ERC pide a Trias que garantice lealtad institucional a Aragon¨¨s para pactar la Alcald¨ªa de Barcelona
Los republicanos temen que Junts use el altavoz del Consistorio de la capital para debilitar al Ejecutivo catal¨¢n
Junts y Esquerra avanzan con discreci¨®n en las negociaciones para cerrar un pacto en el Ayuntamiento de Barcelona. La suma conjunta de 16 regidores est¨¢ lejos de los 21 de la mayor¨ªa absoluta y muchos pactos ser¨¢n necesarios para poder sobrevivir a un mandato que ser¨¢ altamente vol¨¢til seg¨²n la fotograf¨ªa que resulte tras las elecciones generales de julio. La propuesta del president, Pere Aragon¨¨s, de proteger las instituci...
Junts y Esquerra avanzan con discreci¨®n en las negociaciones para cerrar un pacto en el Ayuntamiento de Barcelona. La suma conjunta de 16 regidores est¨¢ lejos de los 21 de la mayor¨ªa absoluta y muchos pactos ser¨¢n necesarios para poder sobrevivir a un mandato que ser¨¢ altamente vol¨¢til seg¨²n la fotograf¨ªa que resulte tras las elecciones generales de julio. La propuesta del president, Pere Aragon¨¨s, de proteger las instituciones ante un posible triunfo de la derecha sigue sin cristalizarse y los republicanos, adem¨¢s, quieren asegurarse que Junts no sucumba ante la posibilidad de usarlo como ariete contra un Govern ya muy debilitado. De ah¨ª que, en la base del acuerdo, est¨¦ la garant¨ªa de cierta lealtad hacia el Ejecutivo de la Generalitat.
Los malos resultados de ERC en las elecciones municipales y la inesperada convocatoria del 23-J llev¨® la estrategia republicana a centrarse en los pactos independentistas. El de la capital es clave, por ejemplo, para intentar despertar a un electorado secesionista (tambi¨¦n de Junts y la CUP) que se qued¨® en casa en las ¨²ltimas elecciones. Al mismo tiempo, sin embargo, pactar con Xavier Trias implica la paradoja de gobernar con una formaci¨®n en las ant¨ªpodas de muchos temas en el eje social. Las negociaciones est¨¢n en intentar poner en valor eso que los une y pulir las aristas de desacuerdos tan evidentes como continuar con la conexi¨®n del tranv¨ªa.
A diferencia del Bildu, por ejemplo, Esquerra cree que no es hora de pactos progresistas que impliquen a los socialistas sino de recuperar el tono m¨¢s reivindicativo en t¨¦rminos de lo nacional. Ni los llamamientos de la exalcaldesa Ada Colau a buscar ¡°soluciones imaginativas¡± para que se imponga la mayor¨ªa de 25 regidores progresistas (sumando su partido y al PSC) parecen convencer a los republicanos. En el bloque independentista Junts y ERC compiten y los republicanos temen que sus exsocios en el Govern aprovechen el altavoz del Ayuntamiento para intentar desgastarles. El Ejecutivo que preside Pere Aragon¨¨s se sustenta en solo 33 diputados de 135 y Junts, por ejemplo, se ha apuntado a sacar r¨¦ditos de la cr¨ªtica directa sobre la gesti¨®n de la sequ¨ªa o las pol¨ªticas de Educaci¨®n y renovables.
En el programa de ERC se menciona hasta 67 veces a la Generalitat y la necesidad de colaborar en muchos frentes. En los cuatro consorcios que se encargan de temas tan fundamentales como la educaci¨®n, los servicios sociales, la vivienda o el transporte, el Ejecutivo catal¨¢n tiene la mayor¨ªa. Fuentes del futuro grupo municipal de Junts insisten en que los negociadores de Esquerra parten de un ¡°planteamiento de exigencia¡± hacia los deberes del Govern hacia la ciudad, algo que el propio Ernest Maragall repiti¨® hasta la saciedad en campa?a.
Sin embargo, republicanos y exconvegentes se conocen y por mucho que se trabaje de nuevo en recoser la confianza las heridas del pasado siguen ah¨ª. Tras meses sin puestos institucionales potentes y con el debate sin cerrar sobre la reorientaci¨®n del pasado, ostentar la alcald¨ªa de Barcelona es un sitio ideal para marcar perfil. De ah¨ª que se intente tener alguna garant¨ªa de que la exigencia no se convertir¨¢ en arriete.
En el pasado, la relaci¨®n entre Generalitat y Ayuntamiento se ha enrarecido muy claramente cuando el color es distinto a lado y lado de la plaza de Sant Jaume. En los ¨²ltimos dos mandatos municipales, con Ada Colau en el gobierno de la ciudad, los reproches a la Generalitat han sido constantes en materia de seguridad (la falta de Mossos en la ciudad), de vivienda (la pingue aportaci¨®n de vivienda de alquiler o a la mesa de emergencias por parte del Govern), o de mantenimiento de las escuelas (en lo que el Ayuntamiento ha invertido). En todos los cap¨ªtulos, cuestiones que los comunes se han encargado de dejar claro que asum¨ªan ¡°sin tener competencias en la materia¡± y reprochando la ¡°inacci¨®n¡± de la Generalitat.
Tambi¨¦n son fuente de fricciones, sobre todo por los ¡°contratos marco¡± que fijan la disponibilidad presupuestaria. En lo ¨²nico que en el ¨²ltimo mandato Colau se ha aliado con el Govern fue precisamente en el del tranv¨ªa: las obras de la infraestructura ferroviaria dependen de la Autoridad del Transporte Metropolitano (ATM, tambi¨¦n con mayor¨ªa de la Generalitat). En marzo, en uno de los actos de precampa?a m¨¢s ins¨®litos vistos en la ciudad, Colau y el consejero Juli Fern¨¤ndez inauguraron una parada por la que no pasan trenes y se?alaron que dejan encarrilada la finalizaci¨®n de la obra (el tramo que faltar¨¢ de uni¨®n por la Diagonal entre Verdaguer y Francesc Maci¨¤), sea quien sea el pr¨®ximo mandatario de la ciudad.
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