Un viajero del tren amenazado por las llamas de Bej¨ªs: ¡°Solo hab¨ªa rastrojos peque?os y bajos ardiendo. El vag¨®n era el sitio m¨¢s seguro¡±
Tom¨¢s Alhambra no percibi¨® peligro ni p¨¢nico, pero admite que no recibi¨® ninguna indicaci¨®n de la maquinista
Cerca de una docena de personas resultaron heridas, tres de ellas de gravedad, el martes al saltar de un tren rodeado por las llamas del incendio de Bej¨ªs (Castell¨®n). Solo resultaron heridos los que bajaron del tren. M¨¢s de 30 pasajeros permanecieron en el convoy. Uno de ellos fue Tom¨¢s Alhambra, de 32 a?os, que viajaba en el asiento 51 del primer vag¨®n, donde se mantuvo la calma, tal como recuerda. ¡°El p¨¢nico solo cundi¨® en el tercer vag¨®n¡±, que es en el que, seg¨²n su testimonio, se abrieron las puertas y del que bajaron la mayor¨ªa de las personas que luego resultaron heridas por las llamas. Tal y como relata, el fuego comenz¨® a verse una vez parado el convoy junto a una zona en la que solo hab¨ªa rastrojos peque?os, secos y bajos, por lo que no percibi¨® el peligro. As¨ª se lo intent¨® trasmitir a sus compa?eros de vag¨®n. ¡°El tren era el sitio m¨¢s seguro¡±, afirma. ¡°La gente estaba asustada y creo que consegu¨ª calmarles. No ve¨ªa problema porque tampoco entraba mucho humo¡±, subraya. Y a?ade que en ning¨²n momento el humo fue suficiente como para considerarlo asfixiante.
Alhambra tiene casi minutado todo el incidente, puesto que, durante el viaje, iba relatando a su pareja los puntos en los que se encontraban, por los que hab¨ªan pasado el d¨ªa anterior en bicicleta en su recorrido por la v¨ªa verde, que transcurre paralela a las v¨ªas.
¡°A las seis menos tres o cuatro minutos le dije que hab¨ªamos parado, y a las seis y veinte volvieron a entrarle mensajes, cuando el tren ya hab¨ªa reanudado la marcha¡±, explica. Por lo que, seg¨²n indica, la parada dur¨® apenas 20 minutos, tiempo que coincide con la versi¨®n de Renfe.
Tom¨¢s Alhambra rememora c¨®mo circulaban con normalidad, se ve¨ªa humo y percibi¨® c¨®mo empez¨® a cambiar el tono de la luz, a rojizo. La maquinista par¨® el tren antes de que, desde el interior, se vieran las llamas. Cruz¨® el vag¨®n hablando por tel¨¦fono, seg¨²n este testigo que sostiene que, en el coche en el que ¨¦l viajaba, en ning¨²n momento se oy¨® a la operaria dar ninguna indicaci¨®n. Tampoco la de que se mantuvieran en el tren. ¡°No s¨¦ si lo hizo en otros vagones, pero en el m¨ªo, no. Yo entiendo que estaba centrada en conseguir la autorizaci¨®n para deshacer el camino recorrido y no nos prest¨® mucha atenci¨®n¡±, explica. Alhambra recuerda que en el coche 2, al que cruz¨® durante algunos momentos, tampoco vio el p¨¢nico que, imagina, s¨ª se desat¨® en el tercer vag¨®n, el de cola.
La maquinista pas¨® por segunda vez a su lado tratando de que, al otro lado del tel¨¦fono, le respondieran a c¨®mo ten¨ªa que arrancar el tren con las seguridades puestas. Alhambra es t¨¦cnico industrial y se puso a su disposici¨®n por si pod¨ªa serle de ayuda para hacer alg¨²n tipo de puente y arrancar el convoy. Por sus conocimientos, cree que fue un viajero el que activ¨® el freno de emergencia, algo que debi¨® ralentizar el que la m¨¢quina reanudara la marcha. ¡°Me cuesta mucho creer que fuera la maquinista la que activara el dispositivo de emergencia, con el que se abrieron las puertas, porque sabe que eso bloquea todav¨ªa m¨¢s el tren y ella estaba intentando arrancarlo¡±. Adem¨¢s, afirma que no se rompi¨® ninguna ventana de emergencia, al contrario de lo que sostuvo Renfe. ¡°Solo hab¨ªa una en el ¨²ltimo vag¨®n con un agujero del tama?o de un pu?o¡±, dice. Tom¨¢s Alhambra admite que la operaria estaba alterada, que gritaba a sus interlocutores y que, incluso, se rasg¨® la blusa que llevaba pero sostiene y argumenta que ¡°ella estaba centrada en sacar el tren de all¨ª¡±. ?l pens¨®, en todo momento, que el tren era lo m¨¢s seguro, que el fuego no iba a acabar con el convoy, que lo envolver¨ªa y pasar¨ªa, tal como ocurri¨®. Tampoco entiende por qu¨¦ hubo gente que anim¨® a otros viajeros a bajar del tren. ¡°Hab¨ªa personas mayores, ni?os, no todo el mundo ten¨ªa condiciones f¨ªsicas para echar a correr¡±. Y se pregunta: ¡°Qu¨¦ iban a hacer, dejarlos atr¨¢s¡±.
Los minutos posteriores fueron los m¨¢s tr¨¢gicos, seg¨²n relata el viajero. Con ayuda de una celadora de un hospital de Castell¨®n y la pareja de esta ayudaron a los heridos a volver a subir al tren que ya hab¨ªa empezado su vuelta a la estaci¨®n m¨¢s pr¨®xima, Caudiel. ¡°La maquinista puso en marcha el tren, cuando ve¨ªa a uno de los heridos que se hab¨ªan lanzado a correr por las v¨ªas, paraba, nosotros baj¨¢bamos, lo recog¨ªamos y segu¨ªamos la marcha¡±.
Tom¨¢s Alhambra recuerda con horror el estado en el que se encontraban algunos de ellos, con una parte importante del cuerpo quemado, acompa?ados de ni?os, una familia entera, un hombre con muletas, una chica que se parti¨® el tobillo en la huida¡¡±. ¡°Los ve¨ªa, paraba, salt¨¢bamos, los recog¨ªamos, le peg¨¢bamos un grito a la maquinista para que volviera a arrancar y segu¨ªamos¡±, explica. La llegada a Caudiel no fue mejor. ¡°No hab¨ªa nadie esper¨¢ndonos¡±, afirma, as¨ª que fueron los mismos viajeros los que bajaron a los heridos y los equipajes. ¡°Los primeros que llegaron fueron unos militares de la UME y despu¨¦s la Guardia Civil, a los que dijeron que ten¨ªan una evacuaci¨®n pero no sab¨ªan nada de los heridos¡±, relata con dolor. Las asistencias sanitarias tardaron, seg¨²n su testimonio, unos 40 minutos. Tom¨¢s Alhambra se dio cuenta en esos momentos de que hab¨ªa equipaje ¡°descolgado¡±, que no pertenec¨ªa a ninguno de los viajeros, con lo que pens¨® que se hab¨ªan dejado a alguien atr¨¢s.
¡°No s¨¦ si me voy a poder recuperar de esto solo¡±, lamenta tras recibir una ¨²nica llamada de Renfe con el objetivo de devolverle el dinero del billete.
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