La batalla de las certezas
En estos tiempos de incertidumbre y de dudas quienes triunfan en la pol¨ªtica son quienes saben dibujar certezas, aunque estas est¨¦n construidas sobre un discurso de cart¨®n-piedra
Vivimos tiempos l¨ªquidos en los que romantizar la duda est¨¢ de moda. En esta ¨¦poca exc¨¦ntrica parece que todo es vol¨¢til y fugaz, y consumimos pl¨¢sticos, recursos, tiempo, rostros e, incluso, personas. Hasta la extenuaci¨®n, como si no hubiera un ma?ana y, sobre todo, como si nuestras acciones no fuesen a tener consecuencias. Habitamos tiempos, en definitiva, de evitar compromisos, ya sea en el amor, en el trabajo o en la pol¨ªtica. No niego que dudar sea bonito, necesario e, incluso, fuente de inspiraci¨®n de buenas ideas que ha dado el mundo. Ahora bien, tambi¨¦n creo que hay un momento en la vi...
Vivimos tiempos l¨ªquidos en los que romantizar la duda est¨¢ de moda. En esta ¨¦poca exc¨¦ntrica parece que todo es vol¨¢til y fugaz, y consumimos pl¨¢sticos, recursos, tiempo, rostros e, incluso, personas. Hasta la extenuaci¨®n, como si no hubiera un ma?ana y, sobre todo, como si nuestras acciones no fuesen a tener consecuencias. Habitamos tiempos, en definitiva, de evitar compromisos, ya sea en el amor, en el trabajo o en la pol¨ªtica. No niego que dudar sea bonito, necesario e, incluso, fuente de inspiraci¨®n de buenas ideas que ha dado el mundo. Ahora bien, tambi¨¦n creo que hay un momento en la vida en que uno necesita certezas. ?ltimamente, he llegado a la conclusi¨®n de que, como dec¨ªa el escritor argentino Jorge Bucay, ¡°la felicidad es la certeza de no sentirse perdido¡±.
Hace poco, unos buenos amigos me regalaron un reloj precioso, fabricado en la antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. Cada d¨ªa hay que darle cuerda para que funcione, y cuando lo acerco a mi o¨ªdo puedo escuchar un sonido muy caracter¨ªstico, que no hab¨ªa escuchado en ning¨²n otro reloj hasta ahora. En estos d¨ªas de flaqueza y retorno a la cotidianidad en que se convierte septiembre, acercar aquel reloj a mi o¨ªdo deviene una de mis mayores (y pocas) certezas. S¨¦ que, pase lo que pase, su sonido estar¨¢ ah¨ª, reconfortante. Y es que, a pesar de que la duda est¨¦ de moda, todos necesitamos certezas. Desde aquel ni?o que se agarra fuerte a su osito de peluche hasta aquella trabajadora precaria que lleva meses sin cobrar y que se levanta cada d¨ªa mirando la aplicaci¨®n del banco.
El otro d¨ªa hablaba sobre esto con ?lvaro, mi mejor amigo. Y juntos recordamos una escena de Las invasiones b¨¢rbaras, una pel¨ªcula canadiense sobre un hombre con c¨¢ncer que se re¨²ne por ¨²ltima vez con sus viejos amigos, buscando la mayor certeza que existe: la paz, su paz. En ese instante, uno de sus amigos le recuerda: ¡°Hemos sido de todo, parece mentira. Estructuralistas, soberanistas, asociacionistas¡ ?Existe alg¨²n ismo que no hayamos adorado?¡± Y nos record¨® a nosotros y a tantos j¨®venes de nuestra generaci¨®n, buscando certezas en Dios, en el hor¨®scopo, en la loter¨ªa e, incluso, en una oposici¨®n que nos permita tener un trabajo estable y dejar de preocuparnos por c¨®mo llenar la nevera. Buscando una certeza que ya no es certeza sino horizonte, que nos permita vivir bien, poder ir al cine, pagar el gimnasio o ese viaje en un puente que llevamos todo el a?o preparando.
Y, c¨®mo no, en estos tiempos de incertidumbre y de dudas quienes triunfan en la pol¨ªtica son quienes saben dibujar certezas, aunque estas est¨¦n construidas sobre un discurso de cart¨®n-piedra. Son los tiempos de los Trump, los Bolsonaro o los Milei. Y, en estos a?os vertiginosos de liderazgos l¨ªquidos, los j¨®venes valencianos ¡ªy el resto de j¨®venes del mundo, me temo¡ª dejan de confiar en la pol¨ªtica porque observan, impotentes, c¨®mo esta ha perdido una gran capacidad para solucionar sus problemas cotidianos. Y es que la p¨¦rdida de poder de los gobiernos frente a las grandes multinacionales y la destrucci¨®n de los Estados del Bienestar que acaecen desde los 80 han acompa?ado este proceso paulatino de descr¨¦dito hacia la pol¨ªtica.
Ahora que empieza la legislatura y todas las piezas se encuentran colocadas en sus casillas, bien har¨ªan los contendientes a izquierda y derecha de Les Corts en ir planificando bien c¨®mo ofrecer certezas en esta d¨¦cada trepidante. Y, si algo nos ha ense?ado el ajedrez pol¨ªtico valenciano es que de los movimientos m¨¢s inesperados pueden surgir reinados indestructibles. Tempus fugit.