La arrogancia y el despecho
No hay color entre la negra nube de la corrupci¨®n que ensombrece los 23 a?os de Pujol y el tipo de corrupci¨®n ideol¨®gica como el que todav¨ªa protagoniza Puigdemont
Pobre y desgraciado es el pa¨ªs cuyos dirigentes est¨¢n convencidos de que sus conciudadanos est¨¢n en deuda con ellos. Al contrario que John Kennedy, hay gente que no piensa qu¨¦ es lo que pueden hacer por su pa¨ªs sino en lo que debe hacer su pa¨ªs por ellos, para premiar su talento y sus sacrificios personales. En esta idea est¨¢ el origen de buena parte de la m¨¢xima corrupci¨®n, la de los m¨¢s poderosos que se sit¨²an por encima de ley para reivindi...
Pobre y desgraciado es el pa¨ªs cuyos dirigentes est¨¢n convencidos de que sus conciudadanos est¨¢n en deuda con ellos. Al contrario que John Kennedy, hay gente que no piensa qu¨¦ es lo que pueden hacer por su pa¨ªs sino en lo que debe hacer su pa¨ªs por ellos, para premiar su talento y sus sacrificios personales. En esta idea est¨¢ el origen de buena parte de la m¨¢xima corrupci¨®n, la de los m¨¢s poderosos que se sit¨²an por encima de ley para reivindicar su derecho al saqueo de los fondos p¨²blicos o a los sobornos como forma de resarcirse por su entrega a una actividad como la pol¨ªtica.
¡°Me pod¨ªa haber hecho millonario, pero por voluntad de pa¨ªs me lo dej¨¦ perder¡±, le confes¨® Carles Puigdemont a Antoni Puigverd, seg¨²n ha explicado el escritor en Ocell de bosc (LibrosdeVanguardia), su libro de reciente publicaci¨®n. Si Jordi Pujol pudo dedicarse a la pol¨ªtica porque era millonario, Puigdemont se presenta como el caso contrario de alguien que ha renunciado a la fortuna para dedicarse a la pol¨ªtica, seg¨²n aprendemos por este estupendo volumen donde confluyen periodismo y ensayismo, memoria y prosa po¨¦tica. Son antol¨®gicas las p¨¢ginas dedicadas al momento m¨¢s ¨¢lgido del fracaso independentista, en las que se nos proporcionan detalles relevantes de la personalidad del expresidente autoexilado, tan pretenciosa como vacua, y tan llena de narcisismo como de despecho.
Es curioso e inevitable el paralelismo. Pujol cre¨® el artefacto y Puigdemont lo mat¨® y remat¨®. Ambos pose¨ªdos por un sentimiento patri¨®tico tan intenso como su ambici¨®n y su personalismo. Escuchando su ¨²ltima alocuci¨®n navide?a, afortunadamente desapercibida por el gran p¨²blico, se comprueba que tambi¨¦n el ¨²ltimo presidente salido de la matriz convergente se identifica y confunde con Catalu?a. Fundador y enterrador comparten similar tropismo conservador y derechista, pero el veterano triunf¨® en el centro y pactando primero con la izquierda y despu¨¦s con la derecha, mientras que el ep¨ªgono alcanz¨® el poder y lleg¨® hasta el l¨ªmite de la destrucci¨®n del autogobierno gracias a la extrema izquierda nacionalista, aunque ahora pretenda congraciarse con la derecha econ¨®mica para dar alguna utilidad aparentemente patri¨®tica a sus siete diputados.
No hay color entre la negra nube de la corrupci¨®n que ensombrece los 23 a?os de Pujol y el tipo de corrupci¨®n ideol¨®gica que puede conducir a un disparate tan prolongado como el que todav¨ªa protagoniza Puigdemont. Por mucho que se empe?en algunos, su ¨²nica malversaci¨®n es moral, sin posible c¨¢lculo de p¨¦rdidas para el erario p¨²blico y menos en provecho propio. Les igualan, ciertamente, la misma arrogancia, id¨¦ntico victimismo y una fastidiosa propensi¨®n sermoneadora. Todos est¨¢n en deuda con ellos y nada deben ellos a nadie. En ninguno de los dos hay un asomo de las virtudes que hacen grande a un dirigente pol¨ªtico, al menos hasta la irrupci¨®n del trumpismo, como son la humildad, el sentido de servicio p¨²blico y el agradecimiento hacia la sociedad que les da la oportunidad de gobernar y conf¨ªa en ellos.