El acusado por el triple asesinato de Ciutat Vella evita jugar la baza del trastorno mental
El fiscal subraya ante el jurado que el sueco John Musetescu, de 32 a?os, era consciente de sus actos y debe pagar por tres cr¨ªmenes ¡°brutales e inhumanos¡±
Esposado para tranquilidad de la sala, con la espalda tiesa como un palo y junto a una traductora de sueco que no parece necesitar, el acusado mira con fijeza al jurado popular. Cuando el fiscal pronuncia su nombre por primera vez, r¨ªe con la boca cerrada: John Musetescu Werberg. El hombre que el 20 de enero de 2020 mat¨® presuntamente a tres personas en el casco hist¨®rico de Barcelona en apenas una hora y sin un motivo aparente luce una sudadera negra con un n¨²mero 3 bien visible en el brazo derec...
Esposado para tranquilidad de la sala, con la espalda tiesa como un palo y junto a una traductora de sueco que no parece necesitar, el acusado mira con fijeza al jurado popular. Cuando el fiscal pronuncia su nombre por primera vez, r¨ªe con la boca cerrada: John Musetescu Werberg. El hombre que el 20 de enero de 2020 mat¨® presuntamente a tres personas en el casco hist¨®rico de Barcelona en apenas una hora y sin un motivo aparente luce una sudadera negra con un n¨²mero 3 bien visible en el brazo derecho. Su sonrisa mal disimulada y su guasa las ha percibido, desde la segunda fila del p¨²blico, el suegro de David Caminada, la tercera y ¨²ltima v¨ªctima en la ruta mortal de Musetescu: tuvo la mala fortuna de toparse con ¨¦l al salir del trabajo y recibi¨® dos pu?aladas en el pecho. ¡°?Qu¨¦ hijo de puta, se ha re¨ªdo! ?Asesino!¡±, dice en voz alta el suegro, que ha querido gritar pero apenas se ha hecho o¨ªr.
El triple crimen de Ciutat Vella no admite una explicaci¨®n razonable, m¨¢s all¨¢ de que solo alguien verdaderamente trastornado, un psic¨®pata de manual o alguien que act¨²a bajo el efecto de las drogas, puede hacer algo as¨ª. Consciente del efecto que esa laguna puede producir en los nueve ciudadanos que forman el jurado popular, el fiscal se ha esforzado este lunes, en la primera sesi¨®n del juicio, en convencerles de que el joven sueco era perfectamente consciente de lo que hac¨ªa. Y, por tanto, ha de asumir las consecuencias de unos actos ¡°brutales¡± e ¡°inhumanos¡±. ¡°Al recibir noticias de este caso, lo primero que se me pas¨® por la cabeza es que este chico le pasaba algo y que pod¨ªa tener un problema mental. Pero llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que no. Hay pruebas cient¨ªficas imparciales que as¨ª lo demuestran¡±, ha subrayado el fiscal, Manuel Sancho.
¡°Quien ha de demostrar que tiene un problema mental que pueda desembocar en una atenuante o una eximente ha de ser el acusado¡±, ha insistido Sancho en un esfuerzo dial¨¦ctico que, a juzgar por la estrategia de defensa, resulta casi innecesario. Musetescu, que en estos m¨¢s de tres a?os en prisi¨®n preventiva ha cambiado hasta en cinco ocasiones de prisi¨®n por conflictos con otros presos (ahora permanece en la de Lleida) rechaza esgrimir como coartada un supuesto trastorno. Es cierto que el informe pericial encargado por la jueza que investig¨® el caso se?ala que su capacidad para hacer y querer no estaba alterada, y que distingue entre lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal. Pero tambi¨¦n es verdad que el historial de problemas mentales en su pa¨ªs, Suecia, es extenso, y ofrece al menos una v¨ªa para intentar seducir al jurado.
La salida escogida por Musetescu tiene las piernas muy cortas: niega ser el autor del triple homicidio pese a las abrumadoras pruebas que hay en su contra. ¡°Mi intenci¨®n es intentar defenderle¡±, ha dicho, t¨ªmida y abrumada, su abogada de oficio. El primer letrado que le atendi¨® busc¨® la atenuante por trastorno mental y, seg¨²n fuentes cercanas a la familia, el acusado, de 32 a?os, le indic¨® que no deb¨ªa seguir por ese camino. La Fiscal¨ªa, que hab¨ªa solicitado inicialmente dos penas de prisi¨®n permanente revisable (por dos de las muertes, que califica de asesinatos) ha anunciado este lunes que, por la doctrina del Tribunal Supremo acerca de ese delito, se ve obligado a rebajar sus pretensiones. El fiscal pide ahora 25 a?os de c¨¢rcel por el asesinato de H¨¦ctor N¨²?ez, de 30 a?os; 20 a?os m¨¢s por el de Rosa D¨ªaz, de 77; y otros 14 por el homicidio de David Caminada.
254 pu?aladas y un incendio
El relato de lo ocurrido entre las 15 y las 16 horas del del 20 de enero de 2020 es una locura. Musetescu estaba, por motivos que a¨²n no han salido a la luz ¡ªse ha acogido siempre a su derecho a no declarar¡ª en el domicilio de H¨¦ctor N¨²?ez, en el centro de Barcelona. En un momento dado, le asest¨® 254 pu?aladas, trat¨® de seccionarle la cabeza y acab¨® asfixi¨¢ndole con una bolsa de pl¨¢stico que cerr¨® al cuello con una cuerda. El fiscal considera que le caus¨® ¡°un sufrimiento extraordinario¡± e innecesario. Despu¨¦s, el joven sueco, que estaba de visita en Barcelona, prendi¨® fuego al piso (dice el fiscal que para deshacerse de las pruebas), se descolg¨® desde el balc¨®n hasta la calle y se dio a la fuga con la moto del fallecido, a quien hab¨ªa robado las llaves.
Unos 15 minutos m¨¢s tarde, Musetescu lleg¨® a un portal y se top¨® con una viuda de 77 a?os, Rosa D¨ªaz. Le asest¨® ¡°numerosos golpes en la cabeza¡± y le asfixi¨® con las manos antes de llevarse su cartera, su tel¨¦fono m¨®vil y el reloj. La mujer, que no tuvo ninguna opci¨®n de defenderse ante un ataque ¡°sorpresivo¡±, muri¨® en el acto. En su incomprensible carrera criminal, el joven sueco empuj¨® a un hombre para robarle la moto, intent¨® robar con un cuchillo en una tienda y se dirigi¨® a los alrededores de la plaza de Sant Jaume, sede de la Generalitat y del Ayuntamiento de Barcelona. David Caminada, trabajador del departamento de comunicaci¨®n del consistorio, sali¨® del trabajo y tuvo la mala fortuna de encontrarse con el asesino, que le asest¨® dos pu?aladas en el pecho mientras intentaba arrebatarle una bolsa de pl¨¢stico. El hombre muri¨® dos d¨ªas despu¨¦s en el hospital.
¡°Nos ha hecho mucho da?o, es inexplicable¡±, contaba este lunes el suegro de David, Josep Palomar, antes del inicio de la vista. Palomar quer¨ªa ver y o¨ªr al acusado que dej¨® sin marido a su hija y que ha causado tanto dolor en la familia. ¡°No s¨¦ si podr¨¦ resistirme a gritarle ¡®asesino¡¯, ?qu¨¦ me puede pasar?¡±, se preguntaba. Aunque pudo ver a Musetescu y llamarle, aunque no en voz muy alta, asesino, no pudo escucharle: a petici¨®n de la defensa, el hombre que sembr¨® el terror en Ciutat Vella declarar¨¢, si es que lo hace, en la ¨²ltima sesi¨®n del juicio.
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