale p¨¢jaro en mano¡±, qued¨® sepultada por una t¨¢ctica basada en la confrontaci¨®n y el desaf¨ªo a las instituciones del Estado. El balance de r¨¦ditos es escaso.
En las elecciones al Parlamento catal¨¢n de 2010 y 2012, las listas presentadas por Converg¨¨ncia i Uni¨® cosecharon 1,2 y 1,1 millones de votos, respectivamente. La cifra se acercaba a los apoyos que cimentaban las aplastantes mayor¨ªas de Jordi Pujol a principios de los noventa. En los ¨²ltimos comicios catalanes, hace un a?o y medio, Carles Puigdemont era el gancho en los carteles, pero la presidenciable era Laura Borr¨¤s. La propuesta de Junts per Catalunya obtuvo 570.000 votos, lo que dej¨® al partido como tercera fuerza del arco parlamentario, por detr¨¢s del PSC y Esquerra. Al viraje estrat¨¦gico que inici¨® Artur Mas se le suma un cambio de nombre forzado de la marca, para tratar de alejar el fantasma de la corrupci¨®n que manchaba la financiaci¨®n de Converg¨¨ncia.
Algunos de los mandos m¨¢s visibles de Junts tratan de difuminar las se?as convergentes de la identidad del partido. Jaume Alonso-Cuevillas, diputado en el Parlamento catal¨¢n que ejerci¨® de abogado de Puigdemont, defiende que Junts es ¡°un movimiento de liberaci¨®n nacional¡±, y tambi¨¦n Laura Borr¨¤s, presidenta de la formaci¨®n, intenta borrar ese ADN convergente. El l¨ªder de la formaci¨®n, Carles Puigdemont (huido de la justicia espa?ola en B¨¦lgica), fue militante activo de Converg¨¨ncia, lo mismo que el secretario general, Jordi Turull. Una gran mayor¨ªa de mandos y cargos p¨²blicos de Junts vistieron la camiseta convergente, como es el caso de las ya exconsejeras en el Govern Lourdes Ciur¨®, Violant Cervera o Vict¨°ria Alsina, as¨ª como el vicepresident cesado, Jordi Puigner¨®. Tambi¨¦n se cobij¨® bajo el paraguas de Converg¨¨ncia la portavoz de Junts en Madrid, M¨ªriam Nogueras, o el jefe de la formaci¨®n en el Parlament, Albert Batet.
Durante m¨¢s de dos d¨¦cadas, un numeroso sector del catalanismo conservador identific¨® la Generalitat y CiU como un t¨¢ndem tan incuestionable como el men¨² de canelones y tortell para la comida de los domingos. Converg¨¨ncia, el Bar?a y La Caixa se anunciaban como tres patas s¨®lidas del statu quo catal¨¢n. Pero, mientras el club deportivo y la entidad financiera crecieron, el partido entr¨® en un proceso menguante. En las elecciones catalanas de 2010, CiU acapar¨® el 38,4% de los votos, mientras que Junts ara?¨® en 2021 un 20% de todas las papeletas. Por el camino queda el 30% de los votos de CiU en 2012, paso previo al experimento que fue Junts pel S¨ª en 2015. Aquella ins¨®lita alianza con ERC para aunar al independentismo acapar¨® el 39,5% de los votos y 62 diputados, pero tampoco alcanz¨® la mayor¨ªa absoluta. La CUP vet¨® a Artur Mas y, tras prometer Carles Puigdemont que proclamar¨ªa la independencia en un a?o y medio, la pol¨ªtica catalana entr¨® en una espiral vertiginosa monopolizada por el proc¨¦s y por la gestualidad desobediente.
En diciembre de 2017, en plena resaca por el refer¨¦ndum ilegal del 1 de octubre y por la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n que interven¨ªa las competencias del Gobierno catal¨¢n, se celebraron unas nuevas elecciones auton¨®micas. Con una participaci¨®n del 79%, Junts qued¨® por detr¨¢s de Ciudadanos, pero Quim Torra acab¨® siendo presidente de la Generalitat. Apenas dos a?os m¨¢s tarde, se entraba de lleno en otra campa?a electoral. En febrero de 2021, el PSC y Esquerra empataron con 33 esca?os. Junts, tercera en discordia, se asegur¨® entrar en el Govern gracias a un pacto con los republicanos que ahora la direcci¨®n del partido ha terminado dejando en manos de la militancia, compuesta por cerca de 6.500 personas.
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